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En portada

Hora de hacer limpieza en la cartera de inversión

Los traspasos entre fondos se han disparado aunque aún hay partícipes que desconocen que el cambio no tributa

Corren buenos tiempos para la industria española de fondos de inversión. El patrimonio invertido en este tipo de productos ha aumentado un 8,5% durante el primer semestre, la mayor tasa de crecimiento de Europa.

Pero esas buenas noticias para el sector no lo son necesariamente para el partícipe. En los últimos meses se ha observado un aumento de los traspasos entre fondos de inversión, posiblemente porque el ahorrador no está contento del todo.

Las cifras son reveladoras. Las movilizaciones realizadas entre fondos durante la primera mitad de 2013 son un 20% superiores a las efectuadas en 2012. En concreto, hasta junio 2013 se ha traspasado el 8,9% del patrimonio medio de los fondos de inversión. Dicho volumen de movilizaciones supone más del 32% del total de suscripciones brutas.

Quizás esos datos serían más abultados si contáramos con una mejor formación financiera media. El estudio Partícipes: visión sobre los fondos de inversión y sus gestores, presentado por el Observatorio Inverco hace un año, concluía que el 60% de los encuestados no sabía que se puede cambiar de fondo sin tributar.

“Lo que cuenta es lo que está pasando y no lo que sucedió ayer”, dice Alberto González, de Oyster Funds

Pero, ahora que lo sabemos, ¿nos ponen fácil hacerlo? “Los traspasos nunca son fáciles con retrasos, comisiones y tasas. Los clientes deberían pedir las comisiones más bajas posibles cuando cambian un fondo por otro”, opina Stéphane Toullieux, consejero delegado de Financière de l’Echiquier.

Para Paula Mercado, directora de análisis de VDOS, “cambiar de producto es, teóricamente, muy sencillo. Sin embargo, a veces los inversores no disponen de información sobre cómo contratar algunos productos, especialmente de fondos internacionales”.

Ante la cuestión de si se debería cambiar de fondo cuando su producto no da el rendimiento esperado, “primero, deberíamos preguntarnos si la rentabilidad que esperábamos es la adecuada. Si no queremos asumir riesgos, es normal que estemos invertidos en un producto que da un muy escaso rendimiento. En este caso, no hay gran cosa a hacer hasta que estemos dispuestos a arriesgar algo más”, dice Andrea Carreras-Candi, directora de EFPA España.

Alberto González, responsable de Oyster para España, Andorra y Portugal, también ve importante analizar antes de decidir nada. “Lo que cuenta es lo que está pasando y no lo que sucedió ayer: cuando estas conduciendo no puedes ir mirando continuamente el retrovisor”.

También recomienda desconfiar del corto plazo Sophie del Campo, directora general de Natixis Global Asset Management para Iberia y Latinoamérica: “En el contexto actual, caracterizado por tipos de interés bajos, gran volatilidad en los mercados y riesgo a nivel global, creemos que hay que ser consistentes y centrarse en objetivos a largo plazo, con independencia de las fluctuaciones diarias”.

Para Toullieux, de Financière de l’Echiquier, no hay duda, la clave está en “¡preguntar al asesor! ¡La gente curiosa siempre obtiene los mejores resultados en el duro mundo de la inversión!”.

Así somos

Sondeo de Natixis GAM

Independencia. Solo uno de cada cinco inversores españoles trabaja regularmente con un asesor financiero, y el 38% nunca lo ha hecho.

Formación. La mayoría de los encuestados (88%) confiesa que sus conocimientos sobre inversiones “no son muy sólidos”.

Riesgo. El 69% solo se declara dispuesto a asumir un riesgo de inversión mínimo, aunque signifique sacrificar rentabilidad.

En Fidelity mencionan que una encuesta elaborada en 2011 junto a TNS Sofres ponía de manifiesto que los inversores europeos mantienen sus reservas sobre los intereses de los asesores y demandan una información más clara sobre lo que compran.

Para salvar los déficits en cultura financiera que suele presentar el pequeño accionista, los expertos recomiendan lo obvio: acudir a ellos. Profesionales que en los últimos años se han multiplicado con la aparición de las empresas de asesoramiento independientes. Sin embargo, el principal asesor del inversor individual sigue siendo el subdirector de su sucursal bancaria.

El problema fundamental de las entidades financieras “es el conflicto de interés, del cual se derivan todos los demás: falta de información, poca profesionalidad, interés comercial por encima del interés del cliente, escasa transparencia... situación que todavía hoy perdura y que necesita ser radicalmente cambiada”, reclama Javier Flores, responsable de estudios de la Asociación Europea de Inversores Profesionales (Asinver), que también recuerda que “el asesoramiento no es gratuito, y cuando lo es, entonces lo que hay detrás no es asesoramiento”.

En cuanto a la desbancarización del asesoramiento, Juan Hernando, responsable de análisis de fondos de Inversis Banco, opina que “el incremento de la arquitectura abierta y, por tanto, la posibilidad de suscribir fondos de diferentes gestoras nacionales e internacionales ha aumentado las posibilidades del inversor”.

También se muestra optimista Ángel Martínez-Aldama, director general de Inverco, al afirmar que “la formación de las redes de venta ha mejorado mucho, y además se están promoviendo fondos perfilados para que se adecúen al perfil de riesgo de los inversores”.

Claves para un buen asesoramiento

Según la sección española de la Asociación Europea de Asesores Financieros (EFPA), son seis las recomendaciones para tener un buen asesoramiento financiero:

Servicio global. El asesoramiento tiene que ser un servicio global y mantenido en el tiempo. La labor de asesoramiento conlleva una planificación del ahorro y/o de la inversión, o una gestión de una cartera a lo largo del tiempo. No se debe limitar a una recomendación concreta y puntual sobre un producto.

Confianza plena. El cliente tiene que buscar un planificador que garantice sus conocimientos y ética a través de un certificado profesional. Una vez elegido, es esencial que el experto cuente con la confianza por parte de su cliente, pero siempre teniendo en cuenta que es este el que tiene la última palabra a la hora de tomar una decisión de inversión.

Información completa del cliente. El profesional tiene que conocer todas las características financieras y personales de su asesorado, cuáles son sus intereses y el perfil de inversión que posee, así como –resulta muy importante– el horizonte temporal para adaptar sus recomendaciones.

Sin prisas ni nervios. Es esencial mantener la calma y tener visión a largo plazo. En ocasiones, un ahorrador se entusiasma ante una tendencia alcista del mercado y quiere invertir con precios elevados. Un buen asesor financiero tiene que saber explicarle a su cliente si se trata de una buena decisión o no. De igual forma, en momentos de incertidumbre, el buen profesional tiene que explicar a su asesorado las ventajas de no precipitarse en la venta o salida de un producto determinado. En definitiva, saber jugar profesionalmente con el concepto de volatilidad para sacar el mayor rendimiento posible a su inversión.

Comprensión y compromiso. El cliente tiene que entender todo el proceso e involucrarse en el mismo. A nadie se le escapa que el asesor financiero juega un papel fundamental a la hora de explicar a su cliente el gran abanico de posibilidades de inversión que existen en el mercado, dejando claro las ventajas que según su experiencia puede aprovechar y los riesgos a los que se enfrenta, antes de que tome una decisión final.

Minimizar el riesgo. La diversificación, repartir los activos, es importante para reducir el impacto del riesgo. El planificador debe trabajar para encontrar la cartera ideal acorde al perfil específico de inversión de cada cliente.

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