Los líderes empresariales también deben guardar las formas
La mala fama de los directivos empresariales entre sus círculos más cercanos se hace latente con demasiada frecuencia. Los buenos modales son tan necesarios que resultan decisivos para que estos líderes se mantengan siéndolo a largo plazo.
En nuestra posición de líderes, nos sentimos estupendamente mostrando gestos de amabilidad con los demás de forma esporádica. Sin embargo, a nuestros compañeros de trabajo y miembros de la familia no les va tan bien. Las razones son muy diversas: damos por hecho y creemos que estarán encantados de todos modos, o tal vez la familiaridad y confianza suele engendrar irritabilidad.
Sea cual sea la causa, la insolencia arruina las relaciones con los círculos más cercanos. Y aún así, los directivos de negocios siguen teniendo muy mala fama entre su personal y compañeros porque no aciertan a entender que los buenos modales son importantes.
Hacer resurgir el respeto y la amabilidad podría suponer una verdadera transformación en el grado de compromiso de los empleados. Estos son algunos ejemplos que ponen de manifiesto la falta de respeto y cortesía por parte de muchos directivos empresariales:
- Llegando tarde a las reuniones, haciendo que los demás pierdan su tiempo cuando tienen que mantenerse a la espera.
- Manipulando sus dispositivos electrónicos cuando se intenta mantener una conversación con ellos.
- Mandando mensajes de texto y emails durante las reuniones.
- No prestando atención durante las conversaciones telefónicas, lo que hace que se les tenga que repetir el asunto.
- No ofreciéndose a bajar el volumen cuando algún ruido está molestando a los demás.
- No diciendo nada al resto de personas al entrar en una sala.
- No devolviendo el saludo cuando alguien se dirige a ellos.
- Tomando prestado cosas de los demás sin pedirlas.
- Enfurruñándose y marchándose cuando se encuentran con mal estado de ánimo.
- Hablando en un tono autoritario cuando están alterados.
- Dándole con la puerta en las narices a alguien - ya sea intencionado o por las prisas.
- Utilizando el sarcasmo o el ridículo para avergonzar a los demás en temas delicados.
- Echándole una bronca a alguien delante del resto de gente para avergonzar y humillar a esa persona.
- Hablando solamente con determinadas personas dentro de un grupo.
- No ofreciendo ayuda cuando alguien transporta algo pesado.
- Omitiendo el "por favor" y "gracias" o cualquier expresión de agradecimiento por el trabajo realizado.
- No interesándose por los demás cuando han estado de baja por enfermedad.
Por supuesto, lo contrario de estas acciones son las pequeñas atenciones y gestos de amabilidad que transmiten un respeto hacia los demás, incitan al compromiso sincero con la empresa y, en última instancia, aumentan la credibilidad de los dirigentes cuando tienen que compartir algo de valor o importancia.
Adaptación del texto publicado por Dianna Booher en TLNT