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Filantropía

Alumno aplicado busca padrino

El llamamiento de la presidenta de los rectores invitando a apadrinar a universitarios ponía el foco, hace unos días, en una realidad de los campus públicos, en los que, según algunas estimaciones, un 3% del alumnado tiene o tendrá problemas para pagar su matrícula. Al mismo tiempo, daba visibilidad a las iniciativas que las propias universidades y benefactores anónimos o públicos han emprendido para paliar los casos más extremos o situaciones sobrevenidas, aunque el secretario general de Universidades del Ministerio de Educación, Federico Morán, vaticina una mínima repercusión a la propuesta de Adelaida de la Calle, “porque no sé si habrá muchas familias dispuestas a apadrinar a un estudiante que no tiene beca al no llegar a un 5,5”.

La Universidad de Huelva ultima las bases de su Programa Matrícula, cuyo objetivo es “que ningún alumno se quede sin estudiar por falta de recursos”, explica el rector Francisco Ruiz Muñoz, quien se ha comprometido a pagar de su propio bolsillo la primera matrícula. También asegura tener ya otro benefactor, la propia Conferencia de Rectores de Universidades Españolas (CRUE), que le ha prometido apadrinar a otro estudiante, aunque los destinatarios principales de su apelación son instituciones, empresas, particulares y la propia comunidad universitaria.

La Delegación de Alumnos de la Politécnica de Valencia también está organizando una especie de crowdfunding para que cualquier persona de la comunidad universitaria pueda colaborar aportando desde un euro hasta la cifra que estime. Como en todos los casos, los criterios de reparto serán económicos y académicos, “porque hay que garantizar que la persona a la que ayudas lo merece y necesita para no incurrir en agravios con familias que hacen enormes esfuerzos para abonar sus matrículas”, advierte la vicerrectora de alumnado y extensión universitaria, María Victoria Vivancos, consciente de que “aunque la universidad está muy comprometida, esta no es misión nuestra, sino que es competencia del Ministerio y la Consejería, que no lo están haciendo correctamente”.

El llamamiento de la presidenta de los rectores invitando a apadrinar a universitarios ponía el foco, hace unos días, en una realidad de los campus públicos, en los que, según algunas estimaciones, un 3% del alumnado tiene o tendrá problemas para pagar su matrícula. Al mismo tiempo, daba visibilidad a las iniciativas que las propias universidades y benefactores anónimos o públicos han emprendido para paliar los casos más extremos o situaciones sobrevenidas, aunque el secretario general de Universidades del Ministerio de Educación, Federico Morán, vaticina una mínima repercusión a la propuesta de Adelaida de la Calle, “porque no sé si habrá muchas familias dispuestas a apadrinar a un estudiante que no tiene beca al no llegar a un 5,5”.

La Universidad de Huelva ultima las bases de su Programa Matrícula, cuyo objetivo es “que ningún alumno se quede sin estudiar por falta de recursos”, explica el rector Francisco Ruiz Muñoz, quien se ha comprometido a pagar de su propio bolsillo la primera matrícula. También asegura tener ya otro benefactor, la propia Conferencia de Rectores de Universidades Españolas (CRUE), que le ha prometido apadrinar a otro estudiante, aunque los destinatarios principales de su apelación son instituciones, empresas, particulares y la propia comunidad universitaria.

La Delegación de Alumnos de la Politécnica de Valencia también está organizando una especie de crowdfunding para que cualquier persona de la comunidad universitaria pueda colaborar aportando desde un euro hasta la cifra que estime. Como en todos los casos, los criterios de reparto serán económicos y académicos, “porque hay que garantizar que la persona a la que ayudas lo merece y necesita para no incurrir en agravios con familias que hacen enormes esfuerzos para abonar sus matrículas”, advierte la vicerrectora de alumnado y extensión universitaria, María Victoria Vivancos, consciente de que “aunque la universidad está muy comprometida, esta no es misión nuestra, sino que es competencia del Ministerio y la Consejería, que no lo están haciendo correctamente”.

La nota es determinante para obtener una beca Alumni, que financian antiguos alumnos de la Carlos III de Madrid, una fórmula muy conocida en el exterior que importó hace años la Universidad privada de Navarra. “Pretendíamos captar talento, personas con brillantes expedientes y escasos recursos, y las solicitudes que hemos ido recibiendo son de gente muy necesitada”, explica Belén Arrogante, coordinadora de la Oficina de Antiguos Alumnos de la Carlos III. Los aspirantes han de tener una renta per capita no superior a 10.000 euros y, este año, una nota media de bachillerato por encima de 8,6.

Van por la segunda edición y en cada una han becado a 12 jóvenes, con una ayuda de 3.000 euros al año. Esos estudiantes, una vez que acaben y lleven cinco años trabajando, devolverán en 10 años la mitad de lo recibido para nutrir nuevas becas. En esta edición colaboran 93 antiguos alumnos, casi el doble que en la anterior.

Esos filántropos se unen a una lista creciente en la que los casos más conocidos han sido dos mecenas anónimos (y así quieren seguir permaneciendo) que donaron 70.000 euros para la Universidad de León y 10.000 euros para el campus alcoyano de la Politécnica.

Según fuentes del rectorado leonés, este dinero ha ayudado a 50 alumnos de cursos avanzados, pero posiblemente se llegará a 70. Se atendió a todos los estudiantes que por circunstancias sobrevenidas no tuvieron beca y se les iba a anular la matrícula por falta de pago, a pesar de tener todos los créditos aprobados. También se prestó auxilió a aquellos que necesitaban un apoyo adicional.

La distribución fue similar en Alcoi. El benefactor ingresó directamente en la cuenta de la Universidad las cuotas pendientes de 11 alumnos que cumplían los criterios objetivos fijados entre la dirección y el servicio de estudiantes. “Mirábamos los créditos matriculados, los aprobados y la nota media, que ha estado entre un 6 y un 8”, explica el delegado de alumnos de Alcoi, Juan García.

La nota es determinante para obtener una beca Alumni, que financian antiguos alumnos de la Carlos III de Madrid, una fórmula muy conocida en el exterior que importó hace años la Universidad privada de Navarra. “Pretendíamos captar talento, personas con brillantes expedientes y escasos recursos, y las solicitudes que hemos ido recibiendo son de gente muy necesitada”, explica Belén Arrogante, coordinadora de la Oficina de Antiguos Alumnos de la Carlos III. Los aspirantes han de tener una renta per capita no superior a 10.000 euros y, este año, una nota media de bachillerato por encima de 8,6.

Van por la segunda edición y en cada una han becado a 12 jóvenes, con una ayuda de 3.000 euros al año. Esos estudiantes, una vez que acaben y lleven cinco años trabajando, devolverán en 10 años la mitad de lo recibido para nutrir nuevas becas. En esta edición colaboran 93 antiguos alumnos, casi el doble que en la anterior.

Esos filántropos se unen a una lista creciente en la que los casos más conocidos han sido dos mecenas anónimos (y así quieren seguir permaneciendo) que donaron 70.000 euros para la Universidad de León y 10.000 euros para el campus alcoyano de la Politécnica.

Según fuentes del rectorado leonés, este dinero ha ayudado a 50 alumnos de cursos avanzados, pero posiblemente se llegará a 70. Se atendió a todos los estudiantes que por circunstancias sobrevenidas no tuvieron beca y se les iba a anular la matrícula por falta de pago, a pesar de tener todos los créditos aprobados. También se prestó auxilió a aquellos que necesitaban un apoyo adicional.

La distribución fue similar en Alcoi. El benefactor ingresó directamente en la cuenta de la Universidad las cuotas pendientes de 11 alumnos que cumplían los criterios objetivos fijados entre la dirección y el servicio de estudiantes. “Mirábamos los créditos matriculados, los aprobados y la nota media, que ha estado entre un 6 y un 8”, explica el delegado de alumnos de Alcoi, Juan García.

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