Mensaje a Beijing -- Europa no está en venta
Desde el inicio de la crisis, los líderes europeos han intentado -- con mayor o menor éxito – aplicar programas de estímulo (obras públicas, reducción a mínimos de los tipos de interés, aumento de deuda pública) para generar crecimiento y empleo. El popularmente conocido como Plan Juncker (oficialmente Fondo Europeo de Inversión Estratégica) pretende financiar miles de proyectos y emplear a más de un millón de europeos. Dicho objetivo se lograría con financiación del Banco Europeo de Inversiones y aportaciones de los estados miembros, cuyo capital atraería al del sector privado, permitiendo ofrecer préstamos a miles de empresas para proyectos en infraestructuras, TIC, energías renovables, eficiencia energética, formación y otros sectores económicos de futuro. Hasta el momento Alemania, Francia, Italia y Polonia han aportado 8.000 millones de euros cada uno, mientras que España y Luxemburgo han comprometido cantidades algo inferiores. La Comisión ha recibido hasta ahora propuestas para llevar a cabo 2.000 proyectos cuyo valor total ascendería a 1,3 billones de euros.
China está ampliando su influencia en el mundo mendiante inversiones y compras de materias primas. Pero sus inversiones no respetan estándares laborales y medioambientales mínimos e ignoran la corrupción y la responsabilidad social corporativa. Recientemente Beijing consiguió que varios miembros de la UE se convirtieran en fundadores del Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras, iniciativa encabezada por China a la que se opone los EEUU.
China amenaza constantemente con fuerza militar a sus vecinos para afianzar sus reivindicaciones sobre aguas e islas situadas fuera de su jurisdicción, lanza ataques cibernáuticos contra EEUU y sus aliados, entrena a norcoreanos para que ejecuten dichas tareas (ataque contra Sony), continua amparando al dictador norcoreano, bloquea intentos de imponer sanciones al gobierno de Siria, y reprime violentamente a movimientos nacionales como el tibetano y de Xinjiang o que reclaman mayores libertades en China. Asimismo obstruye mediante su veto en el Consejo de Seguridad de la ONU la imposición de sanciones a gobiernos represivos. La prevista inversión china de miles de milllones de dólares en el Fondo europeo exigirá como contrapartida que la UE apoye la construcción de infraestructuras de transporte y energéticas entre China y distintas regiones – entre ellas Europa. Esto facilitará que Putin pueda exportar el petróleo y gas natural que desee a China, con lo cual el dictador ruso gozará de más capacidad de presión sobre Europa en materia energética.
En lugar de pedir inversiones poco trascendentales a una China que junto con Rusia constituye la mayor amenaza geoestratégica tradicional para Occidente, la UE haría bien en avanzar las negociaciones del Acuerdo sobre Inversiones y Comercio con los EEUU, TTIP) y desarrollar una política energética común que aproveche las exportaciones de gas natural licuado procedente de EEUU para disminuir la dependencia de Moscú.