_
_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Invertir en la jubilación

Desde mediados del siglo pasado se ha producido un profundo cambio demográfico en la sociedad europea. Una población que envejece conlleva la presencia de más jubilados, que viven más tiempo y cuentan con el apoyo financiero de una población activa cada vez menor. Estas circunstancias han afectado también a España donde, según las últimas proyecciones demográficas del INE, si se mantienen las tendencias actuales, en 2029 uno de cada cuatro españoles superará los 65 años y la esperanza de vida al nacimiento alcanzará los 84 años para los hombres y cerca de 89 en las mujeres.

Este contexto ha ejercido una presión potencialmente inviable en la sostenibilidad de los sistemas de pensiones tradicionales, con consecuencias que han afectado directamente a la sociedad. Por un lado, se han comenzado a acometer importantes reformas en los sistemas de previsión social, como sucedió en España a finales de 2013. Por otro lado, ha aumentado la necesidad de que los ciudadanos complementen y autofinancien su jubilación mediante alternativas de ahorro e inversión. Estas cubren en gran medida la diferencia sustancial que el abandono del mercado laboral supone en relación a los ingresos previos al momento del retiro.

Que la pensión media de España sea aproximadamente la mitad del salario medio del país es quizá el mejor ejemplo de este escenario. Por ello, cada vez más personas han comenzado a plantearse la necesidad de buscar un nivel adecuado de percepción de rentas ante un futuro financiero más prolongado y difícil.

En este cambio de mentalidad ante el ahorro, los fondos de inversión empiezan a jugar un papel cada vez más relevante, especialmente para quienes buscan mayores rentabilidades sin renunciar, por ello, a la liquidez. De hecho, según la CNMV, desde diciembre de 2012 los fondos de inversión han registrado 27 meses de crecimiento continuado en España y el número de partícipes ha crecido más del 53%.

Este cambio no ha estado, sin embargo, exento de desafíos, especialmente si consideramos que muchas fuentes tradicionales de ingresos regulares ofrecen actualmente una rentabilidad muy baja. La solución ante esta realidad podría residir en las numerosas fuentes alternativas de rentas interesantes que existen a escala mundial. Combinar las diferentes ventajas de los activos que distribuyen rentas periódicas en todo el mundo ofrece a los inversores la capacidad de obtener mayores ingresos y reducir los riesgos derivados de invertir en una única clase de activo.

Las claves para conseguir rentas periódicas sostenibles y disfrutar de un futuro financiero cómodo podrían resumirse en dos. La primera es la intención de revalorizar el capital. Si el capital crece, la cuantía de las rentas que se perciben también aumentará y esto es de suma importancia para los inversores que buscan rentas periódicas, especialmente para aquellos que quieran ahorrar para la jubilación. Mientras estamos en activo, las subidas salariales anuales nos pueden ayudar a proteger nuestros ingresos de la inflación. En cambio, los jubilados se enfrentan al riesgo de que su poder adquisitivo se vea mermado debido al aumento del coste de los bienes y servicios con el paso del tiempo.

Por lo tanto, es fundamental que los inversores eviten imputar esas rentas a su capital e intenten revalorizarlo y generar unos ingresos naturales invirtiendo en activos que brinden rentas periódicas.

El segundo elemento es buscar unos ingresos regulares que sean sostenibles. Creo que los inversores que tienen como objetivo obtener rentabilidades altas podrían verse obligados a invertir en áreas con mayor riesgo. Estas podrían ser muy volátiles y perjudicar al capital y, por ende, a las rentas, especialmente en el actual contexto de bajas rentabilidades.

De este modo, es mejor posicionarse en activos con fundamentales sólidos a medio plazo, que permitan tolerar la volatilidad futura de manera más fácil, en vez de simplemente buscar rentabilidades altas en activos con un riesgo excesivo. Además, cuando los inversores tienen como objetivo que su capital crezca, incluso una rentabilidad relativamente modesta proporcionará mejores resultados que otro tipo de estrategias que busquen una mayor rentabilidad sobre una base rígida o menguante. Esto se debe al potencial de crecimiento que las rentas periódicas presentan con el paso del tiempo.

Teniendo en cuenta todos estos factores y en el contexto actual, podemos proponer una fuente sostenible de rentas periódicas que aumenten en el tiempo y que, en último término, nos permitan mantener el nivel de vida deseado durante nuestra jubilación. Se trata de contar con una cartera diversificada, con un enfoque flexible en términos de asignación para asegurar que invertimos en la combinación correcta de activos en el momento adecuado.

Ignacio Rodríguez Añino es responsable de M&G en España

Newsletters

Inscríbete para recibir la información económica exclusiva y las noticias financieras más relevantes para ti
¡Apúntate!

Archivado En

_
_