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A fondo
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

‘Brexit’ o el divorcio más largo, caro y tortuoso de la historia

Londres y Bruselas confían todavía en que el referéndum del 23 de junio confirme la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea

Uno de los partidarios del 'brexit', ondeando la bandera de Reino Unido.
Uno de los partidarios del 'brexit', ondeando la bandera de Reino Unido. GettyImages

Londres y Bruselas confían todavía en que el referéndum del 23 de junio confirme la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea. Pero las dos partes se pertrechan ya legalmente ante la posibilidad de que las urnas den la victoria al brexit, lo que desencadenaría un proceso de separación que, con toda probabilidad, se convertirá en uno de los más largos, caros y tortuosos de la historia.

Los juristas de ambas partes coinciden en que si vence la opción de Leave (marcharse) deberá activarse el procedimiento previsto en el Tratado de la UE desde 2009 (en su artículo 50), sin posibilidad de utilizar rutas alternativas que dejen margen para un apaño legal. El primer ministro británico David Cameron se ha comprometido a activar el proceso de manera inmediata. Y Bruselas quiere que, si pierde el referéndum, Cameron confirme su petición de salida en la cumbre europea del 27 y 28 de junio. Una vez activado ese botón nuclear del brexit, Londres quedará a merced de la UE porque el Tratado fija un plazo de dos años para pactar las condiciones de divorcio. Se puede prorrogar, pero debe ser por unanimidad de los 27 miembros restantes sin el voto de Londres, por lo que podrían dejar caer la guillotina legal a mediados de 2018 si Reino Unido se resiste al acuerdo.

La separación amistosa tardaría dos o tres años, pero si se agria el proceso puede acabar en represalias comerciales, financieras y hasta personales

Si todo va bien, el divorcio entre Reino Unido y la UE debería materializarse a través de tres enrevesadas negociaciones, según prevé un reciente informe sobre el proceso de salida elaborado por la Cámara de los Lores británicos. Por un lado, deberían negociarse en paralelo el acuerdo de retirada y el que regirá la futura relación entre Reino Unido y la UE. Y habría una tercera negociación entre los 27 socios que se quedan en el club para adaptar la estructura a la nueva configuración, desde el presupuesto (habría que cubrir la aportación de Londres) hasta el reparto o supresión de las plazas que ocupa Reino Unido en el Tribunal de Justicia, en el Parlamento Europeo (73 escaños) o en los diferentes comités.

En el mejor de los casos, las tres negociaciones deberían cerrarse en dos años. Pero incluso así, se calcula que harían falta entre siete y 10 años para desenredar todo el entramado legal que une a Londres con Bruselas desde 1973. En los años 80, con un marco legal mucho menos desarrollado, se tardó dos años en negociar la salida de Groenlandia, una isla de 55.000 habitantes. E hizo falta otro año más para consumar su salida. Reino Unido es la tercera economía de la UE, con casi 60 millones de habitantes y el 80% de su legislación tiene su origen en Bruselas.

Cada año que pase sin consumarse la salida, el Reino Unido deberá seguir sufragando el presupuesto comunitario, con una aportación de uno 10.000 millones de euros anuales, descontada una rebaja (cheque) de 6.000 millones. Los partidarios del brexit han esgrimido esa factura como una de las principales razones para marcharse. Pero lo cierto es que la aportación neta es de apenas 5.000 millones, porque Reino Unido recibe fondos estructurales. Curiosamente, la minuta podría aumentar durante el proceso de separación porque es probable que se redujera el acceso del país a programas de inversión a largo plazo, como los de investigación.

El proceso de divorcio también dejaría en el aire la presidencia semestral de la Unión Europea que corresponde a Reino Unido en la segunda mitad de 2017. El informe de los lores pide que, si vence el brexit, el Gobierno británico se replantee de inmediato el ejercicio de ese mandato. La UE podría optar por prolongar el mandato de la anterior presidencia (Malta) o adelantar la siguiente (Estonia). En todo caso, durante el proceso de negociación, la delegación británica quedará automáticamente excluida de todas las reuniones en la que los socios negocien las consecuencias de su salida. Los juristas creen que aunque Reino Unido seguirá siendo formalmente miembro de la UE hasta que se consume su salida, en la práctica tendrá que aceptar un progresivo y humillante aislamiento en los mecanismos de decisión.

Como en muchos divorcios, si la negociación se agria la parte más complicada y dolorosa será la que afecte a las relaciones personales. En Reino Unido, según los últimos datos de Eurostat, residen y trabajan 2,6 millones de europeos, con la comunidad polaca (748.000 personas) como la más importante. Y dos millones de británicos, muchos de ellos jubilados, viven en algún país de la UE.

Unos y otros se benefician de la libre circulación y del derecho al acceso al mercado laboral o a la asistencia sanitaria. Si el brexit provoca un choque entre Londres y el resto de las capitales europeas, muchas de esas personas podrían verse privadas de sus derecho o, en el peor de los casos, verse forzadas a una repatriación.

“La UE no tiene ninguna obligación legal de mantener los derechos y servicios de los británicos en su territorio”, reconoce Londres. Y el gobierno británico admite que deberá aplicarse “la reciprocidad”, por lo que si los partidarios del brexit cumplen su promesa de cercena los derechos de los ciudadanos europeos en las islas británicas las represalias en territorio europeo serán inmediatas.

Si el divorcio se complicara, la principal consecuencia económica podría ser para la City. El 75% de la actividad de los mercados europeos de capital se realiza en ese distrito financiero londinense y la zona euro podría forzar el traslado a su territorio de servicios tan importantes como las cámaras de compensación y liquidación. Grandes bancos de inversión, como Deutsche Bank, ya analizan el impacto y la posibilidad de llevar su división londinense a Fráncfort. Y HSBC calcula que, como mínimo, trasladaría a un millar de empleados de Londres a París.Brexit=Cityexit.

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