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El Foco
Tribuna
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Las secuelas de la crisis de los refugiados

Guntram B. Wolff

De los 1,5 millones de refugiados que llegaron a la UE el año pasado, más de 1 millón han sido acogidos en Alemania. No obstante, la atmósfera de recibimiento que se respiraba inicialmente ha cambiado drásticamente. La crisis de los refugiados ha dominado los titulares durante los últimos meses. Estimaciones actuales sugieren la llegada de hasta 4.000 personas a la UE cada día. Esto implicaría la afluencia de, por lo menos, otro millón de refugiados durante 2016.

Hasta hace poco, la canciller Alemana, Angela Merkel, ha gozado de respaldo popular debido a su política de apertura hacia los refugiados. Los alemanes veían con buenos ojos la llegada de refugiados que huían de la guerra de Siria y de otras regiones. No obstante, las agresiones machistas que tuvieron lugar en Alemania durante Nochevieja, llevadas a cabo por algún grupo de hombres, entre ellos algunos solicitantes de asilo, han cambiado la buena predisposición a la acogida de inmigrantes que prevalecía hasta la fecha.

Las últimas encuestas muestran que el apoyo hacia la canciller y su postura acerca de la inmigración han caído sustancialmente. Mientras que en diciembre más de la mitad de la población opinaba que Alemania era capaz de gestionar la gran llegada de refugiados, esta proporción ha disminuido hasta el 35% aproximadamente.

Los alemanes están perdiendo la confianza en que los inmigrantes se puedan integrar bien en la sociedad

Alemania puede hacer frente a los costes presupuestarios de la crisis de los refugiados, pero los alemanes están perdiendo la confianza en que los inmigrantes se puedan integrar de forma satisfactoria en la sociedad. El Gobierno alemán seguramente acepte menos refugiados en 2016. Vislumbro dos posibles escenarios este año.

El primer escenario es el de una solución Europea al problema de la crisis de los refugiados. Políticos de todas partes de Europa están luchando por esta vía, incluyendo la canciller alemana y el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble.

Esta alternativa consiste en tres elementos. En primer lugar, la frontera exterior de la zona Schengen –espacio donde no es necesario viajar con pasaporte– de la UE se gestiona más adecuadamente. En segundo lugar, para reducir el número de inmigrantes sin papeles, así como el de refugiados, los países vecinos a la UE deben colaborar, particularmente Turquía.

"Es mucho más sencillo gestionar a un millón de refugiados si la responsabilidad recae en los hombros de Europa”

En tercer y último lugar, los refugiados deben ser repartidos entre los países integrantes de la UE en lugar de concentrar la mayor parte de ellos en Suecia y Alemania. Es mucho más sencillo gestionar a un millón de refugiados si la responsabilidad recae en los hombros de Europa: la UE tiene una población de 500 millones comparado con los 80 millones en Alemania.

Los obstáculos para alcanzar una solución a escala europea son importantes. La gestión de las fronteras exteriores constituye una tarea de suma importancia. Grecia, país con una gran afluencia de refugiados, padece de un sector público débil y está compuesto de multitud de islas que a menudo están a solo pocos kilómetros de distancia de Turquía.

Turquía representa un país clave, pero su Gobierno ha sido objeto de críticas debido a su postura respecto de las libertades civiles. Turquía, país cuya frontera sur linda con Siria, ya acoge a más de dos millones de refugiados.

La UE ha acordado dotar a Turquía con 3.000 millones de euros para promover la colaboración y el reparto de 160.000 refugiados en toda la UE –solo 272 han sido redistribuidos hasta día de hoy–.

El reparto no solo es complicado por motivos políticos. Europa no dispone de una base de datos bien integrada con lo que respecta a los refugiados, por no hablar del estatus común europeo para los solicitantes de asilo, que hace que el progreso técnico y jurídico sea aún más difícil.

Una solución a nivel europeo sería más deseable que la otra alternativa, que implicaría limitar la entrada de nuevos inmigrantes por parte de Alemania. Esto podría generar un proceso sucesivo de cierre de fronteras entre los distintos países de la UE. La consecuencia de esto sería que los refugiados se verían retenidos en Grecia o Turquía.

La reintroducción de controles fronterizos en la UE podría tener consecuencias económicas significativas. En primer lugar, los 1,7 millones de trabajadores que cruzan la frontera a diario dentro de la UE lo tendrían más complicado para llegar a sus puestos de trabajo. En segundo lugar, los procesos productivos basados en largas cadenas de valor y productos intermedios provenientes de toda Europa se verían seriamente afectados.

Dependiendo de los supuestos que se establezcan, estos costes podrían alcanzar los 3.000 o 4.000 millones de euros por año. Este número no es significativo si consideramos la totalidad de la zona Schengen. No obstante, países como Eslovaquia y Luxemburgo se verían más afectados. Además de todo esto, habría que añadir los costes extras que se producirían debido a viajes de negocio o por motivos personales dentro de la UE. Según datos de Eurostat, cada año se efectúan cerca de 200 millones de viajes dentro de la UE. Los costes podrían llegar a duplicarse.

Los costes de transporte también serían considerables. Un sinnúmero de camiones circulan en Europa. Más de 18 millones de camiones entran a Alemania cada año por carreteras de peaje. La introducción de controles en la frontera alemana tendría consecuencias significativas para el comercio y los procesos productivos entre regiones. Puesto que los costes resultantes dependerían del tiempo de espera en la frontera, es complicado establecer una cifra concreta para los costes de transporte.

Más importante aún podrían ser las consecuencias políticas de la crisis, y más ahora, con el auge electoral de partidos populistas en distintos países europeos. Los partidos de centro deberán aprender a colaborar con más acierto con lo que respecta a la crisis de los refugiados con el fin de evitar división y acritud.

Guntram B. Wolff es director de bruegel (’think tank’ europeo especializado en economía)

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