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El segundo gran triunfo de Mario

Los mercados son a la vez tozudos y volubles. Dos características opuestas en apariencia pero compatibles cuando de por medio hay seres humanos. Quitar una idea de la mente de los bolsistas es muy difícil: supone convencerles no de que tienes razón, sino de que vas a convencer a un número indeterminado personas como ellos. No hay que hacer que alguien cambie de opinión, sino de se juegue su dinero apostando por que los demás lo hagan.

Mario Draghi lo ha hecho en dos ocasiones. Entre 2012 y 2013 convenció al dinero de que el euro no se rompería. Este año ha dejado claro que no se quedará corto en sus estímulos para sacar a la zona euro de la deflación. Una victoria menos épica, menos importante, pero tan complicada o más que la primera. El objetivo, menos glorioso, es que todo sea un poco más “normal”. Y Mario ha trabajado para ello desde agosto, cuando empezó a deslizar sus mensajes sobre las compras de deuda, hasta diciembre, cuando logró la mayoría necesaria en el consejo del BCE.

Debajo está el gráfico de “algo” bastante abstruso: las perspectivas de inflación a largo plazo en la zona euro, también conocidas con el sugerente nombre de 5Y5Y Inflation swap. Es una de las medidas que toma el BCE para medir las expectativas de los inversores a largo plazo. Tocó suelo por debajo del 1,5% y ha repuntado hasta el 1,8%, en línea con el objetivo oficial del BCE: una inflación por debajo, pero cercana, al 2%. En plazos más cortos las expectativas de inflación han subido mucho más deprisa; del 0% a principios de año al 1% actual. Si optamos por mirar cosas más sencillas, el bono a 10 años español está en el 1,8% frente al 1% de hace bien poco, y el alemán ronda el 0,7%.

¿Qué significa todo esto? Principalmente, que el mercado considera que el mundo de los tipos al 0% no va a durar para siempre. O que, en todo caso, no va a compensar tener el dinero en activos a tipo cero porque, como suele ocurrir, la inflación nos hará perder dinero. En el último año esto dejó de ser habitual, porque la inflación en Europa ha estado en negativo o muy cerca del cero. El entorno de deflación se aleja, y eso es una buena noticia en primer lugar para la salud mental. No habrá alambicadas elucubraciones sobre lo que es o no la deflación o si ésta es buena, mala o mediopensionista.

Así que podemos poner a la deflación buena en nuestra nutrida baraja de criaturas económicas mitológicas engendradas en 2010-2015, junto con la contracción fiscal expansiva, la recuperación basada en exportaciones o las soluciones de oferta a una crisis de demanda. Que los tipos se alejen del 0% en el mercado de deuda es buena noticia, en la medida en que muestran un comportamiento normal. También es más o menos normal que el crédito en Europa empiece a crecer a buen ritmo (4,6%, el último dato de M3), pues es señal de que regalar el dinero, al fin, estimula los préstamos. Más normalidad

La paradoja final es que la normalidad conseguida por Draghi le presionará para cambiar su política, esto es, para retirar las compras de deuda. Las mismas elites (mayormente alemanas) que descargaron toda su artillería contra este plan usaran su éxito como munición de nuevo cuño.

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