El papel de las pymes en el fortalecimiento industrial
La economía europea se encuentra en una fase del ciclo en la que predominan tasas de crecimiento de la actividad productiva muy reducidas, tras haber experimentado en los últimos años un periodo prolongado de grave recesión. La economía española no es del todo ajena a esta realidad y, a pesar de que los efectos de las reformas estructurales han permitido situarnos en una mejor posición en estos últimos trimestres, es necesario apoyar aquellas actividades que fortalezcan nuestra competitividad y nos permitan alcanzar lo más rápido posible mayores tasas de crecimiento de la producción y del empleo a lo largo del tiempo.
El papel de las pequeñas y medianas compañías dentro del sector primario es muy relevante
Es aquí donde radica el potencial de la industria como catalizador de este proceso. Más que cualquier otro sector de actividad, la industria destaca por el uso intensivo de bienes de capital y por su capacidad de generación de crecimiento sobre otros sectores; en particular, sobre el sector servicios. La propensión exportadora de la industria, la orientación de sus procesos de I+D+i hacia el mercado y el nivel de formación y cualificación de sus ocupados son componentes que definen el potencial de crecimiento de cualquier economía, y nos permiten a los principales países industrializados depender en menor medida de las distintas fases del ciclo económico.
En el marco estratégico de política industrial de la Comisión Europea, cuyo objetivo es que en 2020 la industria contribuya con el 20% en el PIB de la UE, el Gobierno de España está impulsando un plan de reindustrialización y de apoyo al sector que permita convertir a estas empresas en dinamizadoras de la recuperación económica y de la mejora de la competitividad de la economía. En este sentido, se han presentado recientemente, por parte de la Secretaría General de Industria, 97 medidas que se estructuran en torno a diez líneas de actuación orientadas al fortalecimiento del sector y hacia la mejora de la competitividad de la industria española.
En España, según datos del Ministerio de Industria, el peso del sector industrial y energético es del 15,9% sobre el PIB y del 12% sobre el total de la ocupación. El papel de las pymes dentro de la actividad industrial es muy relevante. Aunque las pymes industriales suponen tan solo el 8,3% del conjunto de las empresas de menor dimensión, emplean, sin embargo, al 17,1% de los ocupados y suponen el 26,5% del total del valor añadido que producen el conjunto de las pymes. Si bien es cierto que, en el papel amplificador de las pymes industriales sobre la actividad y el empleo, nuestras empresas presentan dificultades derivadas de su falta de escala con respecto a nuestros principales competidores comerciales y que ello puede suponer un obstáculo importante para su continuidad en los mercados.
Sobre esta cuestión quisiera detenerme brevemente, puesto que se está extendiendo un estado de opinión que vincula las dificultades y falta de competitividad de la economía española al reducido tamaño de sus empresas. No me parece acertado este convencionalismo, ni estoy convencido de que las características de nuestra estructura empresarial sean el mayor de los condicionantes de nuestras debilidades competitivas. Es más, el tamaño de las empresas se ve también limitado por los obstáculos que presenta el entorno competitivo en el que operan y, en gran medida, su escala viene determinada por la naturaleza de la demanda de los bienes y servicios que atienden estas empresas.
Son empresas muy heterogéneas que requieren medidas adaptadas a sus circunstancias particulares
Los análisis comparativos que nos guían en el contraste de estas hipótesis se fundamentan en la disponibilidad de datos y en las clasificaciones que realizamos de los mismos. En este sentido, diseccionar a las pymes por tramos y límites de facturación y número de empleados nos permite hacer una fotografía comparable, pero no nos permite discernir sobre los matices más importantes. Y los matices en las pymes son muy relevantes, puesto que es un conjunto muy heterogéneo de empresas, con características muy diferenciadas, que comparten necesidades transversales, pero requieren medidas adaptadas a sus circunstancias particulares.
A la hora de la clasificación de las empresas, la Small Business Administration de Estados Unidos lleva a cabo una distinción de los 28 millones de pymes norteamericanas en empleadoras (5,7 millones de empresas con trabajadores) y en no empleadoras (unos 23 millones de empresarios autónomos y profesionales). De entre las primeras distingue tres tipos de empresas. Por un lado, las Main Street Small Business, que serían aquellas actividades de producción manufacturera, comercio y otro tipo de servicios de proximidad, con establecimientos muy localizados y con una importante vinculación familiar; estas son el mayor porcentaje de empresas con trabajadores (aproximadamente el 87%).
Por otro lado, las Large Company Suppliers, que son proveedoras regulares de grandes compañías y suponen en torno al 9% de las pymes con empleados. Y en tercer lugar, las High Growth Enterprises, compuestas por empresas de alto potencial de crecimiento, que suponen el 4% del conjunto de estas empresas de reducida dimensión.
Pues bien, el desarrollo de un análisis a partir de esta clasificación de las pymes permitiría identificar con mayor precisión las necesidades de estas empresas y contemplar un mayor ajuste de las actuaciones transversales, como la orientación comercial y eficiencia de la I+D+i,el apoyo al crecimiento y profesionalización de las pymes, la adaptación del modelo educativo a las necesidades de las empresas, la mejora en el acceso y el aumentodel peso de la financiación no convencional en las empresas industriales y la internacionalización de las mismas.
Cepyme ha contribuido, durante el proceso abierto de consulta, a la configuración de la agenda para el fortalecimiento industrial. Compartimos plenamente la necesidad de apoyo al crecimiento y consolidación de la estructura empresarial industrial como paso previo a la mejora de la competitividad de nuestras empresas industriales. No obstante, a la hora de definir actuaciones particulares, el conjunto del plan debería tener en cuenta el tamaño y las específicas necesidades de la estructura empresarial del sector industrial, donde –en un porcentaje mayoritario– el tejido se compone de empresas de reducida dimensión.
José Alberto González-Ruiz es secretario General de CEPYME.