Energía para la economía
En lo que a energía se refiere, vivimos un momento crítico ya que de nuestras actuaciones depende en buena parte la futura competitividad de Europa. Si nos centramos en el caso de España, el momento es hasta más interesante ya que nuestro punto de partida es extremadamente complejo: importamos el 70% de nuestra energía, los numerosos cambios legislativos no han facilitado las inversiones necesarias en el sector y nuestro sistema de fijación de tarifas eléctricas está despertando muchas dudas entre los consumidores.
Y todo esto en un marco general en el que España ha vivido una subida progresiva de las tarifas energéticas. En el caso de la energía eléctrica para consumo doméstico, los precios han subido un 60% entre 2008 y 2013, según datos de Eurostat. Tampoco debemos olvidar el famoso déficit tarifario, que en 2013 superó los 4.000 millones de euros y con un acumulado que ronda los 30.000 millones, un factor que condiciona toda actuación en el marco energético.
Con este contexto nos encontramos ahora en un punto de inflexión con la transposición de la Directiva de Eficiencia Energética de la Unión Europea, que sienta las bases para que los países puedan hacer frente a su dependencia energética, frenar el cambio climático, establecer mecanismos para mejorar su competitividad con una mayor eficiencia en costes derivados del consumo energético y, en paralelo, generar puestos de trabajo y dinamizar la economía.
El Plan Nacional de Acción de Eficiencia Energética 2014-2020, elaborado por la Secretaría de Estado de Energía, detalla las acciones que servirán para dar cumplimiento a la directiva de eficiencia energética, que se desarrollará a través de reales decretos y órdenes ministeriales, normas que deberán establecer de forma cuidadosa pero también muy ambiciosa las acciones necesarias para alcanzar los objetivos fijados y mejorar la competitividad del país. Entre estas medidas no debería faltar la creación de un sistema de cualificación, acreditación y certificación oficial de proveedores de servicios y auditores energéticos, la creación de medidas fiscales que favorezcan la implantación de proyectos de mejora, así como la puesta en marcha de un fondo destinado a financiar planes de actuación locales y proyectos en el ámbito privado relacionados con la eficiencia energética.
La transposición de la directiva de Eficiencia Energética de la Unión Europea debe ser considerada como un regalo, en especial en mercados como el español, que están 20 puntos por encima de la media de la Unión Europea en dependencia energética exterior y que cuentan con uno de los precios por kWh más elevados de la UE. El margen de mejora para las empresas es también enorme. Un claro ejemplo de ello es el número de compañías que cuentan con certificaciones ISO 50001, que acredita un uso eficiente de la energía. Mientras que en Alemania, gracias en parte al diseño de un plan de incentivos fiscales por parte del Gobierno Federal, existen 3.442 emplazamientos con esta certificación, en España solo hay 228.
¿Cómo se traduce esta oportunidad de crecimiento? La eficiencia traería a Europa un crecimiento adicional de aproximadamente 59.000 millones de euros al año, el equivalente al 0,7% del PIB para 2035, estima la Agencia Internacional de la Energía. Además, se generarían 17 nuevos puestos de trabajo por cada millón de euros invertidos en mejorar la eficiencia energética de edificios y se contribuiría al objetivo de establecer un mercado interno de energía al impactar directamente en el gran potencial de mejora que hay en el lado de la demanda, no solo en el de la oferta.
España va tarde en la carrera de aprovechar el rendimiento económico y social que puede aportar una legislación atrevida en eficiencia energética. Es crucial que la transposición vaya acompañada de obligaciones pero también de mecanismos que permitan distribuir los costes asociados a los proyectos de ahorro energético. Modelos como el performance contracting, que permite financiar las inversiones con los propios ahorros energéticos, son un claro ejemplo de los mecanismos a impulsar y han resultado exitosos en países como Suecia o Estados Unidos.
Es necesario que la propia Administración sirva de ejemplo a través de la rehabilitación energética del 3% de sus edificios, implementando modelos de licitación ejemplares y dando visibilidad a los resultados obtenidos.
Se deben impulsar también campañas de sensibilización ambiciosas, que trasciendan la simple sustitución de bombillas. La eficiencia energética empieza por que los usuarios estén informados: a nivel generalista pero también a nivel industrial y de pequeña y mediana empresa, fomentando la figura del gestor energético, un cargo cuya tarea es la defender técnicamente la importancia de la eficiencia energética, minimizando los costes y aumentado la competitividad de la compañía.
Patrick Gaonach es country president de Schneider Electric para la Zona Ibérica.