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Por qué 14 minutos de cotización en China desataron el caos

Los inversores temen que la política monetaria china esconda un descalabro Las medidas contra la volatilidad tuvieron efectos adversos

Una mujer comprueba la evolución de la bolsa de Shangái en Pekín (China).
Una mujer comprueba la evolución de la bolsa de Shangái en Pekín (China). EFE
Juande Portillo

Menos de un cuarto de hora de cotización bursátil en China bastó ayer para volver a desencadenar un tsunami de órdenes de venta en los parqués de todo el planeta. La sorprendente decisión del Banco Popular de China de intensificar aún más la devaluación del yuan, hasta el nivel más bajo registrado desde marzo de 2011, se tradujo en caídas de más del 7% para las Bolsas del país.

Un nivel de pérdidas que activó los flamantes mecanismos antivolatilidad que acaba de implantar el país decretando el cierre anticipado de los mercados tras una jornada relámpago de apenas 14 minutos de negociación real, la más corta de su historia.

El temor a que la política monetaria china esconda problemas más graves de lo intuido, su efecto en las economías vecinas y, paradójicamente, los efectos contraproducentes de las medidas de control de las crisis bursátiles propagaron el pánico en todo el mundo.

El protocolo de bloqueo preventivo de los mercados chinos, ideado tras el lunes negro provocado por China el último verano, ya se activó el lunes, el día de su estreno. La Bolsa china celebró entonces la jornada más corta de su historia, cerrando 92 minutos antes de lo habitual.

La marca se batió ayer. En las dos ocasiones, como establece esa normativa, primero se suspendió la cotización durante 15 minutos, al sufrir el selectivo mixto CSI 300 más de un 5% de pérdidas, pero cuando las operaciones se reanudaron ayer apenas bastó un minuto de transacciones para elevar la caída al 7% y desencadenar el cierre automático de los mercados. No había pasado media hora desde la apertura. El índice general de Shanghái, principal indicador de los mercados chinos, cerró con un desplome de más del 7% y el Shenzhen se hundió más del 8%.

El episodio responde a varios factores. De un lado, también en un contexto de ventas masivas, el pasado 8 de julio China prohibió que los accionistas de referencia de una firma (con el 5% o más de su capital) pudieran vender su participación durante seis meses. El plazo culminaba hoy, con lo que se esperaba que cerca de un billón de títulos quedara desbloqueado el lunes (aunque China anunció luego que les prohibirá vender más de un 1%_en tres meses).

Ante el temor a que los grandes inversores retomen su actividad el lunes vendiendo sus acciones en bloque y provocando pérdidas masivas, los accionistas minoritarios, cerca de 90 millones de ahorradores chinos que han optado por la Bolsa para paliar los bajos remuneración de los depósitos, trataron de vender antes sus títulos.

Son “ventas técnicas de anticipación”, resumía Jaume Puig, director general de GVC Gaesco Gestión pero con un peso enorme: estos inversores mueven tres cuartas partes del mercado chino. Y el límite de ventas en un 7% de caída –cuando se cierra la Bolsa– motivó carreras para tratar de deshacerse del papel. Un efecto adverso que llevó a China a suspender la medida ayer.

Más allá, toda esta pulsión vendedora se alimenta de las dudas que sobrevuelan la salud económica de la segunda potencia mundial. China lleva meses devaluando su moneda, que ayer rebajó un 0,5% más hasta mínimos de cinco años en los 6,5646 yuanes por dólar.

Desde Reuters se preguntaban ayer si las señales de debilidad de China son el canario muerto en la mina de carbón, un primer aviso de otros muchos problemas locales que terminarán lastrando la economía mundial, o un elefante en la habitación, una amenaza imposible de ignorar pero que China podría resolver sola.

Mientras, la depreciación continua del yuan presiona al resto de economías asiáticas para devaluar también sus monedas si quieren seguir compitiendo con el potentísimo motor de exportación chino. A su vez, la rebaja del yuan hace más inaccesibles para el comprador chino las materias primas, que cotizan en dólares, lo que debilita su demanda y el precio de los recursos naturales, internacionalizando aún más el problema.

El multimillonario y economista George Soros se decantó por la teoría del canario en la mina y advirtió ayer que la situación china podría anticipar otra crisis como la de 2008.

Suspendido el bloqueo automático

China anunció ayer que suspende desde hoy el nuevo mecanismo de bloqueo automático de las Bolsas que entró en vigor el pasado lunes y que ya ha sido activado en dos ocasiones en la semana ayudando a propagar las turbulencias locales en los mercados de todo el mundo. “Actualmente, los efectos negativos del mecanismo son mayores que los efectos positivos. Por tanto, la Comisión Reguladora del Mercado de Valores de China decide suspender el mecanismo interruptor para mantener la estabilidad del mercado”, afirmó un portavoz del organismo, Deng Ken, en un comunicado divulgado por la agencia oficial Xinhua. El anuncio, a última hora de ayer en China, ayudó a rebajar las pérdidas en los mercados europeos. En paralelo, como hoy expiraba la prohibición impuesta en julio a los accionistas de referencia de las compañías vender sus carteras durante seis meses, China impuso ayer que solo puedan vender un 1% durante los tres próximos meses y que deban preavisar con 15 días si lo van a hacer.

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