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Emprendedores y 'start-ups', los colaboradores preferidos

La innovación y el riesgo, mejor en compañía

Para avanzar en innovación, las empresas reclaman cambios a los gobiernos La innovación colaborativa es el ejemplo más claro del actual mundo globalizado

A los altos ejecutivos no les gusta el trabajo en solitario. Cada vez más prefieren hacerlo acompañados. Así lo demuestran los resultados del Barómetro de Innovación Mundial de 2014 presentado recientemente por General Electric en Estados Unidos, que pone de manifiesto algunos de los cambios que tienen en mente las empresas para fomentar la innovación e incentivar la productividad. 

La cuarta edición de este informe recoge encuestas a 3.200 altos directivos de 26 países. Yde ahí se extrae que el 77% considera que la colaboración con otras empresas es ya un riesgo que merece la pena correr, contrastando con el año anterior, en el que el 38% de los directivos veía con recelo la colaboración con otras organizaciones. Entre otras razones, por toda la inseguridad que conllevan los temas sobre la propiedad intelectual y el robo de talento. Las grandes empresas están cada vez más ansiosas por crear sinergías, lo que se traduce en la llegada de expertos externos para compartir su conocimiento. El 59% de los ejecutivos ya involucra a otros socios para que desarrollen nuevas ideas y lleven un soplo de creatividad e innovación a las empresas.

De entre todos los colaboradores, los preferidos por el 85% de los ejecutivos son las start-ups y los emprendedores. De hecho, el estudio muestra que dos tercios de las empresas que colaboran con ellos en materia de innovación han reportado mayores ingresos en el transcurso del año.

El informe muestra que dos tercios de las empresas que colaboran con los pequeños emprendedores y las start-ups, en materia de innovación, han reportado mayores ingresos en el transcurso de un año. Las start-ups, al estar más especializadas en su sector, son el aliado perfecto para las grandes empresas que parecen estar estancadas y buscan avanzar en materia de innovación. “Estamos viviendo una época distinta con una concurrencia que merece una respuesta radical, se ha generalizado el convencimiento, correcto a mi juicio, de que no se puede abordar la solución de forma individual”, Daniel Carreño, presidente para España y Portugal de General Electric. Y agrega que, en este sentido, aquellas starps-ups que colaboran con las grandes corporaciones suelen dedicarse, entre otros, al sector informático para conectar los dispositivos inteligentes entre sí, a la fabricación avanzada de productos y a todo lo relacionado a los sectores tradicionales como la energía o la publicidad. Además, cuentan con una ventaja notable, “su coste es mucho más bajo que el de las grandes empresas”, señala.

El ‘tsunami’ de la globalización

La innovación colaborativa es el ejemplo más claro del actual mundo globalizado. Los innovadores y emprendedores acceden a las iniciativas que surgen por todo el mundo, y el organizador elige la mejor idea con independencia de su situación geográfica. “Esta es una realidad que hace un tiempo era impensable”, afirma Daniel Carreño, presidente de General Electric en España y Portugal. “Antes, las grandes empresas trabajaban con entidades y sectores de su país, ahora todo está globalizado”, explica. General Electric sacó a la luz un programa de innovación colaborativa al que se presentaron 12.500 proyectos de todo el mundo. El ganador fue el científico español José Adrián Fonollosa con un algoritmo para desarrollar una solución que ayudase a las aerolíneas a aumentar la eficiencia de los vuelos en tiempo real. El centro tecnológico vasco Lortek quedó finalista con su programa, centrado en la fabricación mediante 3D de alta precisión de piezas de equipos de imagen técnica. Ambos ejemplos ilustran el cambio que está sufriendo el sector innovador. “Cada vez hay mayor convencimiento de que es importante apostar por la innovación como fuente de conocimiento y productividad, y esa innovación debe ser en sí misma global”, comenta.

Pero la innovación no corre únicamente a cargo de los colaboradores externos, sino que también va acompañada de la capacidad de la empresa de adaptarse a las nuevas tecnologías. El Big Data (sistema que maneja una gran base de datos) ha irrumpido con fuerza en el sector empresarial. Es vital para maximizar la eficiencia a la hora de dirigir los negocios y de prever los movimientos del mercado. El 72% de los ejecutivos encuestados coincide en que esta herramienta es fundamental para optimizar la eficiencia del negocio. No es casual que los países con mayor acceso a tecnologías, como la banda ancha, sean los más avanzados en el ámbito de la innovación corportativa. Lo mismo sucede con el concepto emergente internet industrial, que describe una red global de máquinas inteligentes que se conectan, se comunican y colaboran entre sí y las personas.

La innovación de las empresas va, en muchas ocasiones, de la mano del talento de los trabajadores. El 79% de los directivos encuestados cree que el talento es un activo fundamental, pero tan solo el 32% opina que su empresa está capacitada para atraerlo y retenerlo. Al mismo tiempo, el 57% señala que la falta de este es una de las principales causas que frena la creatividad. “En España, si bien es cierto que la innovación ha aumentado sustancialmente, hay varias trabas que obstaculizan su avance, como la falta de presupuesto en comparación con otros países, la duplicidad entre sectores, la falta de estrategia común o los métodos educativos atrasados”, apunta Carreño.

Los métodos de enseñanza no suelen estar adaptados a la realidad del mercado, y los trabajadores más jóvenes no están capacitados para asumir muchos de los empleos que ocupan. El 85% de los ejecutivos desearía que los gobiernos ajustasen mejor los temarios de las titulaciones universitarias con las necesidades futuras del negocio. “Un cambio en el modelo educativo, que adapte a las generaciones futuras al mercado laboral, es necesario para el avance”, corrobora Carreño.

Pero los cambios en materia educativa no son las únicas medidas que reclaman los ejecutivos a sus gobiernos. Reducir la burocracia que bloquea el acceso a la ayuda financiera e implantar políticas que protejan la propiedad intelectual, son dos de las peticiones que más peso tienen en el citado barómetro, elaborado por la citada multinacional estadounidense. “Las grandes empresas se encuentran con un socio al que no conocen bien y las start-ups se topan con un mastodonte que puede absorber sus ideas”, apunta Carreño. “Medidas que protejan la propiedad intelectual y propicien la confianza, ayudarán a solucionar estos problemas”, comenta.

A pesar de que la mayoría de los ejecutivos afirma que el apoyo financiero de los gobiernos ha mejorado o se ha mantenido estable, el 87% alega que el exceso de trámites burocráticos frena la innovación. Al mismo tiempo, el 86% de los encuestados cree que las políticas para proteger la propiedad intelectual deberían ser una medida prioritaria de los gobiernos junto a la apertura de fronteras a la innovación. Daniel Carreño añade una idea más: “un marco regulatorio estable, sencillo y atractivo en términos de financiación sería bien recibido por los ejecutivos de países extranjeros”. También se observa un cambio dentro de la propia dinámica de las empresas. El 68% de los directivos, conscientes de la relevancia, prefiere tener al personal encargado de la innovación dentro de la propia empresa, en lugar de en los centros de investigación especializados.

Otro concepto que ha irrumpido con fuerza es el de disruption ready, que hace referencia a la necesidad que tienen las empresas de interrumpir sus procesos internos para favorecer comportamientos creativos y originales que les permitan innovar. Dos tercios de los ejecutivos encuestados creen que las empresas necesitan hacer una pausa para poder continuar. Esta cifra contrasta con los datos del año pasado, en el que muchos empresarios confesaron experimentar lo que se conoce como “innovación vértigo”, que no es otra cosa que no estar preparados para seguir adelante con todos los procesos innovadores sin romper con la dinámica llevada hasta ese momento. “El mundo va tan rápido que o te paras o te quedas fuera. Es imposible subirse a un tren en marcha”, apostilla Carreño.

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