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Columna
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Una lección de Italia para Europa

La victoria del Partido Democrático de Matteo Renzi en las elecciones al Parlamento Europeo demuestra que una política interna fuerte puede ser más atractiva que una paliza europea, incluso en una economía maltrecha.

Antes de la votación del domingo, parecía que el antisistema Movimiento Cinco Estrellas podría arrastrar la marea de descontento regional. De hecho, mientras los populistas subieron en Reino Unido, Francia, e incluso en España, en Italia, el Partido Democrático de centro-izquierda de Renzi fue el claro vencedor. Se hizo con el 40,8% de los votos, más que los datos combinados del Movimiento Cinco Estrellas y el partido de centro derecha de Silvio Berlusconi, Forza Italia.

Para Renzi, es una señal oportuna de apoyo. Incluso sin hablar de elecciones nacionales de inmediato, está en una mejor posición para hacer presión contra los críticos de izquierda de su propia organización y para hacer que otros partidos apoyen sus reformas. Forza Italia estará demasiado ocupada contemplando su debilidad como para ofrecer oposición eficaz.

La historia va más allá de que Matteo Renzi no haya tenido tiempo para defraudar

David Cameron y Francois Hollande podrían querer viajar a Italia para ver cómo los líderes forzosos pueden enfrentearse a un grupo de euroescépticos y críticos, a pesar de un estancamiento económico aparentemente interminable. Se encontrarían un país al que le gustan los políticos jóvenes que prometen cambio, pero con una historia que va más allá de que Renzi no haya tenido tiempo para defraudar.

Los sufridos italianos fueron convencidos de que Europa –incluyendo la burocracia no democrática de Bruselas y los feroces guardianes germánicos de la prudencia fiscal– es en realidad una cuestión secundaria en relación con la reforma interna. Eso podría suceder en otros lugares.

Para todos los políticos europeos, la respuesta correcta es un compromiso firme para crear puestos de trabajo. Una reforma legislativa y la mejora de la competitividad juegan un papel importante, pero también hacen falta una política fiscal más laxa y una mayor inversión gubernamental. Renzi ahora cuenta con el apoyo político doméstico para persuadir a Alemania y a sus aliados de adoptar políticas que fomenten el entusiasmo por Europa, no que lo socaven.

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