La UE dobla el margen de emisiones de los motores diésel
Las potencias del sector europeo del automóvil, entre ellas España, han logrado hoy doblar el margen de emisiones de NOx propuesto por la Comisión Europea para las nuevas pruebas de homologación de los motores diésel. La industria podrá doblar el máximo permitido durante el período transitorio y superarlo en un 50% de manera permanente.
La decisión se ha adoptado en Bruselas durante una larga reunión del llamado Comité técnico de motores de vehículos, uno de los foros a nivel ministerial que utiliza la UE para matizar, diluir o endurecer la letra pequeña de las directivas. En la cita de hoy, celebrada en plena resaca del escándalo Volkswagen, los representantes de países como Alemania, Francia, Italia, Reino Unido o España lograron suavizar drásticamente las nuevas pruebas de homologación de los motores diésel en relación con la propuesta inicial planteada por Bruselas.
Las nuevas pruebas se realizarán en carretera y no en laboratorio como hasta ahora. Pero se aplicarán más tarde de lo previsto por la Comisión y permitirán un margen de desviación muchísimo mayor. Sólo Holanda ha votado en contra, mientras que la República checa se ha abstenido.
El período transitorio, en el que las pruebas de laboratorio seguirán siendo válidas, se prolonga hasta 2019, dos años más de lo propuesto. Y durante los próximos cuatro años, se permitirá la homologación de motores que emitan en carretera hasta 168 miligramos por kilómetro, es decir, más del doble que los 80 miligramos establecidos por la directiva. Bruselas proponía una desviación de sólo el 60%. Pero los Estados miembros han decidido elevarla al 110%.
Las pruebas en carretera pasarán a ser las definitivas a partir de 2020. Y desde esa fecha, la desviación en las emisiones tolerada será del 50%, es decir, hasta 120 miligramos por kilómetro. La Comisión había propuesto una desviación del 20%, pero los técnicos de los ministerios de Industria han decidido doblarla.
La decisión del Comité es definitiva. Y confirma la intención de los países de la UE de cerrar filas para defender al diésel, una tecnología europea que domina hasta el 50% del mercado automovilístico del continente.