De la victoria al purgatorio: los puntos calientes del nuevo Gobierno griego
Ni el giro de 180 grados de julio, cuando el Ejecutivo de Syriza pasó de pedir el “no” en el referéndum sobre el rescate a firmar unas condiciones más duras de las iniciales, ni el corralito bancario han pasado factura. Por tercera vez en menos de 10 meses los griegos han dado su respaldo a Alexis Tsipras, el primer ministro izquierdista capaz de triunfar tanto desde el discurso rupturista de enero como desde el pragmatismo actual.
En términos políticos, la tarea de Tsipras es aparentemente sencilla. Apenas le separan seis escaños de la mayoría absoluta y, aunque ha optado por repetir la extraña coalición con Griegos Independientes, podría apoyarse también en el Pasok o To Potami, opciones preferidas por Bruselas.
Tanto el renovado pragmatismo de Tsipras y su margen de maniobra permiten que el mercado no se asuste: esta mañana el bono griego a dos años baja al 10,37%, mínimo en varios meses mientras la Bolsa de Atenas empata. Analistas como Barclays Capital califican esta mañana de “un positivo statu quo” el resultado electoral. “Tsipras tiene un claro mandato para hacer cumplir el memorando”. También Mohamed El Erian, ex gestor de Pimco, mostraba su confianza hoy en que sea Syriza quien encarrile la crisis.
Menos fácil es la labor que tiene por delante Tsipras. Uno de los principales objetivos de Syriza en enero, modificar la dinámica de los rescates, no se consiguió: la troika seguirá supervisando en detalle cada aspecto del MoU (memorando de entendimiento) y su cumplimiento es condición para que se desembolse cada tramo del rescate: una evaluación continuada para conseguir los 86.000 millones en nuevas ayudas firmadas en julio.
De entrada, en las próximas semanas llega la primera revisión del programa, que exigía medidas inmediatas en pensiones, banca y privatizaciones para proseguir con los desembolsos (3.000 millones de aquí a fin de año). Atenas necesita el rescate para pagar la deuda (no tiene acceso al mercado) y para la exigida recapitalización del sistema financiero.
No será fácil. Tsipras ya ha dado el primer aviso al repetir coalición con ANEL, una escisión del grupo Popular que es una declarada enemiga de la troika. Bruselas hubiera un gobierno tripartito, junto a liberales y socialistas, pero Tsipras ha preferido la opción más desagradable e incómoda para la UE.
Fuentes europeas advierten que, por si acaso, se administrará con cuentagotas cualquier concesión a Atenas. La renegociación de las condiciones de la deuda comenzará este otoño pero se prevé prolongarla durante meses o años aprovechando que Atenas no afronta grandes vencimientos hasta 2019. Las mismas fuentes reconocen que "el único arma de que disponemos para disciplinar a Tsipras son los plazos del rescate, así que cada entrega se supeditará a un cumplimiento muy estricto de las condiciones".
A favor de Tsipras juega la creciente división de la troika. El FMI se ha negado a financiar este tercer rescate, por sus dudas sobre la racionalidad económica del nuevo memorándum. El organismo que dirige Christine Lagarde considera que la deuda griega es insostenible si no se le suavizan de manera inmediata las condiciones de financiación (plazos más largos, más años de carencia y tipos de intereses más bajos).
El otro temor de Bruselas es la actitud que adopte el reelegido Tsipras en materias como política internacional, las relaciones con Rusia o la crisis de los refugiados. Durante su primer y breve mandato, Tsipras nunca bloqueó ninguna decisión europea como estrategia de presión en la negociación del rescate. Pero una vez que el programa está cerrado, podría endurecer su política y recurrir a los "chantajes" políticos habituales en muchas capitales europeas.
"Gobierno sólido"
De momento, los primeros mensajes desde Bruselas han sido claros: “Estoy deseando ver la rápida formación de un nuevo Gobierno con un fuerte mandato para continuar el proceso de reformas en Grecia”, aseguró el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem. “Ahora se necesita rápidamente un Gobierno sólido preparado para generar resultados”, escribió en Twitter el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz.
Desde Grecia, el primer mensaje (además del pacto con Griegos Independiente) ha sido también claro la reestructuración de la deuda es “la mayor y más importante batalla”, según declararon esta mañana a Reuters fuentes del Ejecutivo. Para ello necesitará, obviamente, la confianza de los acreedores.
Levantar las restricciones de capital, el famoso corralito, es otro de los objetivos de Syriza. Para ello, debe completar la recapitalización de la banca antes de fin de año. También en este sentido necesita que la troika dé luz verde a los fondos, cuya cuantía se conocerá en el próximo mes o dos meses. Si todo va sobre ruedas (algo poco probable teniendo en cuenta el historial de las partes), Atenas podría aspirar a beneficiarse del programa de compras de bonos del BCE, del que Grecia está excluida.
Al menos, hay un aspecto en el que Tsipras tiene ventaja: el apoyo masivo del electorado y la escasa capacidad de movilización de la escisión contraria al rescate es un mandato claro para llegar a acuerdos. Ahora bien, después de cinco años de desencuentros, el optimismo sobre Grecia es un bien más que escaso.