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¿Conservador o arriesgado? El peligro de olvidar la inflación en tu plan de inversión

La mayoría somos conscientes de la necesidad de ahorrar para cubrir necesidades futuras, desde comprar una casa o cubrir imprevistos como quedarnos en paro hasta asegurarnos el nivel de vida en la jubilación. Y cada vez tenemos más claro que con solo ahorrar no es suficiente, dado que en el actual entorno de tipos bajos –que se prolongará en el tiempo- conseguir rentabilidad por nuestro dinero para minimizar nuestro esfuerzo es complicado.

Así, muchos ahorradores se plantean la inversión de su dinero y buscan los productos que creen más adecuados. Pero para tener éxito en nuestras inversiones, antes de elegir el producto, hay que entender bien las necesidades que tenemos, elaborar un plan financiero. Y a la hora de diseñar este plan, hay que tener en cuenta una serie de variables más allá de si somos un inversor conservador o si tenemos un perfil con mayor tolerancia al riego.

Porque muchas veces sucede que un inversor, basándose en creencias erróneas, hace una mala inversión. Todos hemos oído alguna vez que los depósitos y los bonos son una opción segura, que invertir en bolsa es demasiado arriesgado y nos puede provocar pérdidas o que con el ladrillo nunca pierdes.

Una de las principales variables a tener en cuenta y que a menudo se olvida es el efecto de la inflación cuando trazamos nuestro plan. Si por querer evitar la pérdida elegimos la opción más conservadora sin más consideraciones, puede suceder que a largo plazo suframos una pérdida aún mayor que la que nos habría ocasionado la bolsa. Dejar de ganar podría ser igual que perder: la inflación es el mayor enemigo de los inversores conservadores. La rentabilidad real de nuestras inversiones es la rentabilidad que nos dan los activos menos los impuestos y menos la inflación.

Lo que nos cuesta la inflación

Cuando hablamos con algunos de nuestros clientes, es frecuente escuchar frases como “estoy harto de perder dinero, así prefiero tener el dinero en una cuenta corriente o debajo de la almohada antes que sufrir las caídas de la bolsa” o “yo no tengo tiempo para estar preocupándome por mis inversiones y prefiero un producto seguro”. Esta decisión –dejar el dinero sin invertir o en un producto con una rentabilidad igual o inferior a la inflación- les va a llevar, con un 100% de probabilidad, a perder una parte de su poder adquisitivo en el futuro.

Vamos a verlo con un ejemplo con números. Si tengo 100.000 euros ahorrados, ¿la mejor opción es la más conservadora? Si dejo ese dinero en la caja fuerte o bajo el colchón, dentro de 20 años tendré solo 67.000 euros, debido al efecto de la inflación (escenario calculado con el 2%, que es el objetivo europeo). Por no hacer nada habría perdido 33.000 euros.

Puedo optar por un depósito o invertir en letras del Tesoro, con una rentabilidad aproximada del 1%. Este caso, dentro de 20 años mis 100.000 euros de hoy valdrán 78.000. Para que mi dinero no pierda valor debería buscar una inversión que me dé un 2,5% de rentabilidad, teniendo en cuenta una inflación del 2% y unos impuestos sobre la ganancia del 20%.

Teniendo en cuenta esto, a la hora de planificar nuestras inversiones, deberíamos buscar un objetivo de rentabilidad ligeramente superior a la inflación para no perder dinero. Y hoy en día esto es prácticamente imposible de conseguir sin asumir determinado nivel de riesgo. Eso sí, si comprendemos las opciones que nos ofrece el mercado y los riesgos que implica cada una, las decisiones se ajustarán mucho mejor a nuestras necesidades. En esta tarea contar con un consejero profesional puede ser de gran ayuda.

*Paula Satrústegui, directora de Planificación financiera en Abante.

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