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Tribuna
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La prevención del fraude bancario

La economía global está repuntando. El Banco Mundial asegura que 2013 cerró con un crecimiento del 2,4%, un porcentaje que se prevé ascienda hasta el 3,2% en el presente ejercicio. Una noticia positiva para el sistema financiero internacional, pero que también conlleva importantes riesgos, como puede ser el incremento del fraude bancario en, por lo menos, dos puntos durante 2014.

El repunte del fraude bancario pondrá a prueba la capacidad de anticipación y detección de transacciones de operaciones sospechosas de las instituciones financieras, así como la capacidad de las regulaciones gubernamentales para detener el blanqueo de dinero y otras actividades ilícitas, esas que se buscan combatir por medio de la Ley de Secreto Bancario, la Ley Patriota, leyes de conozca a su cliente (KYC), monitorización de la lista negra e informes de actividades sospechosas (SAR), entre otros.

Para sortear la ley con mayor facilidad, las organizaciones criminales han optado por dos nuevas tendencias: la convergencia y la diversificación. En la primera, se crean organizaciones híbridas entre terroristas y grupos de delincuencia para brindarse apoyo mutuo. En la segunda, las organizaciones de grandes dimensiones diversifican sus actividades criminales para optimizar su rentabilidad y seguridad. Una evolución que obliga a la actualización de las técnicas de anticipación, detección y monitorización de todas las actividades ilícitas.

Una pieza clave en la lucha contra el fraude bancario es una comunicación constante y transparente entre las instituciones bancarias con los reguladores nacionales, regionales e internacionales, lo que permite un intercambio permanente de información y facilita la elaboración de una hoja de ruta para alcanzar los objetivos previstos en materia de seguridad.

Los bancos también pueden optimizar los procesos de detección y monitorización, así como mejorar documentos regulatorios e informes de transacciones de divisas (CTR) y actividades sospechosas (SAR) por medio de una unidad de inteligencia financiera. Una división que, por medio de la tecnología adecuada y soluciones de análisis sofisticado, desarrollará un sólido sistema de control y procesos en torno a la supervisión.

Estos avances tecnológicos han encontrado un importante impulso con el Big Data y la analítica, permitiendo a las instituciones financieras llevar a cabo múltiples análisis y simulaciones en tan solo segundos, cuando los procesos tradicionales requerían de horas o incluso días. Asimismo, ha permitido que el análisis de datos no se limite a los tradicionales datos estructurados (fechas, cantidades, direcciones, horarios), sino que además tengan la capacidad de valorar y analizar el contenido de los blogs, anuncios en redes sociales y conversaciones (teléfono, correo electrónico y mensaje de textos), entre otros.

Las herramientas actuales también ofrecen la oportunidad de reducir los falsos positivos por medio de un análisis sofisticado que es capaz de comparar la transacción o el evento que se está estudiando con otros similares y, automáticamente, valorar el riesgo real de la existencia de un fraude. En aquellos casos en los que existan dudas o el margen no sea evidente, se desarrolla una investigación a varios niveles de analistas y expertos, quienes sólo tendrán que centrarse en aquellos casos que requieran de su experiencia y sus conocimientos.

Si bien las organizaciones criminales han evolucionado, las soluciones para prevenir el fraude bancario también se han adaptado a los nuevos tiempos. Por eso las instituciones financieras han actualizado sus medidas preventivas y adoptado soluciones que les permitan tener mayor rapidez en la integración de datos, aumentar su calidad, incluir todos los datos existentes, ofrecer resultados oportunos e, incluso, contar con un modelo sencillo que sea utilizado por ellos mismos, sin la necesidad de asesoría contante de un experto tecnológico.

José Revuelta es director Área Banca SAS.

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