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El Foco
Tribuna
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Bajo el yugo de la deuda

Joaquin Maudos

El recién publicado informe anual del Banco de España muestra con crudeza cómo el endeudamiento de la economía es el gran freno para la recuperación. El endeudamiento de las empresas, porque supone una rémora para la inversión. El de las familias, porque impide la recuperación del consumo. Y el del sector público, porque aumenta la vulnerabilidad de la economía e impone elevados costes de financiación al resto de sectores de la economía. La suma de todos los endeudamientos deteriora la posición de inversión internacional de la economía frente al resto del mundo, aumentado la deuda externa neta.

Los datos que aporta el Banco de España en los distintos tipos de endeudamiento son preocupantes. En el caso de las familias, el problema no es tanto el peso que su deuda tiene en el PIB (que si bien es superior a la media de la eurozona, se sitúa por debajo de economías como Estados Unidos y Reino Unido), sino el porcentaje que la deuda representa sobre la renta de los hogares. En España, el 13,2% de los hogares tiene una deuda que es más de tres veces superior a su renta, porcentaje que duplica a la media de la eurozona. Y lo que es peor, para las familias más pobres, el 13% tiene que hacer frente a un pago de la deuda que supera el 40% de sus ingresos, mientras que en la eurozona el porcentaje de esas familias no llega al 6%. Sin embargo, para las familias más ricas, no hay diferencias entre España y la eurozona. El mayor peso del préstamo para la compra de vivienda es lo que explica que España tenga una mayor proporción de familias endeudadas.

En el caso de las empresas, la comparativa con Europa también pone de manifiesto el elevado endeudamiento en España. En 2013, la ratio deuda/PIB de las sociedades no financieras es del 128%, 17 puntos porcentuales menos que en su valor máximo en 2010, pero casi 30 puntos porcentuales por encima de la eurozona. Nuevamente lo más preocupante no es su elevado peso en el PIB, sino la mayor debilidad financiera de las empresas como consecuencia del mayor peso de esa deuda en relación al beneficio disponible para hacerle frente. Y también la mayor vulnerabilidad como consecuencia de los reducidos ingresos para sufragar los costes de la deuda.

Dos datos son ilustrativos de la mayor debilidad y vulnerabilidad financiera de las empresas españolas. En primer lugar, en el caso de las pymes, su deuda es casi 12 veces superior a sus resultados, doblando la ratio de la eurozona. Y en segundo lugar, la deuda de las empresas que soportan unos gastos financieros que más que duplican sus ingresos netos supone el 20% del total de la deuda empresarial, pero alcanza el 35% en el caso de las pymes. Son por tanto las pymes las empresas más vulnerables.

Es importante que el proceso de desapalancamiento que aún debe realizar la economía sea lento

En el caso del sector público, la ratio deuda/PIB casi se ha triplicado en los años de crisis, hasta situarse en el 93,9% del PIB a finales de 2013. Desgraciadamente, la ratio seguirá aumentando en los próximos años, dado que el proceso de reducción del déficit público (que terminó en el 7,1% del PIB en 2013 con las ayudas a la banca) se va a dilatar en el tiempo. Como señala con acierto el Banco de España, es fundamental la consolidación fiscal para poder reducir la ratio de endeudamiento público y reducir así las consecuencias negativas que una elevada ratio deuda pública/PIB tiene sobre el resto de sectores de la economía.

Esta imagen de elevado endeudamiento de familias, empresas y Administraciones públicas completan un cóctel aún más explosivo cuando una parte muy importante de esa deuda está en manos de no residentes. En concreto, la deuda externa neta, es decir, la diferencia entre los activos y pasivos financieros con el exterior es negativa y equivalente al 98% del PIB, porcentaje solo por debajo de Grecia, Irlanda y Portugal (países que han tenido que ser rescatados) y muy por encima del 35% de límite recomendado por la Comisión Europea. Las consecuencias de esta elevada posición negativa de inversión internacional es que supone un elemento de vulnerabilidad para la economía por dos motivos: porque hay que dedicar recursos a pagar esa deuda, y porque hace a la economía más vulnerable a posibles episodios de inestabilidad en los mercados financieros que dificulten la refinanciación de la deuda.

Para las familias más ricas, no hay diferencias entre España y la eurozona

¿Cuáles son las recetas para reducir el endeudamiento y la vulnerabilidad financiera? En el caso del sector privado, la recuperación de márgenes (empresas) y de rentas (familias) es fundamental, y en ambos casos depende del crecimiento del PIB y del empleo. En el caso del sector público, es necesario continuar con el proceso de consolidación fiscal, lo que exige cuanto antes la reforma fiscal (para incrementar el peso de los ingresos públicos en el PIB, que en España se sitúa 9 puntos porcentuales por debajo de la eurozona) y la de las Administraciones públicas. Y en el caso de la deuda externa, su reducción pasa por ganar competitividad, para así poder consolidar y aumentar el ya conseguido superávit en la balanza por cuenta corriente.

También es importante que el necesario proceso de desapalancamiento que aún debe realizar la economía sea suave, lo que exige hacer compatible la amortización de deuda con la disponibilidad de financiación para nuevos proyectos de inversión. Afortunadamente, los últimos datos disponibles invitan al optimismo, ya que el crédito nuevo ya está en tasas positivas de crecimiento en el caso de las pymes y familias, pero todavía está en elevadas tasas negativas en el crédito de más de un millón de euros.

El Banco de España nos recuerda que la evidencia histórica dictamina que los procesos de desapalancamiento que siguen a las crisis financieras tienden a ser lentos y van acompañados de un débil crecimiento de la renta que limita el gasto de los agentes (consumo e inversión) y suponen una pesada losa para la recuperación económica. En este contexto tan poco halagüeño, toda ayuda externa es bienvenida (especialmente las últimas medidas del BCE y el avance de la unión bancaria), pero debe ser complementada con reformas estructurales encaminadas a ganar competitividad para estimular el crecimiento y la reducción de la deuda.

Joaquín Maudos es Catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Valencia, investigador del Ivie y colaborador del CUNEF

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