El mercado inmobiliario se despierta
La recuperación del sector inmobiliario en España ha dejado de ser una tendencia frágil e incipiente para dirigirse hacia una clara consolidación. Si en octubre de 2013 en algunas zonas del país empezaba a vislumbrarse una vuelta a las tasas positivas de venta de viviendas –gracias a un severo ajuste que llevó los precios a niveles de 2004–, siete meses después ese repunte se ha extendido ya a nada menos que 33 provincias españolas. En cuatro de ellas –Baleares, Las Palmas de Gran Canaria, Alicante y Ceuta– los precios se están recuperando y marcan las primeras alzas significativas tras la larga y oscura hibernación de la crisis. Datos contundentes, como el que muestra un crecimiento anual de las ventas en Baleares del 33% o en Las Palmas, del 18%, revelan que estamos ante un cambio de tendencia. Una recuperación que probablemente irá extendiéndose hacia otros territorios y que vendrá acompañada antes o después de un alza también en los precios. Es el caso de las cuatro provincias que lideran la recuperación, en las que no solo han crecido las transacciones, sino también el montante económico de las operaciones: un 2,4% anual en el caso de Baleares y un 1,8% en el de Las Palmas de Gran Canaria.
Las razones de este proceso de reactivación en el ladrillo no son ningún secreto. Un simple vistazo a las estadísticas deja en evidencia que los repuntes de ventas más sólidos se corresponden con zonas en las que los precios cayeron de forma acusada durante la crisis. Ese ajuste incentivó la demanda y esta ha ejercido a su vez un efecto sobre el precio, que ha frenado su ajuste y ha comenzado, en algunos casos, a crecer de nuevo. A ese proceso hay que sumar el significativo incremento de las compras llevadas a cabo por fondos de capital extranjero, que han puesto los ojos de nuevo y con notable interés en España, así como por particulares no residentes.
Los analistas coinciden en que la recuperación del sector inmobiliario es un fenómeno que probablemente no ha hecho más que comenzar. Dado el peso que llegó a tener ese mercado en el conjunto de la economía española –su hundimiento se tradujo en una caída del 6% en el PIB y en la pérdida de hasta un 18% del empleo–, esa reactivación constituye una excelente noticia. Sin embargo, ello no debe hacer olvidar en ningún caso los errores importantes cometidos en el pasado, deficiencias que explican en buena parte por qué este sector y la propia economía española han sufrido con tanta dureza los embates de la crisis. Del aprendizaje de esas lecciones depende no solo la resurrección de este mercado y su progresiva consolidación, sino también los del conjunto de la economía española.