Los BRICS se ponen la venda
La cumbre anual del G20, que hoy finaliza en San Petersburgo, está centrada en la recuperación del crecimiento global y el empleo, pero marcada por un capítulo fuera de la agenda oficial: la crisis en Siria y los planes de EE UU para lanzar un ataque contra el régimen de Al Asad. Aun así, de la reunión pueden salir avances como el acuerdo para el intercambio automático de información fiscal entre países, previsto para 2015, y que sería un importante paso en la siempre lenta lucha contra el fraude y la corrupción financiera. Pero, desde el discurso inaugural, en la cumbre sobrevuela el temor a una recaída en la crisis, no descartable pese a las señales de mejoría en los mercados financieros, y que tendría con toda seguridad a las economías emergentes como principales víctimas. Esa es la razón por la que parece un acierto el plan de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) de crear un fondo cambiario de 100.000 millones de dólares (75.757 millones de euros), con China como principal tributario, para afrontar sobresaltos. Es la venda antes de la herida, pero una muestra más del temor a que la retirada de la política monetaria expansiva de la Fed produzca serios trastornos si no es cuidadosamente calibrada y claramente comunicada. Y eso porque no creen en la fortaleza de la demanda global ni en el esfuerzo de Europa para promoverla.