Emergentes sumergidos
Hoy en día, la mayor amenaza para el crecimiento en los mercados emergentes son probablemente los mercados financieros. Mientras que los inversores hacen bien en reconsiderar su entusiasmo ciego por todos los países con ingresos bajos y grandes perspectivas, el pesimismo ciego perjudicaría a países que realmente podrían beneficiarse de la ayuda extranjera.
Los tres países que están actualmente bajo una mayor presión de los mercados merecen ser castigados. Argentina y Venezuela han tenido políticas económicas erróneas durante años. Turquía tuvo un déficit por cuenta corriente de alrededor del 7% del PIB en 2013, y la moneda se debilitó un 22% frente al dólar el año pasado, lo que contribuyó a llevar la inflación hasta el 7,4%.
Sin embargo, algunos mercados emergentes realmente están emergiendo. Por ejemplo Nigeria, que durante mucho tiempo ha sido un exportador de petróleo acosado por la pobreza, la corrupción y la mala gestión. Su PIB creció a una tasa anual del 6,8% en el tercer trimestre de 2013, con los sectores no petroleros creciendo al 8%. La inflación es moderada, y el país logra de forma constante un superávit en su cuenta corriente. Además, el historial es probablemente mejor de lo que las estadísticas publicadas sugieren. La primera revisión importante de las estadísticas del país realizada desde 1990 se publicará en un par de semanas. De acuerdo con la Agencia Nacional de Estadística, se espera que el PIB de Nigeria resulte ser un 65% más alto que se pensaba.
Sri Lanka es otro país en crecimiento, a pesar de ocupar el puesto 91, justo por encima de la India, en Transparencia Internacional en el Índice de Percepción de la Corrupción. El Fondo Monetario Internacional espera un crecimiento de más de un 6% anual del PIB entre 2013 y 2015, con una inflación por debajo del 10%. Mientras la cuenta corriente y los presupuestos del gobierno arrojan déficits de alrededor del 5% del PIB, la ratio entre la deuda soberana y el PIB, aumentada por su larga guerra civil, está ahora por debajo del 80% del PIB y tiende a descender.
La de México es una historia de inversión más familiar, pero que vale la pena volver a contar. Las materias primas representan solo el 20% de sus exportaciones, y el país acaba de llevar a cabo una apertura de su sector petrolero, tras mantenerlo con un control totalmente interno y no muy eficiente durante 75 años. Las finanzas públicas son fuertes, y la política de los tipos de interés está por encima de la tasa de inflación –una relación más razonable de la que muchos mercados desarrollados puede manejar–. El FMI elevó recientemente sus proyecciones de crecimiento para México al 3% del PIB en 2014 y al 3,5% en 2015, con un impulso del sector manufacturero y una recuperación de Estados Unidos que coge ritmo.
Los tres países que están ahora mismo bajo una mayor presión de los mercados merecen ser castigados
Para todos los países en desarrollo, los salarios bajos que hacen que las personas pobres sigan siéndolo pueden ser una ventaja competitiva. El truco es encontrar la forma de convertir el trabajo no cualificado en exportaciones a precios competitivos. Las nuevas tecnologías de transporte y las comunicaciones han hecho que sea más fácil, y algunos países han sido capaces de reducir la resistencia de las instituciones ineficientes y los gobiernos derrochadores. De hecho, México tiene déficits presupuestarios más bajos, menos deuda y unos tipos de interés reales mayores que las principales economías del mundo desarrollado, por no hablar de los beneficios del área de libre comercio de América del Norte.
La trampa para muchos países pobres, especialmente aquellos con pocos recursos naturales y pocas reservas internas, es su necesidad de capital externo para financiar las inversiones que hacen posible un rápido crecimiento. Simplemente, pueden carecer de los fondos necesarios para construir infraestructuras e instalaciones de producción hasta un nivel global.
Cuando los países pobres se quedan fuera de los mercados mundiales de capital, como lo estaban muchos en 2008-09, incluso los mercados emergentes sanos lo pueden pasar mal. Que los inversores pierdan los papeles ahora es un grave riesgo en estos momentos. Pero donde hay locura también hay oportunidades. Los inversores inteligentes serán capaces de hacerse con algunas gangas emergentes.