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El Foco
Tribuna
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Un impulso a la innovación

Innovación. Esta es probablemente una de las palabras más pronunciadas en los últimos tiempos en el seno de las empresas, en las aulas de las escuelas de negocios, o hasta por parte de los políticos. Pero, más allá de las palabras, lo cierto es que España ha sufrido en los últimos años un retroceso en los rankings de innovación.

La Oficina Europea de Patentes (OEP) recibió el año pasado 2.485 solicitudes procedentes de nuestro país. Se trata de un 2,1% menos que en 2013. Además, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) el gasto en I+D fue de 13.012 millones de euros en 2013, lo que supone un 2,8% menos que el año anterior. El sector Administración Pública redujo su gasto en I+D un 4,7% en 2013 respecto a 2012 y en el sector empresas el gasto bajó un 2,6%. Asimismo, se redujo el gasto en innovación tecnológica, que se situó en 13.223 millones en 2013, un 1,3% con respecto al año anterior.

Frente a esta realidad los estudios muestran que crecimiento e innovación son dos términos íntimamente ligados. Hasta tal punto que la Encuesta Mundial de la Innovación 2013 de PwC afirma que las empresas más innovadoras crecerán hasta tres veces más rápido en los próximos cinco años. Por contra, los costes derivados de no innovar pueden ser muy altos. Las empresas no innovadoras están en riesgo de sufrir el llamado strategic drift o deriva estratégica. Ahí están algunas empresas líderes y aparentemente asentadas en sus respectivos mercados, que, como Kodak, por ejemplo sufrieron los efectos de no invertir decididamente en innovación.

La innovación es la savia para las empresas y lo es mucho más en un momento de cambios profundos y las empresas que no lo comprenden tenderán hacia la desaparición. Las 500 empresas de mayor tamaño en Estados Unidos que en el año 1958 cotizaban en el índice S&P500 permanecían en dicho índice una media de 61 años. En la actualidad esa permanencia ronda los 18 años, pero la previsión para 2025 es que su pervivencia se acerque a los 15 años. Es decir, no importan ni el tamaño ni la situación privilegiada de la que puedan disfrutar en un momento dado; hasta las empresas más grandes del mundo pueden desaparecer en 15 años si no innovan. La innovación es, por tanto, la esencia de la competitividad.

Y si la innovación es el ingrediente clave para garantizar la pervivencia de las empresas, ¿por qué razón parece haberse abandonado en España?

Los datos que muestran la caída de la inversión en innovación son preocupantes, pero no deben ser desmotivadores. Al contrario, nos deben servir para reaccionar y apostar decididamente por la I+D+i. Corea del Sur es un caso de estudio y debería servir de ejemplo de cómo se puede transformar el modelo productivo de un país con una estrategia a corto, medio y largo plazo apoyada por gasto en I+D, políticas de apoyo a la innovación, apuesta por la educación, la tecnología y el conocimiento. Hace pocas fechas, un grupo de grandes empresas de sectores tan dispares como las telecomunicaciones, las infraestructuras o el turismo, entre otros, coincidieron en la necesidad de innovar y reclamaron políticas de impulso al desarrollo tecnológico.

Las empresas no innovadoras tienen el riesgo de sufrir la denominada ‘deriva estratégica’

Las vertientes del apoyo a la innovación pueden ser múltiples y desarrollarse en los ámbitos público, privado y de la educación. Es importante que puedan adoptarse los necesarios incentivos que animen a las empresas a innovar pensando que pueden recuperar o monetizar parte de sus inversiones, pero las propias organizaciones, think tanks y escuelas de negocios jugamos un papel muy importante a la hora de favorecer un clima propicio.

Para favorecer el desarrollo de la innovación, es imprescindible la formación. De igual forma que el director financiero debe tener formación en finanzas y el de marketing en esta disciplina, el director de innovación de una empresa solo será capaz de impulsar esta disciplina de manera adecuada con una sólida formación. Una idea solo se convierte en innovación después de haber pasar por una serie de procedimientos sobre los que existe ya una dilatada experiencia y que pueden y deben aprenderse.

Los datos avalan esta afirmación Saltarse una serie de procesos que los académicos han ido estableciendo como necesarios, sale caro: el 75% de esas ideas fracasa. Por el contrario, aquellos emprendedores o intraemprendedores que tienen en cuenta una serie de pasos antes de lanzar su idea al mercado (ideación, creación en innovación abierta, design thinking, software ágil, modelos de negocio, lean start up y modelos de negocio) tienen éxito en un 99% de las ocasiones.

La innovación es una disciplina en toda regla que requiere del conocimiento de sus herramientas para lograr definir unos perfiles profesionales en las organizaciones que sean capaces de liderar y desarrollar la innovación incorporándola al ADN de la empresa.

Las escuelas de negocios tenemos que ser capaces de trasladar la necesidad de formar a los futuros innovadores fomentando las sinergias entre diferentes sectores y ámbitos e intentando encontrar oportunidades de innovación en las intersecciones. Debemos ofrecer una formación inspiradora e impulsora que integre la gestión y el desarrollo de negocio y que se nutra de las experiencias inspiradoras tanto de algunos momentos históricos como el del Renacimiento, considerado con el periodo más productivo de la historia, como de lugares geográficos como Silicon Valley, la cuna actual de la innovación.

Existen herramientas y se necesitan profesionales preparados en las organizaciones que puedan liderar y desarrollar la innovación.

Se trata, por tanto, de sumar esfuerzos desde todos los ámbitos y aprovechar el impulso de la recuperación para que España sea un país innovador y competitivo.

Luc Theis es director general de Deusto Business School

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