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El camping con glamour se impone como tendencia

Tras las huellas de los exploradores

Desde siempre, la curiosidad del ser humano por conocer otras tierras no ha tenido límites ni fronteras. Pero no fue hasta el siglo XV cuando, sobre todo los europeos, se apuraron por cruzar mares y montañas para recorrer, explorar y conquistar nuevas fronteras. Grandes viajes y expediciones que, además de originar nuevas oportunidades comerciales y riquezas, dieron lugar al establecimiento de grandes imperios coloniales. Los relatos de nuevos mundos y civilizaciones milenarias contados por viajeros empedernidos, como Marco Polo, Hernán Cortés, Magallanes, Livingstone o Stanley, nos han cautivado y hoy se pueden seguir sus pasos sin pasar las penalidades ni tormentos de antaño, descubriendo paisajes y lugares paradisiacos y alojándose en establecimientos menos convencionales que los hoteles, como tiendas de campaña, con las comodidades de un hotel de lujo y el encanto de épocas pasadas.

Es el glamping –de glamour y camping–. Una nueva tendencia de viaje donde la originalidad y los pequeños detalles marcan la diferencia y que da acceso a los alojamientos más auténticos, extravagantes y artesanales del mundo (http://glampinghub.com). Una manera de viajar que “atrae a todo tipo de viajeros independientemente del país de origen o condición socioeconómica”, en palabras de David Troya, fundador y director de esta central de reservas, líder en el mundo, que hace furor en Estados Unidos, Canadá y Reino Unido y se abre paso poco a poco en España. Más de 7.000 unidades de alojamiento en todo el mundo, entre tiendas de campaña, cabañas, caravanas, barcos y todo tipo de alojamientos muy especiales, como las yurtas, para climas especialmente fríos, equipados con las más alta calidades y prestaciones y todo tipo de detalles para hacer de nuestra estancia unas vacaciones inolvidables.

Tulum (Riviera Maya), una de las mejores playas de México y todo tipo de alojamientos al borde del mar, como cabañas exclusivas.
Tulum (Riviera Maya), una de las mejores playas de México y todo tipo de alojamientos al borde del mar, como cabañas exclusivas.

Cabañas de lujo frente a las ruinas mayas del mar Caribe

México es el destino turístico más visitado de Latinoamérica y su Riviera Maya, en la península de Yucatán, uno de los recorridos, de los muchos que atesora este país, más atractivos. Hasta allí arribaron y, en concreto, a la isla de Cozumel, puerto naviero y uno de los centros religiosos de la civilización maya, Hernán Cortés y sus hombres en los primeros años del siglo XVI y, con ellos, la conquista de México y de las culturas precolombinas que lo habitaban. Tres siglos duraría la dominación española, pero no fue hasta el siglo XIX cuando los exploradores y amantes de la civilización maya Stephens, estadounidense, y Catherwood, inglés, redescubrieron las ruinas de la ciudad amurallada de Tulum, completamente abandonadas. Emplazado en la zona más alta de la costa oriental, en Quintana Roo, y con el mar Caribe a sus pies, contemplar el amanecer es un espectáculo. En este destino se conjugan cultura, historia y una de las mejores playas de México; es la única zona arqueológica que se asienta a la orilla del mar. El castillo es la más icónica de sus estructuras y se encuentra al borde de un acantilado desde donde se aprecia un mar turquesa sin parangón. Para alojarse, qué mejor que un glamping resort formado por cabañas de lujo y casi un kilómetro de playa virgen (168 euros/noche). Una de las ventajas de estos alojamientos es que nos permite acercarnos a entornos naturales y huir de macrohoteles. Acostumbrados a los ruidos de la ciudad y rodeados de asfalto, esta experiencia es una liberación y un descanso. Allí se pueden contratar excursiones a pie o en barco, actividades de pesca o senderismo (vuelo directo Madrid-Cancún desde 765 euros con Air Europa).

Tiendas de campaña de lujo con impresionantes vistas al mítico monte africano, el Kilimanjaro.
Tiendas de campaña de lujo con impresionantes vistas al mítico monte africano, el Kilimanjaro.

En tiendas safari con vistas al mágico Kilimanjaro

David Livingstone, misionero de origen escocés es el paradigma de los exploradores del siglo XIX. Dedicó casi toda su vida al descubrimiento de gran parte del continente africano. Hasta su muerte, en 1873, se dice que recorrió más de cincuenta mil kilómetros, abrió nuevas rutas comerciales, adoctrinó tribus y conquistó tierras en nombre de la corona británica. Durante una de sus excursiones, se perdió durante años, en las inmediaciones del lago Tanganica. El New York Herald organizó una operación de rescate al mando de otro famoso explorador y periodista, el estadounidense Henry Stanley. Suya es la famosa frase “¿El doctor Livingstone, supongo?” que pronunció al encontrar al misionero en la aldea Ujiji, a orillas del lago. Juntos prosiguieron las expediciones.

Casi cualquier rincón de África merece una visita y desde luego luego Kenia es uno de sus destinos más visitados. Fue otro explorador escocés, Joseph Thomson, quien daría su apellido a las famosas gacelas y daría a conocer el interior de lo que hoy conocemos como Kenya. Muchos viajeros sueñan con emular a estos hombres y recorrer estas tierras. Lo más parecido a acampar como se hacía hace dos siglos, pero sin pasar ninguna penalidad es hacer gampling en alguna de las tiendas campaña de lujo del campamento Tortilis en el Parque Natural de Amboseli en Kenia. Todas disponen de camas king size o dobles camas, con baños privados, exquisitamente construidas con materiales naturales y una delicadamente decoradas. El campamento dispone de zonas comunes de restauración y piscina. Todas las tiendas son amplias y espaciosas, con magníficas vistas al Kilimanjaro, que a pesar de ser una de sus mayores atractivos no pertenece a Kenia, sino a la vecina Tanzania. ¿La razón? Cuando británicos y alemanes se repartieron la parte oriental del Continente, la reina decidió regalar la montaña a su sobrino nieto el káiser Guillermo II con ocasión de su cumpleaños. (Desde 407 euros por persona y noche, todo, incluidos safaris).

Las yurtas, típicas tiendas cónicas, para soportar las bajas temperaturas de la Patagonia.
Las yurtas, típicas tiendas cónicas, para soportar las bajas temperaturas de la Patagonia.

En yurta entre glaciares para soportarlo todo

Hubo una época en la que españoles y portugueses se dividían el mundo a través del Tratado de Tordesillas. España poseía las tierras occidentales de América y necesitaba encontrar una nueva ruta marítima hacia las islas de las especias, pero navegando hacia el Oeste para evitar el cabo de Buena Esperanza, bajo el dominio de Portugal. La misión recayó sobre Fernando de Magallanes, de origen portugués pero al servicio de la Corona española. Y junto a él, Juan Sebastián Elcano. Los dos completaron la primera circunnavegación de la Tierra, demostrando que era redonda como una pelota, aunque Magallanes murió en el intento.

Antes de completar la travesía y navegando hacia el Sur, recalaron en una bahía que llamaron San Julián. Era el año 1520 y habían llegado a la tierra de los pies grandes (patagão), la actual Patagonia que comparten Argentina y Chile. Allí tuvieron que invernar cinco largos meses, sufrieron motines, mermaron las fuerzas españolas y al final solo lograron regresar sanos y salvos 18 hombres.

La Patagonia chilena se ubica en el extremo sur del territorio continental y es un destino increíble para visitar y hacer gampling en yurtas, las típicas tiendas cónicas de origen mongol preparadas para soportar las más bajas temperaturas de la Antártica.

El campamento se ubica en el lago Toro, muy cerca de las famosas Torres de Paine, famosas por su extraordinaria belleza. Todas las tiendas cuentan con calefacción, agua caliente, baño y terraza privados, con vistas al lago y al Paine, teléfono, wifi y cualquier otra necesidad que el turista demande durante su estancia (desde 162,65 euros/noche). Debido a su gran extensión, esta región, la más grande de Chile, presenta importantes variaciones climáticas, increíbles lugares volcánicos, bosques, tierras cultivables, zonas de glaciares y profundas cavernas.Al campamento se puede acceder desde Punta Arenas y Puerto Natales desde Chile, o desde Calafate en la parte argentina (vuelo Madrid-Santiago de Chile desde 904 euros con Lan y vuelo interno desde Santiago a Punta Arenas desde 311 euros con la misma compañía aérea).

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