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Especial Universidades. En portada

Estudiar en Europa a precios españoles

Cursar un grado o un máster en otro país y en otro idioma es una opción cada vez más demandada. La subida de las tasas universitarias y la caída de las becas hace que en muchos casos cueste lo mismo o incluso menos.

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Elena G. Sevillano

Beatriz Elejabeitia, de 17 años, tiene estos días la cabeza en dos cosas: los exámenes finales de Bachillerato y la inminente Selectividad, y la preparación de la que espera será su nueva vida en Alemania a partir del otoño. Está casi decidida a estudiar Economía en Colonia.

“Lo hago principalmente por el idioma. Quiero tenerlo perfecto. Y también me apetece salir y formarme fuera de España”, relata.

La familia, que vive en Las Palmas de Gran Canaria, ha hecho un cálculo aproximado de los gastos de enviar a su hija a estudiar una carrera en Alemania: entre 600 y 700 euros mensuales. Es menos de lo que pagan ahora por su colegio, un centro privado alemán, y menos de lo que les costaría enviarla a la Península. “Amigos míos pagan 1.200 euros [anuales] solo por las tasas de Economía aquí, y ni siquiera es una universidad reputada”, señala.

La reciente subida de las tasas universitarias en España, la caída de las becas, la falta de oportunidades laborales de los jóvenes licenciados y las mayores facilidades para la movilidad dentro de Europa han contribuido a que cada vez más familias se planteen que sus hijos estudien fuera. No ya un curso con una beca Erasmus, sino una carrera completa.

En muchos países ya sale más barato que mudarse de ciudad dentro de España. Charo, madre de una estudiante que emigró hace dos cursos a Bélgica para estudiar Medicina, no se lo creía cuando comparó precios: suponía la mitad que quedarse en Madrid viviendo en un colegio mayor.

Entre las más caras

Los alumnos españoles en las aulas francesas han aumentado un 42% con la crisis

La universidad española está ahora entre las más caras de Europa, con unas tasas para estudiar un grado que oscilan entre los 700 y los 2.000 euros por curso en primera matrícula. Un informe reciente de la Comisión Europea la situó como la novena con los precios más altos de la Unión y señaló que España tiene 12 países por delante en cobertura de becas.

Ahora bien, hay grandes diferencias entre estudiar en un país o en otro. En 11 de ellos, las tasas son gratuitas, según el informe El coste de estudiar en Europa. Precios, becas, préstamos y otras ayudas al estudio en las universidades europeas (2013-14), elaborado por el Observatorio del Sistema Universitario. Se trata de Austria, Dinamarca, Estonia, Finlandia, Grecia, Malta, Noruega, Reino Unido (Escocia), Suecia, Turquía y Chipre.

En otros 12 países (se estudiaron 38 regiones de 33 Estados), el precio máximo de un curso de grado oscila entre los 7 euros de la República Checa, los 41 euros de Polonia o los 183 de Francia hasta los 1.066 de Portugal.

En el grupo de los más caros destacan el Reino Unido (Inglaterra y Gales), Eslovenia, Irlanda y Hungría. Las variaciones entre países, que se extienden a la política de becas, también se dan dentro de España, donde estudiar la misma carrera cuesta el doble dependiendo de la comunidad autónoma. El coste medio de un crédito en Cataluña (33,5 euros) triplica el de Galicia (11,9 euros), según los últimos datos del Ministerio de Educación.

Francia es, según explica Floriane Civadier, responsable del servicio de asesoramiento Campus France en Madrid, el segundo lugar de destino de los estudiantes nacionales, después del Reino Unido, con casi 6.500 inscritos en el curso 2013-2014. Sus cifras muestran el espectacular incremento de los alumnos españoles en las aulas francesas. Solo entre 2008 y 2013 la subida fue del 42%.

Otra forma de medir el interés de las familias es contar las consultas que hacen a Campus France, situado en la Embajada. La primera oficina abrió en Madrid en 2008 y unas 140 familias acudieron para entrevistas personales. “El año pasado acogí a 1.012”, señala Civadier. La elevada demanda les ha obligado a abrir oficinas en Barcelona y otras ciudades españolas, dentro de los Institutos franceses o en las Alianzas francesas. “Y en septiembre abrimos en Santiago de Compostela, Vigo, Oviedo y Valladolid”, añade.

“El interés básico de los estudiantes españoles por ir a Francia es el idioma”, asegura Civadier. Es el quinto más hablado del mundo y el único, junto con el inglés, que se habla en los cinco continentes, añade. “También les atrae el valor añadido de una experiencia internacional en la búsqueda de empleo”.

La calidad es otro de los puntos fuertes que destacan quienes se interesan por el país vecino. Civadier destaca que siete de sus universidades están en el ranking del Times Higher Education y 21 en el de Shanghái. “Y no hay que olvidarse del aspecto económico. El coste de los estudios en Francia es muy asequible”, añade. Un grado cuesta 184 euros al año. Un master, 256 euros. Estudiar en una de las prestigiosas “grandes escuelas” públicas, 610 euros al año.

Sin tasas

En Alemania no se pagan tasas propiamente dichas. Lo único que se les pide a los estudiantes universitarios es que abonen lo que se conoce como “contribución semestral”, que ronda los 250 euros según la universidad y los servicios que incluye. Es decir, el curso sale por unos 500 euros, según el Servicio Alemán de Intercambio Académico (DAAD).

Marc Reznicek, director del DAAD de Madrid, explica por qué muchas familias se interesan por las universidades alemanas: “En primer lugar, la calidad. Tienen buena fama por la orientación a la investigación y a la aplicación. También por el grado de empleabilidad después de los estudios. La economía fuerte y la inversión en ciencia e innovación son importantes, sobre todo cuando no se crean nuevas plazas en las universidades españolas”.

Reznicek asegura que atienden muchas consultas sobre estudios en Alemania, aunque el pico máximo lo registraron en 2012. El número de estudiantes españoles en sus universidades ha aumentado un 60,3% entre 2008 y 2013, según datos de la oficina estadística federal.

Otra cosa es el coste de vida. El DAAD calcula que un estudiante necesita, de media, 670 euros al mes para pagar el alojamiento, la comida y otros gastos. Reznicek añade que el precio medio de una residencia está en 240 euros al mes, pero con bastante variedad regional. “Muchos estudiantes pagan una habitación en un piso compartido, que de media cuesta 298 euros al mes”, añade.

En Francia, el CROUS ofrece residencias universitarias por 120 euros al mes en habitación individual y 350 euros mensuales en un estudio, explica Civadier. Y el Gobierno francés tiene becas de alojamiento (tanto para residencia como para piso compartido) que varían entre los 50 euros de una habitación en residencia hasta los 250 euros de un piso en París que cueste 600.

“Cada año recibimos más preguntas”, aseguran en la Embajada de Suecia. “Las familias se interesan sobre todo por la posibilidad de aprender dos lenguas a la vez, inglés y sueco”.

Igual que en otros países nórdicos, como Dinamarca, las tasas universitarias son gratuitas para los alumnos europeos. Allí el mayor problema puede ser el alojamiento, tanto en residencia como en piso compartido. Y no hay ayudas: “Se estima que un estudiante necesita unos 800 o 900 euros mensuales para mantenerse en Suecia”, avisa Rosa López desde la Embajada.

La vuelta a casa con el título

Con la mayor salida de alumnos españoles a estudiar un grado o un máster al extranjero han aumentado también las consultas sobre cómo homologar los estudios a la vuelta, o convalidar una parte si regresan a España a continuarlos, aseguran fuentes del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. En cuestión de equivalencias y reconocimiento de títulos, hay casi tanta casuística como países y estudios.

A diferencia de lo que pudiera parecer, el Espacio Europeo de Educación Superior (Plan Bolonia), creado para favorecer la convergencia europea, no significa que los títulos europeos se homologuen automáticamente entre países. Siempre hay que cumplir unos requisitos y presentar las certificaciones académicas correspondientes (suelen ser la duración oficial, en años académicos, el plan de estudios seguido, las asignaturas cursadas y la carga horaria de cada una de ellas). En España, por ejemplo, y a diferencia de otros países, se pide traducción jurada.

El lugar más adecuado para saber lo que se necesita es el NARIC, una red de centros de información europea que en España tiene sede dentro del ministerio. Ofrece información sobre todos los procesos de homologación y reconocimiento profesional (tanto dentro del país como en otros estados si la intención es dar validez en el extranjero a un título obtenido en España). Homologar títulos extranjeros a grados o másteres nacionales tiene desde el año pasado unas tasas de 160 euros. Es el doble de lo que se pide para los títulos de licenciado, ingeniero superior o arquitecto (80 euros). España también tiene convenios sobre reconocimientos a efectos académicos con varios países: Alemania, Italia, Francia y China.

Si el título universitario oficial habilita para el ejercicio de una profesión (médico, farmacéutico, arquitecto, abogado…), los requisitos son algo diferentes y se tienen que consultar en las órdenes ministeriales correspondientes si la intención es ejercer en España.

Antes de escoger el centro académico y los estudios que se van a cursar, los expertos recomiendan consultar los listados de titulaciones oficiales que publica cada país. Solo se pueden homologar los oficiales. En España es el RUCT (Registro de Universidades, Centros y Títulos) el que proporciona la información relevante. Hay equivalentes en otros países europeos. Allí están inscritos los nuevos títulos de grado, máster y doctorado oficial. Si unos estudios no figuran, es que no son oficiales.

Adrián de Minteguiaga, en el campus de la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica.
Adrián de Minteguiaga, en el campus de la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica.Delmi Álvarez

Medicina en Bélgica

Adrián de Minteguiaga, de 19 años, estudia Medicina en la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica), en Bruselas, la más antigua del país y la más reconocida. “Me quería ir de España”, asegura como primera razón para trasladarse. “Pero además no me daba la nota y me negaba a ir a una universidad privada y pagar miles de euros”, añade.

En Bruselas le cuesta 890 euros la ma­trícula anual, que incluye las tasas, la práctica de deporte y una tarjeta cultural con descuentos para cine y museos. Las tasas para los estudiantes de países de la UE son iguales que para los belgas; si proceden de fuera de Unión, son superiores.

Adrián vive en una residencia en el campus de la universidad, en un edificio nuevo, pero no comparte. Por 520 euros al mes, con electricidad y agua, tiene un para él solo un estudio con cocina y baño. Calcula que la comida le puede suponer otros 150 o 200 euros al mes.

Miriam Jiménez.
Miriam Jiménez.

Residencia barata en Alemania

Miriam Jiménez, de 20 años, estudiante de segundo de Arquitectura en Aquisgrán (Alemania), partía con ventaja respecto a otros españoles que han ido a cursar sus estudios a esta pequeña ciudad universitaria llena de Erasmus: ella ya dominaba el idioma cuando llegó. Para los muchos que aterrizan con peor nivel, las universidades ofrecen cursos intensivos gratuitos al inicio de los semestres.

También ponen facilidades con el alojamiento. La habitación de 12 metros cuadrados en la residencia pública donde vive Miriam cuesta 180 euros al mes, incluidas agua y electricidad. Comparten una cocina entre cuatro. El acceso a Internet supone cuatro euros al semestre. “Mis padres me suelen poner 600 euros al mes en la cuenta. Y con eso vivo muy bien, me sobra, hasta me da para caprichos”, explica al teléfono.

Aunque hace años que tenía claro que estudiaría la carrera en Alemania, la familia de Miriam, que vive en Las Palmas de Gran Canaria, también calculó cuánto costaría que estudiara en otra ciudad española. “Mandarme a Alemania era más barato que mandarme a la Península”, asegura. “Una residencia o un colegio mayor son mucho más caros, aunque es cierto que allí lo tienes todo incluido: comida, limpieza…”.

Las tasas también ayudan. Paga 234 euros al semestre, que incluyen el transporte gratuito no solo en la ciudad, sino en todo el Estado (Bundesland) de Renania del Norte-Westfalia.

Tras dos años, afirma estar encantada con la ciudad y con los estudios en la universidad de ciencias aplicadas FH Aachen, donde encuentra algunas diferencias con lo que sucede en España, por ejemplo en las altísimas tasas por repetir: “Aquí solo puedes hacer la misma asignatura tres veces. Si no la apruebas, te echan de la carrera”.

Andrea Novoa Hidalgo.
Andrea Novoa Hidalgo.Santi Burgos

Muchos españoles en Burdeos

Andrea Novoa Hidalgo, de 19 años, cuenta que, incluso viviendo en su propio piso en el centro de Burdeos, estudiar Medicina en Francia le está saliendo más barato que hacerlo en Madrid. No le daba la nota para cursar la carrera que quería en una universidad pública –la nota de corte media es de 12 en todas las facultades españolas– y se negaba a ir a una privada, así que optó por aprovechar su dominio del francés.

“El otro día hablaba con unos amigos y no se creían que me cueste menos de 200 euros el año entero. Es casi lo que pagan ellos por matricularse en una asignatura”, dice. El alquiler de su estudio, que no comparte, le cuesta 450 euros (con gastos como electricidad e Internet, 530) pero el Estado francés le ha concedido una beca de 176 euros.

“Sé que las mejores universidades están en París, pero quería quedarme más al sur. Ya conocía Burdeos, y pensé que me sentiría más cómoda aquí”, relata en Madrid, donde pasa unos días de vacaciones tras acabar los exámenes. Asegura que hay muchos estudiantes españoles que, como ella, no están como Erasmus, sino para estudiar la carrera completa.

Estar en una universidad pública le parece sinónimo de calidad aunque no figure entre las de más renombre. Cursar Medicina en Francia es muy distinto a hacerlo en España, explica. En el primer curso, las facultades aceptan a todos los alumnos y después funciona un sistema que llaman “de concurso” que criba casi al 80%. En el caso de Andrea, de 1.800 presentados, solo 340 podrán seguir en las aulas.

Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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