Túnez sigue siendo atractivo para cementeras y hoteles
Gowaii planea poner en marcha su segundo hotel en el país Vueling operará dos vuelos semanales a partir del próximo dos de abril
La presencia de empresas españolas es Túnez no es muy alta: unas 30, según el directorio de empresas elaborado por el ICEX en agosto del 2014, el último disponible. Un número bastante alejado de las 227 contabilizadas en Marruecos en mayo del año pasado o las 86 instaladas en Argelia a enero del 2015. Casi una semana después del atentado en la capital tunecina, reivindicado por el Estado Islámico, las compañías españolas en el país apuestan por pasar página y no vislumbran efectos negativos a corto plazo.
Tanto la Secretaría de Estado de Comercio como el ICEX consideran que aún es demasiado pronto para valorar las consecuencias de un ataque, que, según los expertos buscaba dañar el turismo, uno de los sectores con mayor importancia en el país, tanto por generación de riqueza, como por imagen en el exterior.
Las empresas consultadas por CincoDías coinciden en que aún no han tenido tiempo ni datos para valorar qué impacto puede tener sobre sus actividades. Los principales sectores en los que están implantadas son la agricultura, ganadería y floricultura; la fabricación de materiales de construcción; los hoteles y el textil.
Fuentes de Cementos Portland Valderribas, empresa propietaria de la mayor fábrica de cementos en Túnez, afirman que todo dependerá de cómo evolucionen las cifras macroeconómicas. “Nuestras ventas, en estos momentos, están dirigidas al pequeño consumo residencial. No a la obra civil ni a las grandes infraestructuras hoteleras. A no ser que la situación se degrade mucho, no debería de afectarnos”.
Una afirmación con la que están de acuerdo en el grupo de transporte Romeu, representante del armador estatal tunecino en España. “Por ahora no hay un impacto ni negativo ni positivo. Se trata de algo puntual. El peligro es que se convierta en habitual y entonces desaparezca el turismo, caiga el consumo y, por lo tanto, no haya demanda de mercancías”.
Entre las hoteleras españolas es Riu la que tiene mayor presencia, con diez hoteles, ninguno de ellos en propiedad, en las ciudades de Djerba, Hammamet, Port El Kantaoui y Mahdia. El último de ellos, el Riu Marillia, fue inaugurado en 2013 en la localidad de Hammamet, donde cuenta con otros tres hoteles. Fuentes de la compañía apuntan que en las zonas hoteleras, la situación es de tranquilidad y que los establecimientos continúan con su funcionamiento habitual. “Tampoco hemos notado una reducción en las ventas y esperamos, por el bien mundial, el máximo apoyo a este país, ejemplo de resultado positivo de la Primavera Árabe, que esta luchando para que una incipiente democracia se estabilice y perdure”, afirman desde la cadena hotelera.
Junto a Riu, se encuentran Vincci Hoteles, que cuenta con otros seis establecimientos, e Iberostar, con cuatro. We Are, la enseña hotelera del grupo Gowaii, opera un establecimiento y prepara la apertura del segundo. Entre las cadenas nacionales que tuvieron presencia en el país, pero que salieron de él, está Barceló, que tuvo hasta hace unos dos años un hotel bajo gestión cercano a la capital.
Entre las empresas que mantienen sus planes de llegada a Túnez está Vueling. La aerolínea tiene previsto iniciar sus vuelos a partir del 2 de abril con dos frecuencias semanales, que en agosto se ampliarán a cuatro. La pasada semana el presidente de la aerolínea, Álex Cruz, aseguró que pensaba “seguir adelante con el plan de vuelos” al país.
La aseguradora Mapfre es otras de las empresas españolas con presencia en el país, si bien, su actividad se reduce a actividades de asistencia, división que con una presencia reducida.
En líneas generales, empresas y expertos coinciden en subrayar la importancia de continuar con la presencia empresarial en el país. Rachida Justo, profesora del IE Business School, apunta que “la mejor manera de contrarrestar el aumento de la presencia del Estado Islámico es apoyando el desarrrollo económico de Túnez”. Mientras que Lluís G.Renart, miembro de The Africa Initiative del IESE se muestra convencido de que “la economía tunecina se va a resentir menos de lo que parece”.
El ataque terrorista es el primero que se produce contra turistas extranjeros en el país desde 2002, cuando un coche bomba estalló en la isla de Djerba.
Un duro golpe a una compleja transición
El atentado perpetrado por el Estado Islámico el pasado miércoles en el museo del Bardo, cerca del Parlamento tunecino, puede asestar un duro revés a la economía del pequeño país mediterráneo, que inició a principios de 2011 su proceso de transición democrática.
El Estado tunecino se había fijado para este año una tasa de crecimiento del PIB del entorno del 5 o 6%. Cifras bastante alejadas del 2,9% estimado por la división de análisis del periódico The Economist. Gonzalo Escribano, investigador principal del Real Instituto Elcano, considera que el ataque va a tener un grave impacto sobre el sector turístico, que había conseguido recuperarse, en cierta medida, desde 2011. “Ya habían conseguido llegar a algo más de los seis millones de turistas, pero ahora va a ser muy complicado”.
Y esto tendrá repercusiones muy negativas sobre la balanza comercial de un país que importa mucho más de lo que exporta, según este especialista. “Tanto la balanza comercial como la cuenta corriente de Túnez fueron deficitarias en 2014. La primera fue negativa en 6.578 millones de dólares y la segunda en 4.462 millones. La diferencia viene compensada precisamente por la llegada de turistas”.
Además, el ataque en la capital pone en cuestión la capacidad del Gobierno de mantener la seguridad, señala Escribano. “Y eso ahuyenta la inversión extranjera y el envío de remesas por parte de los inmigrantes que no confían en el futuro del país”.
Según el investigador, el Ejecutivo tunecino –compuesto por la coalición laica Nida Tounes y los islamistas moderados de Ennahda– no parece capaz de llevar a cabo las reformas estructurales que necesita la economía tunecina, como, por ejemplo, la privatización del amplio sector estatal.