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Tribuna
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¿Pueden los valores ayudar en... política?

El político tiene dos enemigos invisibles que hacen una labor dañina en la persona que se dedica al noble ejercicio de la política. Uno es el poder y el otro el dinero. Ambos son muy negativos si la persona no está debidamente preparada. El político puede y debe formarse para no perder el rumbo que le ha llevado a la digna misión de administrar correctamente los impuestos de los ciudadanos, principal responsabilidad a la que debe responder con todos los valores éticos y morales que una persona sea capaz de acumular.

Es muy probable que los políticos que practican el desvalor de la corrupción y el abuso de poder, no hayan tenido nunca la posibilidad de evaluar y asimilar el enorme perjuicio que ocasionan así mismos, a los ciudadanos, y a la sostenibilidad del estado de derecho. Partimos del supuesto que pocos políticos se han formado en universidades y, que por ende, carecen de la formación que, en realidad, esta actividad debiera requerir por el hecho de ser, vocacional. Me inclino por un perfil de personas que andan ubicándose en lugares en los que nos se les exige casi nada y que la única condición es, ser amigo o pariente de alguien que ya esta subido al carro.

Cuando los adolescentes crecen en el entorno familiar, se hace imprescindible, para conducir o reconducir los genes, que se genere un ambiente familiar propicio según el cual, se formara adecuadamente al joven. Este es el primer hito por el cual un joven, será en el futuro, alguien con valores personales, morales y éticos y otro en el que la ausencia de estos valore lo convertirán en una persona con deficiencias fundamentales para asumir responsabilidades públicas. De este primer hito se deduce la necesidad de exigir a los jóvenes políticos una solida formación técnica y una verificación de la procedencia familiar desde el punto de vista ético. Esto ayudaría a la hora de confiar nuestras contribuciones a las arcas públicas. No es justo ni razonable que se les exija a los contribuyentes, aumento de impuestos y recortes en prestaciones sociales para que, por otra puerta, nuestros dineros se escapen sin control alguno para beneficio de unos amorales.

Todos sabemos que gobernar es una tarea arto difícil y más en determinados países. Cuando no existe cultura de comunión con la cosa pública. Quede muy claro que para que la cosa funcione unos y otros deben estar en sintonía. De nada sirve que los administradores ejerzan su responsabilidad sobre administrados irresponsables. De ahí que el valor de la responsabilidad es básico para establecer unos parámetros de confianza mutua que haga que unos y otros se comprometan con el bien común. Cualquier político que se precie de tal, encontrara en esta definición, una referencia que conviene acatar:

El sentido de la responsabilidad Implica asumir las consecuencias de todos aquellos actos que realizamos consciente e intencionadamente.

Se trata de uno de los valores personales más importante, el que nace a partir de la capacidad humana para optar entre diferentes opciones y elegir la mejor. Haciendo uso de la libre voluntad, de la cual resulta la necesidad de asumir todas aquellas consecuencias que de estos actos se deriven. En estas seis líneas se condensa lo que debiera ser las mejores prácticas de un político o de un funcionario público. Constituye una obligación de toda persona responsable, tener la capacidad humana para optar entre diferentes opciones y elegir la mejor, todo ello sin escusas y afrontando con gallardía, las consecuencias.

La humildad incrementa la inteligencia y, el don de darse, hace crecer la humildad. La humildad no es un concepto, son muchos conceptos que engloban la sencillez, la tolerancia, la prudencia, la benevolencia, la cautela, la veracidad, la sinceridad, es decir el lado bonito del hombre e implica auto sacrificio y luchar contra el egoísmo, y el egoísmo es arrogancia, presunción, avaricia, y un largo etcétera, es decir el lado feo del hombre. Seguro que ahora entendemos mejor la enfermedad que atenaza al político y como la padece sin saberlo. Su orgullo es su coraza, forman parte de este armamento del que se sirve para avanzar en una carrera loca que no tiene ningún sentido.

¡Claro que los valores personales pueden ser muy útiles si queremos vivir en democracia¡ “La política es noble, es una de las formas más altas de caridad. La ensuciamos cuando la usamos para los negocios” (Pablo VI).

José de Rafael es presidente fundador The Right Person Foundation.

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