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Columna
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Los ‘europesimistas’ miran a largo plazo

El pesimismo de los inversores sobre la moneda única está cada vez más arraigado. La señal más clara no es la caída del euro por debajo de 1,09 dólares por primera vez en casi un mes. Después de todo, sus fortunas a corto plazo dependen del momento en que suban los tipos de interés de Estados Unidos y los acontecimientos en Grecia. En cambio, a largo plazo el pesimismo de los inversores se pone al descubierto en el mercado de opciones de divisas.

Los derivados que dan a los inversores el derecho de vender euros han exigido durante mucho tiempo una prima sobre aquellos que les permiten comprar la moneda única. Pero lo que es notable es que la prima de las opciones de venta con vencimiento entre seis meses y un año a partir de ahora está en su punto más alto desde 2012. Esto muestra un sesgo fuerte y persistente en contra de la moneda única. Una preferencia tan fuerte es más destacable porque la moneda única subió 10 centavos de dólar con respecto a los mínimos de 12 años en marzo

También hay dudas a corto plazo como las relacionadas con la economía de EE UU o la situación en Grecia

Hay una buena razón por la que los pesimistas del euro están tan convencidos. Parece que la presidenta de la Reserva Federal estadounidense, Janet Yellen, elevará los tipos de interés en algún momento de este año, mientras que el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi mantendrá la compra de bonos del gobierno de la zona euro hasta bien entrado 2016. En consecuencia, los inversores creen que la moneda única, finalmente, se debilitará frente al dólar.

Lo curioso es que la fuerte convicción sobre el largo plazo coexiste con algunas dudas a corto plazo como resultado de la incertidumbre acerca de qué tipo de sorpresas podría dar la economía estadounidense en los próximos meses o la situación en Grecia. Estas dudas a corto plazo se reflejan en las volatilidades implícitas de las opciones de cambio euro / dólar.

Tras los últimos giros del mercado, casi no se puede culpar a los pesimistas del euro por darse más tiempo para probar que están en lo cierto.

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