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Columna
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La realidad de los banqueros centrales

Los banqueros centrales se están volviendo más abiertos sobre los límites de sus poderes. Tal vez no tienen otra opción, ya que la inflación se niega obstinadamente a responder a sus esfuerzos para elevarla. Su sinceridad da nueva munición a aquellos que quieren que los gobiernos hagan más para ayudar al crecimiento.

Un ejemplo es el reciente documento de trabajo del gobernador de la Fed de San Francisco John Williams y Thomas Laubach, economista de la Fed, que analizan si los tipos de interés muy bajos se han convertido en una característica permanente de la economía. Para ellos, los tipos naturales, podrían seguir siendo muy bajos durante algún tiempo.

Pero mientras ambos funcionarios de la Fed consideran que sería deseable buscar formas de aumentar esta tasa de equilibrio, no dicen nada sobre la política fiscal. Dicen solo que la tarea está fuera del ámbito de la política monetaria.

El aumento de la financiación no es la única forma en que los gobiernos pueden ayudar a las economías

Ewald Nowotny es menos tímido. El representante austríaco en el Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo aseguró en una entrevista publicada el 19 de octubre que el banco central tendrá que mantener la calma y mostrar que tiene el control de la inflación. Pero agregó que los gobiernos podrían tener que aflojar las políticas fiscales para impulsar la actividad económica. Faltaba la advertencia habitual del BCE sobre la importancia de respetar las normas de la Unión Europea que limitan el tamaño de los déficits.

Por supuesto, el aumento de la financiación no es la única forma en que los gobiernos pueden ayudar a las economías. El BCE pide regularmente reformas de los mercados de trabajo y de productos. Estos pueden mejorar el rendimiento en el tiempo.

Sin embargo, cuanto más pidan los banqueros centrales que alcancen sus metas de inflación, menos confiarán en sus propios instrumentos políticos. Bajo tales circunstancias deprimentes, cada vez estarán más tentados de cuestionar la ortodoxia fiscal. Muchos activistas contra la austeridad, que han estado haciendo hincapié este punto desde hace algún tiempo, darán la bienvenida a estos aliados inesperados.

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