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Comisión Europea

Bruselas propone prolongar el 'plan Juncker' ante la falta de inversión

El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.
El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.CUGNOT MATHIEU (EFE)

El plan se puso en marcha para compensar una caída de la inversión del 15% sobre el nivel de 2007, especialmente acusada en países como España, Francia, Reino Unido o Grecia. Tras 18 meses de ejecución, los datos muestran que Europa está lejos de haber recuperado una merma de la inversión anual valorada entonces en más de 400.000 millones de euros.

En 2015, la inversión se situó en 2,7 billones de euros, casi 300.000 millones de euros menos de lo que la Comisión considera su ritmo habitual (cifrado en torno al 21% del PIB de la UE). En 2016 y 2017, según las previsiones, la inversión seguirá mejorando, pero seguirá lejos de su ritmo normal y ni siquiera habrá llegado todavía a los 3 billones.

Ante ese panorama, la CE considera imprescindible prolongar el plan Juncker, que combina avales presupuestarios a través del presupuesto de la UE y fondos del Banco Europeo de Inversión para facilitar proyectos que no encuentran financiación en el mercado. La CE también se plantea extender el plan a países terceros, en particular para proyectos relacionados con la gestión de la inmigración.

Bruselas concretará en otoño la propuesta de prórroga, que encuentra a los países de la UE divididos entre los partidarios de dejar expirar el plan y los que desearían que se transformar en un instrumento financiero perenne. La opción más probable es una prolongación temporal de hasta dos años, que coincidirá con el final del mandato de la actual Comisión en 2019.

El plan ha cumplido ya la mitad de su recorrido y la Comisión presentará mañana un balance que considera muy positivo, porque ha permitido cerrar casi 250 operaciones para movilizar unos 100.000 millones de euros, lo que supone ya el 32% del objetivo total (315.000 millones de euros en tres años). Ese porcentaje permite augurar que el plan colmará su objetivo porque los primeros meses de 2015 se dedicaron a preparar la legislación necesaria para su ejecución, por lo que entre 2016 y 2017 es previsible se movilicen los 200.000 millones restantes.

Bruselas se declara particularmente satisfecha por la repercusión del plan en las pequeñas y medianas empresas (pymes), que ya han absorbido 49.000 millones de financiación, el 65% de los 75.000 millones que se les había reservado. En total, unos 140.000 pymes se han visto ya beneficidas.

Los primeros meses del plan también han permitido constatar algunas de sus carencias, que Bruselas se propone corregir. Una de las críticas más frecuentes es la falta de "adicionalidad", es decir, que el plan ha financiado proyectos que, de todos modos, hubieran salido adelante con la ayuda del BEI. La CE se propone mejorar esa complementaridad para que el plan Juncker se concentre en los proyectos de más riesgos a los que el BEI podría resistirse a financiar para no exponerse a dañar su calidad crediticia.

El otro problema detectado es la concentración geográfica y sectorial. A diferencia de otros programas de la UE, como los fondos estructurales, el plan Juncker no tiene asignada cuotas por países. La inversión de hecho se ha concentrado en los países más ricos, y Alemania, Francia, Reino Unido e Italia copan casi 110 de los 250 proyectos aprobados. El resto de países apenas pasan de cinco proyectos cada uno, salvo Chipre y Malta que no tienen ninguno. España está en una zona intermedia, con docena y media de proyectos, menos de la mitad que Francia o Italia.

La inversión se ha dirigido sobre todo a áreas tradicionales de infraestructuras como el transporte y la energía (58% en total), mientras que el sector digital solo ha recibido el 8% y la investigación, el 10%.

Bruselas se propone corregir ambos sesgos para asegurar la diversificación geográfica y la sectorial, aunque sin fijar cuotas por adelantado para garantizar que se financian los proyectos más competitivos y rentables.

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