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El interés de su deuda sigue en récord

Las apuestas bajistas contra Abengoa se disparan un 20% en dos semanas

Sede de Abengoa
Sede de Abengoa

El mercado ha detectado una presa fácil y se ha lanzado a por ella. El 23 de julio está señalado en rojo en el calendario de los accionistas y los directivos de Abengoa. Ese fue el lunes negro en el que comenzó el ataque a la compañía. Sus acciones se han hundido un 60,8% desde entonces, la empresa ha perdido unos 1.500 millones de capitalización y la rentabilidad que los inversores exigen a su deuda se ha disparado.

El interés de los bonos del grupo con vencimiento en marzo del próximo año sigue en niveles récord. Ayer cerró al 32%, cuando a principios de julio pagaban el 5%.

Merrill avisa del riesgo de que la ampliación falle

Las casas de análisis siguen de cerca los movimientos y los planes de Abengoa, y al compás de la caída de la cotización, han rebajado su precio objetivo. Exane BNPParibas se lo ha recortado hasta los 1,5 euros por acción, desde 4 euros, y Santander hasta 2,7 euros por título desde 4,1. Merrill Lynch publicó ayer un informe en el que le degrada la valoración teórica a 1 euro por acción, desde 4,15 y hace varias advertencias a navegantes. Primera, avisa de que levantar 650 millones en capital no será tan fácil sin un plan de negocio creíble y añade que la operación corre riesgo de ejecución. Segunda, duda de la liquidez de Inversión Corporativa, sociedad a través de la que la familia Benjumea controla el 57% capital y en torno al 40% derechos políticos. Esta ha dicho que acudirá a la ampliación, pero no en qué proporción. Merrill avisa de que, si la capitalización falla, Abengoa tendría que estudiar otras fórmulas, como una transformación de deuda en acciones. Desde la compañía defienden el derecho de suscripción preferente de los actuales accionistas, entre los que destaca la familia Benjumea, pero abren la puerta a que entren nuevos inversores. A la pregunta de si se incorporarán nuevos accionistas en el proceso de recapitalización, desde la compañía aseguran que “es posible”. En la ampliación de capital de Abengoa de 2013, cuando captó 450 millones, los Benjumea acudieron con 80 millones.

Tanto la acción como la deuda de Abengoa siguen atrapadas en una espiral especulativa. Los seguros contra el impago de la deuda (CDS, por sus siglas en inglés) son un factor clave en estos bruscos movimientos. La compañía, que en un principio había promovido su uso, los acusa de las fuertes oscilaciones en su deuda y en sus acciones. Los CDS para la deuda a cinco años cerraron ayer en el entorno de los 3.000 puntos básicos. Esta cotización implica que por cada 10 millones de euros en deuda se deben pagar 3 millones para conseguir la garantía en caso de impago. Los CDS de la deuda a un año cotizan incluso por encima, a más de 3.700 puntos básicos. Abengoa ha tratado, sin éxito, de desactivar este factor especulativo.

La compañía se recuperó ayer en Bolsa un 5%, hasta 1,097 euros por título, y en el mejor momento de la sesión llegaron a dispararse un 14%. Pero los analistas consultados avisan de que, al menos de momento, esto no es más que un rebote y que Abengoa sigue cuestionada.

La falta de confianza en el grupo se ha trasladado a las apuestas bajistas que pesan sobre él. A cierre del pasado 20 de julio, antes de la caída en desgracia en los mercados de la firma, el número de acciones prestadas de Abengoa era de 285 millones, según datos de BME. A cierre del 4 de agosto, la cantidad de títulos había aumentado un 20% hasta 340 millones, equivalentes al 37% de su capital. El préstamo de títulos es el mejor termómetro de la presión bajista que sufre una compañía, pues esas acciones se ceden por algunos socios –usualmente fondos de inversión o inversores de largo plazo–, a cambio de un precio, a inversores que apuestan por la caída de las acciones. Las toman prestadas para venderlas, recomprarlas a continuación y embolsarse la diferencia.

Por ejemplo, un inversor bajista que alquilara las acciones de Abengoa para venderlas a 2,801 euros –el cierre del 20 de julio– y después cerrara la operación (ejecutando una compra por el mismo número de títulos) al precio al que finalizaron ayer, de 1,097 euros, habría ganado, sin apalancamiento, 1,7 euros por acción en poco más de dos semanas.

Pese al rebote de los títulos de Abengoa de ayer, la especulación en el mercado de deuda sigue por todo lo alto. Los bonos que expiran en abril de 2020 dan un 21%. Estos rendimientos cierran por completo la posibilidad de Abengoa de financiarse en el mercado. Los inversores mantiene dudas sobre su posición de tesorería real, pese al mantra de la compañía, que reitera que tiene unos 1.300 millones de euros de caja disponible. La situación se deterioró de forma abrupta el pasado lunes, cuando Abengoa vino a reconocer que su situación era insostenible.

Pese a que siguió defendiendo que no tiene problemas de tesorería, anunció una ampliación de capital de 650 millones de euros, de los que 300 irían destinados a amortizar deuda. Eliminará además otros 375 millones de euros en bonos a finales de año, según adelantó en la conferencia del 23 de julio su consejero delegado, Santiago Seage.

Abengoa ha aumentado, además, la venta prevista de activos, desde los 400 a los 500 millones, después de que las inversiones realizadas en el primer semestre (capex) hayan reducido a la mitad su estimación de flujo de caja libre (liquidez tras impuestos, inversiones y necesidades de financiación de corto plazo) para el conjunto de 2015. Ahora calcula un rango de entre 600 y 800 millones, frente al entorno de los 1.400 millones estimados en principio.

Los gastos financieros son un problema que la compañía admite y que quiere arreglar. Pagó 438 millones en intereses entre enero y junio de este año –un 29% más que en los mismos meses del año pasado– y que prácticamente se comen sus beneficios operativos (ebit), que sumaron 440 millones. El plan de la empresa pasa, por lo tanto, por acelerar de manera decisiva la reducción de deuda –a 30 de junio su pasivo neto alcanzaba los 6.669 millones– para bajar el importe que abona en intereses. El objetivo último es que su mejor situación financiera termine reflejándose en su calificación crediticia. Abengoa quiere que su rating suba un escalón, hasta BB– desde B+ de acuerdo a la metodología de Standard & Poor’s, a finales de 2016.

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