_
_
_
_
_
Tribuna

¿Para cuándo la subida de intereses?

Resulta curioso que, justo cuando los ratios de desempleo parecen acercarse a los objetivos marcados pocos meses atrás por los banqueros centrales, la credibilidad de sus discursos empieza a ser cuestionada por parte de los mercados financieros.

En Estados Unidos la tasa de desempleo es del 6,6%, solo un 0,1% por encima del umbral establecido como condición necesaria y suficiente para la aplicación de una política monetaria menos relajada. ¿Podemos, pues, deducir que la primera subida de intereses es inminente? Janet Yellen, en su alocución ante una comisión del Congreso durante el pasado 11 de febrero, enfatizó la continuidad de la política monetaria. Su discurso no puso en duda la reducción de la compra de bonos, por lo que es difícil imaginar que una subida de intereses se produzca antes del fin del programa de relajación cuantitativa.

El Banco de Inglaterra se enfrenta a una problemática similar. El desempleo en el Reino Unido ha bajado mucho más rápidamente de lo previsto por las autoridades y se sitúa en una tasa del 7.1%, a solo 10 puntos básicos sobre objetivo marcado inicialmente para 2016. De hecho, durante sus recientes aclaraciones sobre las expectativas de inflación, Mark Carney se ha negado a dar términos cuantificables, demostrando claramente cierto bochorno.

La aspiración a querer subir los intereses aun cuando el alza de la inflación no es preocupante tiene tres corrientes de explicación diferentes. De un lado, según aquellos que relacionan la evolución del S&P 500 con la expansión del balance de la Fed como consecuencia del QE, es para evitar la formación de una burbuja sobre los precios de los activos financieros. La segunda corriente de opinión, abanderada por el banco central suizo, asegura que es para evitar un calentamiento de los precios inmobiliarios. Sin embargo, la fortaleza del franco suizo, de momento, no le permite incrementar los intereses.

Y finalmente, de forma más general, hay quien está inquieto por la ausencia de margen de maniobra por parte de los bancos centrales ante una futura recesión. Recordemos que, de media, los ciclos de crecimiento en Estados Unidos suelen durar 58 meses, algo menos de cinco años, por lo que esta primavera celebraremos el quinto aniversario del inicio de la recuperación económica al otro lado del Atlántico. Toquemos madera y confiemos en quienes aseguran que la historia nunca se repite de forma idéntica.

En la zona euro, el BCE tampoco ha cambiado los principales parámetros de su política monetaria. Pero, a diferencia de la Reserva Federal, los mercados esperan más flexibilidad por parte de la institución europea. Este deseo del mercado se ha visto incrementado por la baja inflación, la atonía del crédito y las tensiones sobre ciertos intereses interbancarios registradas recientemente.

Como respuesta, el BCE ha precisado que será más ágil al publicar sus proyecciones de inflación. Un gesto que, sin embargo, se interpreta como una vía para alimentar el mercado con consignas en lugar de con actos concretos. El mensaje que Mario Draghi intenta transmitir es el siguiente: los índices de la inflación deberían subir. De esta manera justifica el status quo de la actual política.

Como conclusión, es más probable que suban los intereses ligados al largo plazo que aquellos circunscritos al corto plazo. En este contexto, y en vista de la aceleración del crecimiento económico, seguimos prefiriendo a las acciones sobre los bonos.

Raimundo Martín es director de Mirabaud Asset Management para Iberia y Latinoamérica.

Archivado En

_
_