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Qué planes tienen la Fed, el BCE, el Banco de Japón y de China

La inversión continúa al abrigo de los bancos centrales

Thinkstock
Nuria Salobral

Ante una crisis planetaria que alcanzó magnitudes sin precedentes en los países desarrollados, los bancos centrales se convirtieron en el salvavidas de las principales economías del mundo gracias a la aplicación de millonarias inyecciones de liquidez que, iniciadas en 2008, ya parecían haber alcanzado el grado de infinitas. Este entorno, en el que los tipos de interés han descendido al cero y abaratado los costes de financiación, está en cambio a puntos de registrar un primer cambio de gran calado: la primera subida de tipos de interés en EE UU desde 2006.

Los inversores llevan temiendo este momento desde que en mayo de 2013 la Reserva Federal anunciara el principio del fin de sus compras de deuda, el recurso habitual del que han echado mano para impulsar sus economías tanto el banco central estadounidense como el japonés, el británico y, por último, el BCE, una vez agotada la vía tradicional de las bajadas de tipos de interés. Aquella fue la primera advertencia de que las cosas, tarde o temprano, estaban condenadas a cambiar y de que los mercados no iban a nadar para siempre en un mar de liquidez. De hecho, los estímulos monetarios han tenido a las Bolsas y a la renta fija como principales beneficiarios, antes incluso de la economía real y de que el amplio catálogo de medidas extraordinarias se haya traducido en crecimiento económico y empleo. Así, mientras la Bolsa y la deuda acumulan una rally que dura ya varios años, el mercado laboral o el crédito a duras penas despiertan.

Las políticas de los bancos centrales han sido por tanto el faro que ha guiado a los inversores. La dependencia de los estímulos monetarios ha llegado al extremo y solo en los últimos tiempos realidades más tangibles como un incipiente crecimiento económico o la progresiva mejoría de los resultados empresariales están intentando tomar el relevo como motor de los mercados. Y, pese a que el alza de tipos en EE UU –a la que los inversores dan ahora un 50% de probabilidades a que suceda en diciembre– va a marcar el fin de una era, el mercado no va a quedar huérfano de la protección de los bancos centrales. Los expertos confían en una adaptación gradual a un nuevo escenario, en el que la Fed no elevará tipos de forma drástica y en el que aún queda para rato el estímulo del BCE y del Banco de Japón.

En definitiva, un entorno en el que cada banco central tendrá la mira puesta en el desmantelamiento futuro de los estímulos sin dañar la inversión, lo que continúa dejando oportunidades. “Sí habrá volatilidad, pero el cambio de rumbo en los tipos de interés será muy gradual. Los bancos centrales seguirán favoreciendo un buen entorno para la inversión y la liquidez”, resume José Andrés Martínez, analista de mercados de AFI. Y después de todo, si terminan los estímulos será porque ha llegado por fin la recuperación.

Reserva Federal

Es sin duda el banco central que más ha concentrado la atención de los inversores en los últimos meses. La idea lanzada por la propia Fed de que un alza de tipos antes de que acabe el año era posible quedó enfriada en septiembre, cuando la institución constató nuevos riesgos financieros –concentrados en el peligro de una crisis en China de alcance mundial– que aconsejaban esperar y ver el posible impacto que podrían tener sobre la economía de Estados Unidos.

El mensaje tras la reunión de esta pasada semana ha sido mucho más optimista y la Reserva Federal ha aludido al ritmo “moderado” de recuperación económica –aunque el PIB preliminar del tercer trimestre arroja un alza del 1,5% desde el 3,9% anterior–, avanzando que el debate sobre el alza de tipos se retomará en la reunión de diciembre. Tras el encuentro de esta semana, ha crecido de forma significativa el porcentaje de quienes creen que esa subida llegará antes de que acabe el año, sin que esto haya creado apenas sobresaltos en el mercado. “Los inversores son conscientes de que la Fed subirá los tipos, que es algo que pide ya la economía de Estados Unidos. Las probabilidades de un alza en diciembre son altas”, añaden desde AFI, donde aplazan sin embargo ese momento a marzo de 2016. Para Nomura, el comunicado de la Reserva Federal “sugiere que es probable una subida de tipos antes de lo que habíamos esperado. Hemos incrementado esa posibilidad en diciembre y marzo y rebajado la idea de que pueda ser más allá de marzo del próximo año”. El banco japonés apuesta también por marzo, ya que ve con escepticismo que los datos macroeconómicos vayan a ser lo bastante fuertes como para elevar tipos ya en diciembre. Es decir, que todo quedará sujeto a la evolución de las grandes variables macroeconómicas.

Otro elemento que bien podría alterar el calendario para la subida de tipos en EE UU es la decisión que adopte el BCE en su reunión del próximo 3 de diciembre, previa a la del 16 de ese mismo mes de la Fed. Mario Draghi ya anticipó su diáfana disposición a disparar con más estímulos, a la vista de que la baja inflación persiste pese a los esfuerzos de la institución que preside por impulsarla. Una nueva ronda de estímulos por parte del BCE –ampliación del programa de compras o rebaja adicional del interés de la facilidad de depósito– debilitaría sin duda al euro frente al dólar, que se vería aún más fortalecido con un alza de tipos ese mismo mes. Goldman Sachs prevé una apreciación para el dólar del 20% hasta finales de 2017 y augura una caída para el euro a los 0,95 dólares en un plazo de doce meses.

Bank of America Merrill Lynch reconoce que un nuevo impulso de estímulos del BCE, o de cualquier otro banco central, podría retrasar o parar el alza de tipos en EE UU. Sin embargo, “a menos que se produzca otro movimiento inusualmente fuerte en el dólar, más estímulos del BCE deberían tener un efecto positivo en EE UU”, añade, con la idea de que el alcance de la política del BCE va más allá de la zona euro. Para José Andrés Martínez, analista de mercados de AFI, “lo prioritario para la Fed no es tanto el tipo de cambio sino la inflación y el empleo. La apreciación del dólar no va a ser determinante en su decisión”.

Banco Central Europeo

Si los inversores tienen a su favor un alza de tipos en EE UU que ni mucho menos será abrupta ni inesperada, no menos favorable será la nueva ronda de estímulos por parte del BCE con la que cuentan, después del mensaje lanzado por Mario Draghi el pasado 22 de octubre. Royal Bank of Scotland considera que el potencial con que cuenta el BCE para actuar en diciembre es fuerte y apuesta por una prolongación del programa de compras de deuda –de 60.000 millones de euros al mes– hasta al menos marzo de 2017, frente al fin estimado en principio por la institución en septiembre de 2016, y por un recorte de 10 puntos básicos en la facilidad de depósito, hasta -0,30%. Esta segunda medida ampliará la capacidad de fuego del BCE, al que se le abre un nuevo abanico de activos disponibles para la compra ya que el límite de rentabilidad negativa de los activos que puede adquirir está ahora en el -0,20%, justo el interés de depósito.

Después de todo, el BCE cuenta aún con mucho más margen que cualquier otro gran banco central (véase gráfico) para ampliar el tamaño de su balance, ya que ahora equivale a apenas el 20% del PIB de la zona euro, frente al 90% del Banco Central de Suiza, el más apalancado en función del tamaño de su economía, o el 30% que ronda la Fed. RBS calcula que la ampliación del plan de compras del BCE (QE) a otro tipo de activos –como préstamos hipotecarios o deuda corporativa– podría llegar a duplicar el tamaño de activos disponibles para su adquisición, hasta un universo de 19 billones de euros.

Los expertos coinciden en que la ampliación del QE abre nuevas oportunidades de inversión en deuda, toda vez que hay un fuerte comprador como el BCE dispuesto a adquirir activos.

Banco de Japón y de China

El nerviosismo que en agosto causó la posibilidad de un frenazo de la economía china se ha calmado y la opinión ahora más extendida es que el gigante asiático está en una desaceleración económica, no en una crisis. Una percepción a la que ha contribuido el Banco Popular de China con sus medidas más recientes, como la nueva rebaja de tipos anunciada hace una semana, del 4,6% al 4,35% –la sexta en lo que va de año–, el recorte de la tasa de depósito del 1,75% al 1,5% y el descenso del requerimiento de reservas a la banca en 50 puntos básicos, con el fin de estimular el crédito. “Los mercados han empezado a desechar la idea de un aterrizaje forzoso en China”, reconoce Bank of America Merrill Lynch. Para Julius Baer, que incluso recomienda comprar el índice MSCI China, “si las autoridades chinas logran convencer al mercado de sus decisiones, el sentimiento del inversor se tornará positivo de nuevo muy rápido”.

El Banco de Japón reconoció este viernes que la caída del crudo retrasa en el tiempo su objetivo de alcanzar una inflación que ronde el 2%. Y sigue dispuesto a mantener los estímulos. “La acción concertada de los bancos centrales es probable que conduzca a un rally de fin de año”, auguran en Julius Baer. La protección que brinda al inversor la política monetaria, pese a deberse a una frágil recuperación económica, sigue por tanto asegurada.

carios o deuda corporativa– podría llegar a duplicar el tamaño de activos disponibles para su adquisición, hasta un universo de 19 billones de euros.

Los expertos coinciden en que la ampliación del QE abre nuevas oportunidades de inversión en deuda, toda vez que hay un fuerte comprador como el BCE dispuesto a adquirir activos.

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Sobre la firma

Nuria Salobral
Es jefa de la sección de Inversión en el fin de semana y redactora especializada en temas financieros y política monetaria. Trabaja en Cinco Días desde 2006, donde ha cubierto la quiebra de Lehman Brothers, el rescate a la banca española o las decisiones del BCE. Nacida en Madrid, es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense.

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