Demasiado tarde, Mario Draghi
El pasado jueves, el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, anunció los próximos pasos que dará la institución para potenciar la economía europea, empezando por la compra de bonos garantizados por préstamos a empresas o individuos. Conoceremos todos los detalles en octubre, aunque no los necesitamos para saber que esto no va a ser la panacea de todos los males de Europa.
Si bien es cierto que los préstamos bancarios a las empresas vienen disminuyendo desde el año 2008, esto se debe a que la calidad crediticia de la mayor parte de las empresas, sobre todo de las pymes, ha disminuido significativamente. Por eso los bancos no están demasiado entusiasmados con la idea de financiarlas o, en caso de que lo estén, incluyen el riesgo añadido a los precios facturados. Además de esto, las finanzas de las pymes se han desplomado debido a la recesión a la que nos hemos enfrentado en los últimos años. Por otro lado, algunas grandes empresas de la Unión Europea mantienen su efectivo en caja a un nivel histórico, lo que significa que no encuentran buenas oportunidades de inversión en el entorno económico actual y prefieren mantener el dinero en sus propias arcas. Otro de los problemas del reciente anuncio del BCE es que, aunque se trata de una medida bienintencionada, desafortunadamente no tendrá un gran impacto debido a la limitada envergadura de los bonos garantizados con préstamos en Europa. Desde la crisis de 2008, el mercado de titulización en Europa, que resulta esencial para la existencia de dichos bonos de titulización de activos, se encuentra a niveles muy bajos.
Debido a la emisión limitada de bonos de titulización de activos en Europa, tardaremos en ver los efectos del plan del BCE.
Lo que debería haber hecho el BCE es anunciar planes parecidos a este hace tres o cuatro años y ampliar su aplicación a la compra de deuda pública. Esto fue lo que hizo la Reserva Federal de los Estados Unidos (FED), algo que se conoce comúnmente como flexibilización cuantitativa: comprar deuda por valor de millones de dólares para evitar encontrarse en la situación en la que se encuentra ahora Europa, la estanflación.
Está claro que adquirir deuda pública resulta más complejo en Europa que en los Estados Unidos. Elegir la deuda que se quiere comprar, teniendo en cuenta que cada país emite deuda de manera independiente y con diferentes riesgos, no es una tarea fácil. ¿Qué porcentajes debería aplicar el BCE al comprar deuda soberana? ¿Debería comprar exclusivamente deuda de los países del sur de Europa? Sin duda, se trata de preguntas que son difíciles de responder, pero si el BCE hubiese actuado hace tres años, como hizo la FED, podríamos haber evitado el estancamiento a nivel europeo al que nos enfrentamos actualmente.
Al no reaccionar a tiempo, debido al desacuerdo político existente en la zona euro, el BCE dejó pasar la ocasión permitiendo que los tipos de interés alcanzasen niveles anormalmente altos en 2011 y 2012 y que el euro se apreciase con respecto al dólar. Esto fue un mazazo para las exportaciones europeas, y la aplicación de políticas de austeridad cuando lo que se necesitaba eran reformas llevó a muchos países europeos a la recesión. Ahora, tres años después, la deuda soberana se encuentra en mínimos históricos, y resulta más que evidente que el BCE no tiene mucho que hacer al respecto.
Sin embargo, el plan actual del BCE permitirá que los bancos le coloquen parte de los bonos garantizados con préstamos al BCE y reciban efectivo. Pero que lo vuelvan a prestar a las empresas es otra historia, ya que no están obligados a hacerlo. En cualquier caso, la inyección de efectivo permitirá que los bancos alcancen los objetivos de capitalización en los próximos test de estrés, facilitándoles la prueba cuando llegue el momento. También debería ayudar a rebajar la presión sobre el euro, algo que resulta positivo para los exportadores europeos.
En líneas generales, el liderazgo de Mario Draghi ha sido sólido, pero se ha visto fuertemente dañado por las debacles políticas que han paralizado a Europa durante los últimos cinco años. Sigue haciendo falta aplicar reformas esenciales. El bien común de la UE debe convertirse en una prioridad. Desafortunadamente, los políticos actuales han demostrado que no son capaces de conseguirlo. A pesar de no haberlo hecho en el momento oportuno, Draghi está haciendo lo que le corresponde, pero él solo no puede acabar con los problemas de Europa.
Nuno Fernandes es profesor de Finanzas en la Escuela de Negocios IMD.