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Columna
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El reto cuádruple de Lagarde en el FMI

El segundo mandato de Christine Lagarde como gerente del Fondo Monetario Internacional no será más relajado que el primero. La francesa ya ha capeado una casi implosión de la zona euro. Ahora sus desafíos son cuatro.

En primer lugar, los bajos precios del petróleo están empujando a los países productores de energía más frágiles a los brazos del FMI. Lagarde aseguró el 4 de febrero que habría ayuda disponible si estados de la talla de Nigeria y Azerbaiyán la necesitaban. Al menos estas misiones están dentro de la zona de confort del FMI. En segundo lugar, la derrota en los mercados emergentes se está extendiendo a los países desarrollados. El incremento en los costes de la financiación añade presión a los países altamente endeudados, pero prescribir interminables rondas de austeridad ha quedado cuestionado desde la crisis financiera. Puede que hagan falta nuevos enfoques.

La gerente demostró su talento como negociadora, diplomática e incansable, durante la crisis de la zona euro

En tercer lugar, hay asuntos pendientes en Europa. El FMI no prestará a Grecia más dinero hasta que su deuda se reduzca a niveles mucho más sostenibles. Sin embargo, se supone que tendrá que seguir el proceso de la austeridad y las reformas. Lagarde también ha estado presionando a los países europeos para que den a Grecia un alivio significativo en su deuda. Puede que haya más cumbres de esas que duran toda la noche antes de que se solucione.

Luego está China. Lagarde ganó crédito con la segunda mayor economía del mundo tras guiar al yuan hasta el club de élite de las divisas que sustentan los derechos especiales de giro del FMI. Ahora tiene que lidiar con las consecuencias. Lagarde ha dicho públicamente que los mercados necesitan mayor claridad acerca de cómo China gestiona su moneda. Más giros en el yuan podrían forzarla a adoptar una línea más dura. Difícilmente se podría dejar solo a Pekín, dada su importancia para la economía mundial. Pero, ya que no necesitará asistencia financiera del FMI, este tiene poco poder de negociación.

Lagarde ya ha demostrado su talento como negociadora, diplomática e incansable, durante la crisis de la zona euro. Las grandes economías emergentes respaldaron su reelección, lo que sugiere que ha alcanzado hasta ahora el equilibrio de ofrecer consejos sin intimidar. Serán habilidades útiles para su segundo mandato.

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