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Columna
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Proteger el talón de Aquiles de Grecia

Los bancos griegos son el punto más débil de su sistema económico. Se han visto afectados por una tormenta perfecta desde que el gobierno de izquierda radical de Alexis Tsipras llegara al poder en enero. La salida de depósitos, que ha sido una característica periódica de la crisis griega, despegó de nuevo. Los bancos fueron cerrados y los controles de capital impuestos después del referéndum sobre la conveniencia de aceptar las demandas de los acreedores de la zona euro y el Fondo Monetario Internacional.

Además, la larga recesión, brevemente interrumpida el año pasado, ha vuelto con una venganza. Los préstamos en mora, que alcanzaron el 35% de todos los préstamos a finales del año pasado, se incrementarán a más del 40% en 2015-2016, según predicen los Servicios Inversores e Moody’s.

Como resultado, los bancos, que ya han sido recapitalizados varias veces durante la crisis griega, necesitan otra inyección de capital de entre 10.000 y 25.000 millones de euros. Hasta que eso ocurra, el Banco Central Europeo, que ha estado autorizando liquidez de emergencia para las entidades financieras, no estará dispuesto a levantar los controles de capital. Y mientras esos últimos duren, cada vez más empresas se declararán en bancarrota, haciendo que los bancos acumulen préstamos aún más tóxicos.

Afortunadamente, hay razones para ser moderadamente optimistas. Aunque la gente votó en el referéndum en contra de los términos exigidos por los acreedores de Grecia, Tsipras ha llevado a cabo un cambio de sentido y ahora está participando en conversaciones constructivas. Es bastante probable que se cierre en breve un acuerdo que ofrezca a Atenas hasta 86.000 millones de euros a cambio de reformas profundas.

El BCE se está dando prisa para evaluar la cantidad de capital que necesitan los bancos griegos

Mientras tanto, el BCE, que supervisa a los bancos griegos, se está dando prisa para completar una evaluación de la cantidad de capital que necesitan. Los acreedores también parecen haber excluido la peor opción para la recapitalización de los bancos: un bail-in de los depositantes no asegurados. Esto habría implicado la conversión por la fuerza de una parte de sus depósitos en capital del banco.

Es una buena idea, en teoría, apuntar a los acreedores de un banco en problemas en lugar de rescatarlos con dinero de los contribuyentes. Pero solo es sensato en la práctica con suficiente capital y deuda para recibir el golpe sin dañar a los depositantes. Los bancos griegos no tienen mucho margen.

Sería preferible una recapitalización directa porque cortaría el vínculo entre Gobierno y prestamistas del país. Atenas ya no podría inmiscuirse en su gestión. Tampoco el Estado, que ya prácticamente está en quiebra, podría cargar con hasta 25.000 millones de euros en préstamos adicionales. Una ventaja extra es que, si la zona euro directamente fuera propietaria de los bancos, la confianza de los depositantes se impulsaría de inmediato y se podría levantar rápido los controles de capital.

Una de las razones por las que esta opción no ha sido la elegida se debe a que las directrices del Mecanismo Europeo de Estabilidad requieren una recapitalización interna antes de que se pueda inyectar capital.

Otra cuestión es si Grecia debe crear un banco malo. España e Irlanda tuvieron éxito al crearlos después de que fueran rescatados hace unos años. Hasta ahora, sin embargo, los acreedores no han favorecido un acuerdo similar en Grecia. Una de las razones es que les preocupa que Atenas pudiera tirar de los hilos. El gobierno reforzó este miedo con la propuesta de un banco malo estatal. Pero hay una solución obvia: asegurarse de que la sociedad de gestión de activos es controlada por inversores privados.

Sin embargo, otra cuestión es si los bancos griegos deben contar los activos por impuestos diferidos como parte de su capital. Estos son el derecho a no tener que pagar impuestos futuros porque las pérdidas del pasado han sido muy grandes. Son una forma controvertida de capital porque no pueden usarse para absorber más pérdidas en el presente y tal vez, en tal caso, no sean realmente capital. Representan en la actualidad más de la mitad del capital de estos bancos.

Incluso si los activos por impuestos diferidos no se excluyen por completo, debería haber límites en la cantidad de bancos que pueden utilizarlos en el cálculo de su patrimonio.

Los bancos griegos son su talón de Aquiles. Ahora hay una oportunidad de limpiarlos adecuadamente. Sería una vergüenza si se desperdiciara.

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