Vuelo de prueba de Bombardier
El fabricante canadiense Bombardier muestra largos retrasos y una subida en el presupuesto de los aviones CSeries en el Salón Aeronáutico de París esta semana. Los pedidos a menudo son un importante indicador de la demanda.
La compañía de 5.700 millones de dólares canadienses (unos 4.100 millones de euros) está intentando escapar de un prolongado episodio de turbulencias. La decisión de detener el desarrollo de un nuevo reactor arrastró a Bombardier a una pérdida neta de unos 1.160 millones de euros el año pasado. Los márgenes se han ido reduciendo y el apalancamiento ha ido en aumento. Su deuda es ahora casi siete veces el Ebitda previsto para 2015. Esa es una gran razón por la que se está deshaciendo de parte de su fabricante de trenes.
La salida a bolsa separada llevará al área aeroespacial un mejor enfoque. Los CSeries más pequeños, que han necesitado dos años más de lo previsto y 2.000 millones de dólares más de lo que originalmente tenía previsto invertir, ha registrado solo 243 pedidos en firme desde 2004.
Debería haber demanda de este tipo de aviones de fuselaje estrecho. Se pronostica que el número de pasajeros crezca de 3.300 millones de dólares en 2014 hasta 7.300 millones en 2034, según la Asociación Internacional de Transporte Aéreo.
Pero los retrasos de Bombardier pueden salir caros. Muchas de las ventajas en eficiencia que prometen los CSeries han sido igualadas por los competidores. Los fabricantes chinos y rusos también están vendiendo más baratos los productos de la competencia. Los acontecimientos globales también podrían pasar factura. El petróleo barato da a las aerolíneas menos razones para reemplazar sus viejos aviones con modelos de bajo consumo. Todos estos factores entran en juego y dan alguna indicación sobre si Bombardier podrá despegar.