Este año crecerá el crédito por primera vez desde la precrisis
Consenso. Todos los bancos españoles, incluso sus patronales, coinciden en que por fin durante el presente ejercicio el volumen de crédito crecerá por primera vez desde que se inició la crisis en 2008. Será así el cierre definitivo de un ciclo negro de la economía española (también europea) que ha durado más de ocho años, y en el que el estrangulamiento de la financiación llegó a límites nunca imaginables.
Tanto es así, que el Banco Central Europeo (BCE) ha terminado –tras varias experiencias, experimentos y medidas–, por sacar toda su artillería para estimular la economía, y por lo tanto el crédito. ¿Quién podría imaginarse hace unos años que esta institución podría pagar por los préstamos que concede a los bancos, siempre que las entidades financieras usen ese dinero para dar crédito a la economía real?. Y ¿quién podría pensar que los tipos de interés llegarían a situarse en el 0% en Europa?
El BCE asegura, incluso, que no ha llegado al “límite inferior” en cuanto a sus instrumentos de política monetaria, pese a que todos los expertos aseguran que ya ha tocado techo. Peter Praet, miembro del directorio del banco central, asegura que la institución no renuncia a bajar más los tipos de interés si fuera necesario, es decir, a imponer tasas negativas. Todo sea por reanimar la economía. Aunque los banqueros insisten en petit comité, “la política monetaria ya no puede hacer más. El BCE ya ha hecho bastante”.
Y recuerdan que en Japón la política de imponer tipos de interés negativos “les ha salido fatal”.
Han tenido así que pasar ocho años hasta que el país, incluidas las familias y las empresas, han logrado desapalancarse y han comenzado a solicitar financiación que permitirá que el saldo neto crediticio crezca por encima de los ejercicios precedentes.
El presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, ya manifestó el pasado 14 de marzo que el saldo total de crédito del sector bancario subirá este año “entre un 1% y un 2%”. Pese a ello, el banquero, como casi todos sus homólogos aseguran que el conjunto del sector financiero tiene liquidez de sobra para conceder créditos, lo que ocurre es que la demanda no llega. Las pymes o las empresas solo piden préstamos para el día a día, para mantener su circulante, no para invertir. Esta es una queja que llevan tiempo repitiendo las entidades financieras.
Ahora, con los tipos de interés al 0% parece que es más fácil que la banca se empeñe en dar créditos y los clientes en pedirlos. Pese a ello, el sector considera que la motivación para solicitar financiación es la misma que hace unos meses, cuando los tipos de interés ya estaban bajo mínimos históricos.
El sector considera que una vez que el precio del dinero estaba desde hace casi un año a tipos mínimos, son las reformas estructurales las que impulsarán la economía y las inversiones. Y pese al parón legislativo por la falta de Gobierno, los banqueros mantienen que 2016 es un año clave para España.
Por cierto, hablando del crédito, o mejor dicho, del principal índice de tipos de interés, el euríbor, y en este caso el negativo –ahora tan de moda tras los días que ha estado por debajo de 0%–, los bancos están intentando restar importancia a este fenómeno. Ninguno cree que llegue a pagarse a un hipotecado por este efecto, “a no ser que sea algún caso muy aislado, y en un mes muy puntual y solo a ciertos empleados muy concretos de banca”, resalta un ejecutivo del sector, quien añade que del total de hipotecas existentes en España, menos de un 2% podrían reclamar en caso muy extremo alguna compensación si llega un mes a ser el euríbor negativo incluyendo el diferencial que el banco aplica a estos préstamos. Y mientras, todos los bancos europeos se preparan para cambiar las hipotecas al nuevo euríbor.
El proceso de transición a este nuevo índice de tipos de interés se produjo hace tres años, a instancias de reguladores supervisores globales, como el FSB, IOSCO, o europeos como EBA o ESMA. Su razón de ser era evitar la repetición a futuro de determinados fraudes detectados (no en el caso del euríbor) por algunos bancos europeos que manipularon ciertos índices de referencia como el Libor. Para erradicar estos escándalos se decidió dos tipos de actuaciones: reforzar la gobernanza interna de los mecanismos de elaboración del índice, y el cálculo del mismo a partir de transacciones reales en vez de cotizaciones comunicadas.
Paralelamente, la Comisión Europea lanzó una propuesta de reglamento de índices y referencias que está a punto de aprobarse, pero que no entrará en vigor hasta 18 meses después.
La transición hacia el cálculo del nuevo euríbor solo pretende, según explicaciones de la AEB al sector, “obtener las mismas variables económicas, esto es, los tipos de interés subyacentes en los mercados en cada momento, aplicando una metodología diferente”. Por eso, asegura la patronal bancaria que es “una transición sin costuras del índice actual”, por lo que no se puede considerar uno nuevo.
El European Money Markets Institute (EMMI), en su calidad de administrador del euríbor, acaba de realizar una consulta pública en la que, entre otras cosas, se proponía el próximo 4 de julio para la puesta en marcha de la nueva metodología.
Pero para minimizar “e incluso eliminar” su posible impacto se pretende que las pruebas para determinar el mismo, que vienen llevándose a cabo desde hace bastante meses con la asistencia del BCE, se refuercen durante el segundo semestre de este año tras el comienzo de la contribución obligatoria a las estadísticas de los mercados monetarios del organismo con sede en Frácfort por parte de las entidades. Lo que llevará algún retraso en la fecha inicial prevista. La AEB avisa de que la transición prevista para su aplicación definitiva nada tiene que ver “con la actual situación de tipos de interés negativos: se trata sencillamente de la fase final de un proceso iniciado años atrás, que se pretende tenga la menor incidencia posible sobre el resultado, mientras que el nivel de tipos se ha generado a partir de las decisiones de política monetaria de los bancos centrales”.
Y cambiando de tercio. Santander Totta, filial del español Santander, anunció el miércoles la conclusión de un nuevo aumento de capital de 300 millones de euros, dos meses más tarde de cerrar otro también por valor de otros 300 millones. De este modo, el cuarto mayor banco luso pasó a tener un capital social de 957 millones, a los 1.257 millones. En pocos meses, ha duplicado su capital (en diciembre tenía 657 millones).
Estas ampliaciones de capital coinciden con la reestructuración de la banca portuguesa, y que llevó a Santander a adquirir el pasado 20 de diciembre el octavo mayor banco luso, Banif, liquidado y escindido en un banco bueno (el comprado por el Santander) y otro malo. Se da la circunstancia de que la entidad que preside Ana Botín no ha comprado ningún banco español en la reestructuración del sector en el país. Ahora el Gobierno luso ha propuesto a Santander y a CaixaBank que participen en el nuevo proceso de venta de Novo Banco. Los expertos mantienen que esta ampliación podría estar destinada a una ampliación de su perímetro de consolidación en Portugal, o lo que es lo mismo, que se está preparando para una posible compra de Novo Banco.
Podría ser. Solo hay que recordar las palabras de Botín en la junta de accionistas de Santander, celebrada el pasado 18 de marzo. “No descarto en el futuro adquisiciones, como hemos hecho en Portugal, que complementen nuestras franquicias en nuestros mercados principales, siempre que tengan encaje estratégico y financiero”. También es previsible que compre unas 300 oficinas en Reino Unido de una filial del RBS.