Donuts, una crisis nacida con el 'boom' del capital riesgo
En los años del boom inmobiliario en España, desde finales de los años noventa hasta 2007, se fraguó también un boom del capital riesgo. Los factores que permitieron un crecimiento inédito en la economía española de los sectores inmobiliario y del capital riesgo fueron prácticamente los mismos: tipos de interés bajos, apoyo financiero desmedido y cambios normativos favorables a sus intereses.
Esto permitió que entre 2005 y 2006 se llevaran a cabo operaciones nunca antes vistas en el ladrillo, como la compra de Fadesa por Martinsa (4.045 millones); la de Urbis por Reyal (3.150 millones), o la de Colonial, Riofisa y el 15% de FCC por Luis Portillo (cerca de 9.000 millones), entre otras muchas.
También ocurrió en el capital riesgo: de ser una industria poco conocida pasó a ocupar portadas de periódicos; varias de las mayores firmas del sector en el mundo se establecieron en España y por vez primera las sociedades de capital riesgo con oficina en el país se plantearon operaciones de 1.000 millones de euros.
En 2005 el sector logró en España récord de inversión, 4.000 millones; antes la cifra total no llegaba a los 1.000 millones. Ese año se llevaron a cabo operaciones como la compra de Panrico por Apax (900 millones); de Ono por JPMorgan y otras firmas de inversión (1.300 millones); de Cortefiel por CVC, Pai y Permira (372 millones); de Amadeus por BC Partners y Cinven (525 millones), o de Mivisa por CVC (500 millones).
Al igual que en el inmobiliario, el año 2007 fue el último del boom del capital riesgo. Las consecuencias de la crisis subprime surgida en EE UU a finales de 2007 no tardaron en contagiar al resto del mundo provocando el cierre de la financiación bancaria. Ese año se efectuaron las últimas grandes operaciones del capital riesgo en España, como la compra de Applus+ por Carlyle (cerca de 1.500 millones); la de Parques Reunidos por Candover (935 millones); la de USP Hospitales por Cinven (675 millones), o Avanza por Doughty Hanson (600 millones).
La crisis financiera se llevó por delante el sector inmobiliario español causando el estallido de una tremenda burbuja inmobiliaria cuyos efectos perduran. En el caso del capital riesgo, al tratarse de inversiones diversificadas, el cierre de la financiación bancaria sentó peor en unos casos que en otros. Más resistentes a la crisis parecen las operaciones de tinte más tecnológico, y más castigadas las ligadas al consumo. El caso de Panrico pertenece a este segundo tipo.
Apax fue una de las firmas tentadas por el crédito fácil. La sociedad de capital riesgo había creado prácticamente de la nada en España empresas como Jazztel, eDreams o Vueling. En 2005 adquirió Panrico por un precio cercano a los 900 millones a sus anteriores propietarios, la familia Costafreda y La Caixa (que poseía el 30%).
La crisis, la caída del consumo y la competencia de la marca blanca hicieron imposible que Apax refinanciara la deuda de Panrico, que superaba en 2010 los 600 millones. Más de un centenar de bancos acreedores se hicieron cargo de la empresa a mediados de ese año asegurando que en 2015 sacarían a Bolsa al fabricante de Donuts.
Pero en 2010 Panrico perdió 229 millones y sus ingresos cayeron un 10,8%, hasta los 563 millones. Tampoco la banca iba a ser capaz de sacar a flote a un grupo como Panrico que arrastraba una deuda millonaria de la venta de la empresa a Apax y que competía con artículos de marca blanca más baratos y más duraderos. A finales de 2011, el fondo estadounidense Oaktree, especializado en adquisiciones de empresas en peligro de quiebra, se hizo con Panrico acordando con la banca rebajar la deuda del grupo de alimentación a 195 millones. Ahora el fondo no ve más salida para evitar el concurso que el despido de la mitad de sus 4.000 empleados.