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Tribuna
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Hacia una economía más sostenible y competitiva

Cuando el eminente economista Jeffrey Sachs aplaude la nueva política climática y energética de la UE para 2030, tenemos razones para estar orgullosos.

Cuando el Secretario General de las Naciones Unidas Ban Ki-moon alaba “las propuestas ambiciosas son el ejemplo a seguir” y el Presidente del Banco Mundial Jim Yong Kim subraya “la ambición y el liderazgo de Europa en materia de clima”, tenemos razones pues para pensar que no solamente hemos dado el primer paso, sino que además ha sido un paso ambicioso.

Y cuando determinados grupos ecologistas califican nuestras propuestas de “carentes de ambición”, mientras que voces de algunos sectores industriales los consideran “demasiado ambiciosos”, es lógico pensar que hemos encontrado el justo equilibrio.

El mes pasado la Comisión Europea presentó sus propuestas en materia de política climática y energética de aquí a 2030. Estas propuestas contemplan un objetivo vinculante de reducción de las emisiones en un 40% en relación con los niveles de 1990, un objetivo vinculante de al menos un 27% de energía procedente de fuentes renovables, y medidas de eficiencia energética.

En general, estas propuestas han sido recibidas con escaso entusiasmo aquí en Europa en comparación con los comentarios más positivos de los dirigentes internacionales. No obstante, esto nos lleva a pensar que la verdadera ambición de estas propuestas y su significado para la lucha contra el cambio climático han sido reconocidos.

En primer lugar, la reducción del 40% es coherente con las recomendaciones científicas y nos abre la vía para cumplir nuestro objetivo para 2050 de reducir las emisiones entre un 80% y un 95%. Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), ese es el objetivo de reducción que deberán fijarse los países desarrollados para 2050 para mantener el calentamiento mundial por debajo de los 2° C.

En segundo lugar, porque la reducción de las emisiones en un 40% es un objetivo ambicioso que solamente podrá alcanzarse reduciendo las emisiones en la UE, a diferencia del objetivo de reducción de las emisiones del 20%, que podría lograrse parcialmente financiando proyectos fuera de la UE para compensar nuestras emisiones. Al reducir las emisiones de forma más importante aquí en Europa, atraeremos las inversiones y la tecnología.

Y, por último, el objetivo del 40% es factible y rentable. Nuestros análisis económicos muestran que el objetivo del 40% puede alcanzarse con inversiones posibles a corto plazo que generen beneficios significativos a largo plazo.

Exactamente igual que ahora, el objetivo de reducción de las emisiones en un 40% será vinculante tanto al nivel europeo como al nacional, ya que se desglosará en objetivos nacionales vinculantes.

No obstante, la estrategia que seguiremos en relación con las energías renovables no es la misma. En este ámbito, la Comisión ha propuesto objetivos vinculantes al nivel europeo, pero no obligaciones al nivel nacional.

Si bien es necesario definir y acordar los detalles prácticos en materia de energías renovables, Europa debe continuar fomentando su desarrollo a gran escala, desde el respeto a una cierta flexibilidad, para transformar el sistema energético europeo de forma que cada Estado miembro aporte su contribución a los objetivos climáticos comunes.

Es cierto que un objetivo ambicioso como el de la reducción de las emisiones en un 40% estimulará por sí solo las inversiones en las energías renovables en la UE. Pero la existencia de un objetivo vinculante en materia de energías renovables fomentará todavía más la inversión en energía limpia, cosa que un objetivo para las emisiones por sí solo no lograría.

Gracias a estas propuestas, la Comisión ha puesto el rumbo hacia una economía más sostenible.

Esperamos que nuestra ambición sirva de referencia para numerosos países.

Corresponde ahora a los dirigentes europeos proseguir con estos avances, y contamos con España para mantener el liderazgo de la UE en las negociaciones internacionales sobre el clima y ganar la carrera tecnológica de las energía limpias.

Connie Hedegaard es comisaria europea de Acción por el Clima.

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