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Columna
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Consecuencias del reajuste

Los bonos de Ucrania se han hundido a pesar de las conversaciones sobre un rescate inminente por parte del Fondo Monetario Internacional. Los acreedores del país podrían enfrentarse bien una suave reprogramación de la deuda o a quitas más radicales. Los riesgos de la austeridad, la devaluación y la continua incertidumbre política apuntan a esta última opción.

La reciente agitación política ya ha tenido costes para los tenedores de bonos. La deuda de Ucrania en dólares con vencimiento en 2016 cotiza con una rentabilidad del 15%. Con tales costes, Ucrania necesita el apoyo del FMI y la Unión Europea para financiar su déficit, pagar la deuda y reforzar sus menguantes reservas de moneda extranjera. El país ha pedido unos 11.000 millones de euros.

La deuda pública total de Ucrania se situó en el 40% del PIB en 2013. Parece una cifra baja, pero más de la mitad está en dólares. La depreciación de la grivna aumenta la carga. Nomura estima que la reciente caída de la divisa hizo subir la deuda hasta el 47% del PIB.

La incertidumbre política no ayuda. Si Ucrania lleva a cabo reformas para hacer su economía más eficiente, el comercio con Europa debería recuperarse, una moneda más débil ayudará a las exportaciones. Pero eso llevará tiempo, y las tensiones con Rusia pueden dañar el comercio. Además, el apoyo al plan de rescate podría disminuir a medida que el déficit presupuestario del 7% aumenta, se recortan las subvenciones al combustible, y se empiece a sentir la inflación.

La lección de la crisis de la zona euro ha sido que la austeridad debe ser moderada, y que no se debe perdonar a los tenedores de bonos. El caso de Ucrania es único. Las lecciones siguen siendo las mismas.

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