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Entre sus retos destaca el desembarco en África

El Gaitero, la sidra de los emigrantes y los indianos

La empresa fue creada hace 125 años en en el Concejo de Villaviciosa (Asturias) Su producción alcanza los 30 millones de botellas envasadas al año

Publicidad de los años sesenta en el metro de Madrid.
Publicidad de los años sesenta en el metro de Madrid.Sidra El Gaitero

A pesar de ser famosa en el mundo entero, a Sidra El Gaitero aún se le resiste un mercado, el chino, y tiene un reto por delante, la conquista del continente africano. Estas son las dos grandes apuestas –reconocen en la empresa– para un 2015 en el que esta bebida espumosa cumple 125 años. Más de un siglo en el que ha enlazado dos Asturias, la de los emigrantes que embarcaron, sin pasaje de vuelta, rumbo a las Américas y la de las aldeas marítimas, rurales o de las cuencas mineras, a las que regresaron los indianos, tras hacer fortuna al otro lado del charco.

Luminoso en un quiosco de bebidas de Buenos Aires en 1922.
Luminoso en un quiosco de bebidas de Buenos Aires en 1922.Sidra El Gaitero

Cronología

1888. Los hermanos Alberto y Eladio del Valle, financiados por Bernardo de la Ballina y Ángel Fernández, adquieren la maquinaria necesaria para dar comienzo a la champanización de la sidra en el Concejo de Villaviciosa (Asturias).

1890. La empresa Valle, Ballina y Fernández se pone en marcha.

1895. Eladio del Valle y Ángel Fernández abandonan la sociedad y transfieren sus derechos a Obdulio Fernández Pando.

1900. Los socios invierten y apuestan por centralizar la producción de El Gaitero en un solo lugar, La Espuncia.

Década de los cincuenta. José Cardín Fernández, sobrino de Obdulio, moderniza las instalaciones y la maquinaria y diversifica la gama de productos con dulces y turrones.

Este buscarse la vida allende los mares junto con la habilitación del puerto de Gijón en el siglo XVIII para el comercio marítimo, y su consiguiente apertura hacia la ruta atlántica, son dos de las claves del origen y el devenir de esta sidra de Villaviciosa. Hay que sumarle una tercera: los deseos de progreso de una generación ilustrada asturiana que apostó por los plantíos de manzanos (pomaradas) y por la industrialización de la zona como motor económico de Asturias.

La llegada de la mecanización, de las fábricas, de las industrias, cambió además el paisaje rural. Poco a poco, las costumbres metropolitanas fueron ganando terreno. Comenzaron a llenarse las tascas –los chigres– dedicadas a la venta y el consumo de sidra). Hasta 1850 solían estar vacías.

El nuevo comercio con las Américas obliga a pensar en cómo conservar esta bebida en condiciones óptimas durante su viaje a través del mar. La solución llegaba de la mano de un descubrimiento de origen médico y farmacéutico: la máquina champanizadora, utilizada en los balnearios para las aguas medicinales. Esta nueva herramienta, que genera la burbuja carbonatada de la sidra y la conserva para su consumo, permitirá a los emigrantes asturianos embarcar el sabor de su tierra hasta Argentina, Colombia, México, Venezuela, República Dominicana, Cuba y el resto de países en los que se asentaron.

En 1888, los hermanos Alberto y Eladio del Valle, financiados por Bernardo de la Ballina y Ángel Fernández, adquirieron este tipo de maquinaria con la idea de iniciar la champanización de la sidra en el Concejo de Villaviciosa. Un año más tarde vería la luz su empresa, Sidra El Gaitero.

Poco después, entraría en la compañía el indiano Obdulio Fernández Pando, a quien habían cedido sus derechos dos de los fundadores. Este avezado empresario, que había adquirido gran parte de su experiencia en Acapulco (México), decide comprar unos terrenos con una ubicación estratégica junto a la ría.

Allí se instala, en las primeras décadas del siglo XX, el recinto fabril La Espuncia, el cual ha ido creciendo hasta alcanzar los 40.000 metros cuadrados y ha sido declarado Patrimonio Industrial por la sección española del Comité Internacional para la Conservación del Patrimonio Industrial. Este enclave favorece el transporte en barco del producto y la salida a los puertos de Gijón, Santander y Pasajes (País Vasco).

También se deben a Fernández Pando las primeras incursiones publicitarias. Carteles en puntos de venta, publicidad exterior, material fílmico e incluso algunas de las primeras piezas radiofónicas de la historia de España fueron dando a conocer la Sidra El Gaitero más allá de Asturias.

Tras la Guerra Civil y la II Guerra Mundial, José Cardín, nieto de Fernández Pando, fue capaz de revitalizar la herencia recibida. Modernizó las instalaciones y la maquinaria. Diversificó la gama de producto, con el lanzamiento de dulces y turrones.

El mayor mérito, sin embargo, de este médico fue convertir la imagen de la marca en un símbolo de identidad. Su apuesta por una estrategia dirigida por el publicista asturiano Manuel Brun hizo que todos los medios de comunicación de los años sesenta se llenasen con anuncios de esta bebida espirituosa de manzana. Sidra El Gaitero, famosa en el mundo entero serán dos proposiciones ligadas desde entonces.

Publicidad en la playa de San Lorenzo de Gijón en 1930.
Publicidad en la playa de San Lorenzo de Gijón en 1930.Sidra El Gaitero

Un proceso de siete pasos con lenguaje propio

En Asturias se produce el 80% de la sidra que se elabora en España. Son siete los pasos, con terminología propia, que han de respetarse para obtener esta bebida espumosa de sabor entre la amargura y el dulzor.

En primer lugar, las manzanas han de permanecer en las pomaradas –plantaciones de manzanos– hasta después del verano.

Luego, vienen las pañadas, el proceso de recogida en el punto óptimo de maduración de la fruta. Más tarde, llega el momento de romper el fruto para que salga su jugo o mayar. Una vez roto, se forma una pasta que pasará a una prensa, para terminar de extraer todo el zumo.

Antiguamente, después venía el recogido de este en un fusu para de allí, pasarlo a los cascus, los barriles grandes donde los jugos fermentan. La primera fermentación, la alcohólica, se conoce como ferver. La segunda, la maloláctica, se llama cocer. Pasados cinco o seis meses, se comprueba que el proceso ha terminado antes de pasar a embotellar el liquido y gasificarlo.

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