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Tribuna
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Inteligencia económica: tarde, pero llegando

No vamos a descubrir ningún secreto si decimos que España normalmente se sitúa, por lo general y salvo alguna honrosa excepción, a la cola en nuevas técnicas de gestión empresarial. El caso de la inteligencia económica (IE), competitive intelligence (CI) para mercados anglosajones, no iba a ser diferente. Cabría explicar, basándonos en la excelente publicación La inteligencia competitiva; evolución histórica y fundamentos teóricos, que “hay autores que atribuyen a la IE funciones más amplias que a la IC porque incluyen la protección de los activos de información de las organizaciones en el ciclo de generación de la inteligencia. Esta protección se hace a partir de dos funciones: la gestión de los riesgos de información y la influencia sobre el entorno para hacer presión y lograr ciertas actuaciones del mercado, de legisladores, etc. (Larivet, 2009; Bégin et al, 2007). Estas funciones son las que en el ámbito de la IC se denominan contrainteligencia y normalmente quedan excluidas del ciclo tradicional de generación de inteligencia. Esa podría ser la causa de percibir la diferencia entre IE e IC por parte de los autores de lengua francesa”

El valor diferencial y estratégico de la información conlleva una ventaja fundamental en el mercado

Mientras que nuestros vecinos franceses lideran estas técnicas desde hace años, el resto de países de la Unión Europea no se han quedado atrás al emplear unas técnicas que, cuando menos, sirven para controlar el entorno económico que pisan empresas y países en el día a día.

Venidos del ámbito militar, los servicios de inteligencia económica persiguen el control de entornos competitivos, tecnológicos, jurídicos, sociales, reputacionales y, en definitiva, estratégicos para empresas y países. No se trata de estudios esporádicos, sino de suministro constante y recurrente de información clave que mejore la toma de decisiones en cualquiera de los campos mencionados.

Tradicionalmente, estos servicios eran propios y exclusivos de las grandes potencias económicas mundiales. Los avances tecnológicos y los cambios que han supuesto internet como fuente ilimitada de información han facilitado la entrada a las empresas, desde las multinacionales a empresas más modestas. El valor diferencial y estratégico de la información, de contar con ella apenas unas horas o unos días antes que la competencia conlleva una ventaja estratégica fundamental en un mercado global como el que vivimos.

A continuación vamos a exponer algunos datos sobre nuestra vecina Francia mediante los cuales será posible ver que, sí, la inteligencia económica es un caso de éxito que merece ser estudiado. Si el mercado de la inteligencia económica era de 125 millones de euros en 2004 y tenía un crecimiento anual de dos cifras en el sector privado, ahora es de 300 millones de euros diez años después. Como indica Alexandre Medvedowsky, presidente del Sindicato de Profesionales de la Inteligencia Económica francesa (Synfie), ya se están diferenciando las labores de consultoría de la enseñanza académica de la disciplina o, incluso, de la I+D+i en inteligencia económica desde asociaciones sectoriales diferentes. Por otro lado, en este país, los grandes grupos, como Total o Aréva, entre otros, cuentan con sus células de inteligencia económica orgánicamente dependientes de la presidencia, del departamento de estrategia o del consejo de administración y unos presupuestos anuales de decenas de millones de euros. Por último, el Estado utiliza esta disciplina para su propio beneficio y no de forma testimonial; el presupuesto anual de la Agencia para la Difusión de la Inteligencia Tecnológica (ADIT) es de 30 millones de euros, aparte de otras acciones en Cámaras de Comercio y agencias de promoción y divulgación que llegan hasta capilaridades insospechadas del tejido empresarial galo.

Pero no solo se limita a esto sino que también facilita información relevante a sus empresas en el extranjero y así garantizar la protección del patrimonio tangible e intangible de la République. Sin ir más lejos, la D2IE (Délégation Interministérielle à l’Intelligence Économique, dirigida por Claude Rével, experta en influencia estratégica) lanza guías de inteligencia económica para dummies –Le Guide du Routard de l’Intelligence Économique–, crea colaboraciones público-privado, tanto en formación como en proyectos, crea el Club de l’Intelligence Économique y, finalmente, sensibiliza al año a 80.000 empresarios de pymes francesas a través del programa Euclès en temas de metodología, herramientas y seguridad económica (siendo este último concepto uno de los bastiones del éxito de la estrategia gala de IE mediante el cual se genera un sistema de protección de tangibles e intangibles empresariales global, realista y aplicable sobre todo en pymes en temas reputacionales o de marca, además de en los habituales como gestión de activos, stocks, seguridad informática, etc.).

En un mercado en el que todos compiten con estas armas no nos quedará más remedio que adoptarlas

En este programa participan profesionales de la IE de empresas punteras como PSA-Peugeot, Sanofi, Citroën, Sogeti o Total junto a profesionales de la seguridad e inteligencia de la Gendarmería, la Dirección Central de Inteligencia Interior (DCRI), catedráticos de universidades (existe un acuerdo con la Universidad París-Dauphine) e, incluso, personal con amplia visión estratégica y global perteneciente al INHESJ (Institut National des Hautes Études de la Sécurité et de la Justice) muy versados en temas de inteligencia e influencia estratégica. Por supuesto, a esto hay que sumar que las propias empresas, conocedoras de las bondades de estos servicios, no dudan en invertir en los mismos, sabedoras de la cantidad de malas decisiones que les va a ahorrar hacerse con el control y anticiparse a los cambios del entorno. Y como, además, les apoya el Estado desde la influencia estratégica en la promoción de la marque France, para la cual trabajan fervientemente tanto Claude Rével, con toda su sabiduría y experiencia, como Nicole Bricq, ministra de Comercio Exterior, sus apuestas suelen ser más habitualmente ganadoras que las demás.

Bien distinto es el caso de España, donde el uso de estas técnicas está todavía arrancando y donde a diferencia de nuestros vecinos galos, el Estado permite salir a las empresas al extranjero con bajos niveles de información sobre su entorno, competencia, legislación o avances tecnológicos. Por supuesto que en el ámbito privado no son pocas las empresas que ya cuentan con células internas a diferentes niveles, normalmente muy ligados a ámbitos tecnológicos.

Por no mencionar las utilidades que tienen estos servicios en el control de la marca país... ¿Cómo se ve afectada la marca país cuando a Repsol le expropian YPF? ¿Cómo se ve afectada cuando Gas Natural se entera de que va a firmar un supuesto acuerdo en Ucrania con un delegado comercial suyo falso por valor de 850 millones de euros? ¿Cómo nos afecta perder los Juegos Olímpicos de Madrid 2020, por tercera vez? Todos estos hechos parecen ahora anecdóticos y no es cuestión de hacer leña del árbol caído pero... ¿Acaso en 2012 no había indicadores prematuros de que a Repsol se le acusaba de colonialismo en Argentina a través de varios periodistas afines a la presidencia? ¿Acaso el acuerdo de Gas Natural que se firmaba con el primer ministro Mykola Azarov y que se retransmitía en la televisión en directo no era algo perfectamente detectable y subsanable? ¿Acaso no somos conscientes de que hemos perdido tres veces los Juegos Olímpicos contra tres candidaturas distintas en las que o bien dirigía o bien intervenía la misma persona experto y propietario de una empresa de inteligencia económica de procedencia inglesa?

Nos costará un poco más o un poco menos, pero en un mercado en el que todos compiten con estas armas no nos quedará más remedio que adoptarlas si queremos sobrevivir. Esperemos que en breve términos como seguridad económica, control de riesgos reputacionales, protección de patrimonio tangible o intangible, generación de influencia, vigilancia de inversiones extranjeras, etc., nos suenen más familiares y, sobre todo, sepamos sacarles partido como ya hacen otros.

Por de pronto, numerosas entidades formativas, como la Universidad Autónoma, Icade, la Universidad Carlos III, etc., ya han sacado sus cursos y posgrados en inteligencia económica. Y como dice el refrán.

Bértol Gorospe y Hugo Zunzarren son socios directores de idInteligencia.

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