Una barrera al flujo del talento
La UE debería aspirar a formatos más sencillos que se pudieran argumentar o explicar mejor a los ciudadanos de los distintos países
La teoría del cisne negro fue desarrollada por Nassim Nicholas Taleb para explicar cuando un evento es una sorpresa y tiene un gran impacto. En el mundo de la innovación estos posibles eventos se anticipan con distintos métodos y técnicas como la vigilancia tecnológica y el método de escenarios para navegar hacia los futuros preferibles que son aquellos que nos interesan en mayor medida.
Hoy ya conocemos que el Reino Unido ha votado por dejar la Unión Europea y la palabra que más se escucha por parte de los analistas es sorpresa. Por lo tanto es importante analizar el resultado del referéndum en profundidad. Mientras Irlanda del Norte y Escocia preferían permanecer de forma mayoritaria, ha sido Inglaterra junto a Gales la que con un 53% ha inclinado la balanza hacia el brexit. También es importante entender que los mayores de 50 años han decidido el futuro de los jóvenes. En cualquier caso, ya conocemos la decisión de los británicos y por ello quizás importa reflexionar sobre el pasado de la Unión Europea y analizar el futuro de la misma.
En los últimos setenta años, la integración de cada país en la Unión Europea ha sido sumamente difícil. De hecho, existen varias modalidades o fórmulas para satisfacer las distintas realidades de todos los países. Por una parte tenemos la eurozona formada por 17 países entre los que se encuentra España. Esta eurozona se amplía con otros 11 países para formar la Unión Europea. Es en este segundo bloque donde encontramos al Reino Unido que sorprendentemente ha decidido abandonar el club. Después tenemos un espacio que llamamos Espacio Económico Europeo en el que se integran también Noruega, Liechtenstein o Islandia. También encontramos la Asociación Europea de Libre Comercio, en la que se incluye Suiza. Por otra parte, tenemos la denominada área Schengen, que se centra en la libertad de circulación entre países del área y que se nutre principalmente de los países de la eurozona, los Estados englobados en la Asociación Europea de Libre Comercio y un grupo diferente que son países con acuerdo con la UE para acuñar euros.
No es de extrañar que sea muy complicado explicar el proyecto de la Unión Europea y sobre todo las ventajas e inconvenientes de estar en un bloque u otro. Claramente los políticos británicos se han centrado en defender o rebatir la permanencia del Reino Unido en base a impactos económicos, inmigratorios y de seguridad. Pero con tal cantidad de formatos es difícil para el ciudadano de a pie tomar una decisión bien informada. La conclusión es que la Unión Europea debería aspirar a formatos más sencillos que se pudieran argumentar o explicar mejor a los ciudadanos de los distintos países.
Mirando al futuro nos encontramos con unos retos sin precedentes. Se estima que en 2050 nuestro continente tendrá una media de edad superior a los 50 años con lo que esto implica para la fuerza laboral y los sistemas de pensiones de los distintos países. Por otra parte, la inmigración traerá mayor diversidad en todos los países de la Unión Europea. Finalmente, vamos a asistir a unos cambios tecnológicos e industriales sin precedentes.
En la actualidad, estamos en la revolución de la industria 4.0, marcada por la transformación digital y la automatización del conocimiento. Pero a más largo plazo algunos futurólogos como Ray Kurzweil plantean que llegará la singularidad tecnológica, que es ese momento en el que la inteligencia artificial exceda la capacidad intelectual de los humanos. Ya lo decía el famoso matemático británico Alan Turing. Auguró en 1951 que en algún momento cabía esperar que las máquinas tomasen el control.
No somos conscientes de la velocidad a la que están creciendo otras zonas del mundo como China o India y por ello, es fundamental que la Unión Europea sea un bloque fuerte en el que se fomente una sociedad del conocimiento y la innovación. Para nutrir estas dos cosas es fundamental trabajar de forma colaborativa por retos que nos lleven a un mundo mejor. Y el resultado del brexit va justamente en la dirección contraria, levantando barreras al flujo de talento.
Debo decir que en mi condición de británico, habiendo trabajado y estudiado varios años en Edimburgo, lo sucedido con el brexit me preocupa. Esto no habría sucedido si la Unión Europea avanzase por medio de la espiral virtuosa que conecta el sector público, el sector privado y el educativo. Que sean tan solo los políticos los que decidan nuestro futuro sin explicarnos bien sus consecuencias es un reto que hay que resolver.
Francisco González Bree es profesor y director del Máster de Innovación de Deusto Business School.