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Tribuna
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Mercados emergentes: ¿La salvación?

Un mercado emergente es aquel en fase de transición respecto a su tamaño, actividad o sofisticación respecto a uno desarrollado. Los rankings que elabora el Banco Mundial de economías con un PIB per cápita inferior a 10.000 $ son una medida útil, aunque no perfecta. Por ejemplo, países como Chile son mercados desarrollados, pero países como Libia y Guinea Ecuatorial, con sistemas políticos y legales en transición quedarían excluidos.

A pesar de que los mercados emergentes están creciendo mucho, todavía no han alcanzado madurez y estabilidad. Son países con alta incertidumbre y vulnerabilidad debido a factores económicos, políticos... Según ésta definición y la experiencia reciente, muchos inversores pensarán que los riesgos tanto de los mercados desarrollados como los emergentes son bastante más parecidos de lo que antiguamente eran.

Los CDS de 5 años (seguros de protección de pagos) de Grecia, Irlanda y Portugal han estado cotizando por encima de los niveles de Tailandia, Rusia y Filipinas. Si los spreads (diferenciales) de los CDS reflejan el coste de asegurarse contra un riesgo de default (impago de la deuda), estos países europeos tienen ahora más riesgo que los asiáticos.

Los inversores se sienten atraídos por el excelente comportamiento histórico y las atractivas tasas de crecimiento esperadas de los mercados emergentes, en comparación con las de los desarrollados. Hay que tener en cuenta que, aunque las tasas de crecimiento pueden ser de doble dígito, como en China, los niveles de productividad siguen siendo muy bajos. Desde comienzos de 2009, el índice ‘FTSE Emerging All Cap Equity’ ha batido a los índices americanos, ingleses e índices globales en más del 75%. Sin embargo, durante el año 2008, cayó más del doble que el resto de índices, derivado de sus riesgos intrínsecos. Los beneficios a muy largo plazo, los cuales pueden incluir algunos defaults de deuda soberana, son menos aplastantes.

Se piensa que los mercados emergentes están cada vez menos correlacionados con los mercados desarrollados. El crecimiento en países emergentes (la mayoría con recursos naturales) es impulsado por la demanda doméstica y las exportaciones, ayudada por los altos precios de las materias primas (petróleo y metales preciosos). China, recientemente convertido en el mayor exportador del mundo, es un claro ejemplo. Estudios publicados dicen que antes del 2050 la economía china superará a la americana, con lo que no hay que subestimar el enorme potencial de éstos países para convertirse en futuros mercados desarrollados.

Por su naturaleza, los mercados emergentes son más vulnerables ante eventos imprevistos que los desarrollados. En entornos con sistemas políticos y legales bien establecidos y asentados, los factores de riesgo son más predecibles y los gestores son capaces de gestionar sus predicciones apoyadas por los principios de libre mercado.

Para muchos sistemas políticos en transición, tales principios son nuevos y extraños. En entornos no democráticos, corrupción o interferencias políticas o legales pueden distorsionar los incentivos económicos, y los empresarios o gestores podrían tener otra clase de incentivos poco ortodoxos. Además, un cambio regulatorio podría impedir a los inversores retirar su dinero del país.

Como cualquier inversión no doméstica, valores con exposición a la divisa local conllevan unos riesgos. El riesgo de tipo de cambio puede ser parcialmente mitigado comprando bonos o equities (activos) denominados en la divisa doméstica del inversor (dólares o euros), pero como los cash flows subyacentes de estos instrumentos siguen estando en divisa local, el riesgo de tipo de cambio permanece. La liquidez de muchos mercados emergentes, particularmente los mercados frontier de pequeña capitalización, puede ser muy limitada. El fenómeno flight to quality en momentos de pánico merma la liquidez de esos mercados pequeños.

La diversificación aminora los riesgos de forma efectiva. Aunque los mercados emergentes sólo representan un 12% de la capitalización de mercado del equity, representan un 50% del PIB global. Así, inversores prudentes pueden incluir activos de economías emergentes en sus carteras, evitando una excesiva concentración en sectores o países.

Aunque cubrir las posiciones es otra manera de mitigar el riesgo, los instrumentos financieros para mitigar los efectos de los mercados emergentes son limitados. Tanto la cantidad como la calidad de la información en economías emergentes puede ser deficiente, y las estructuras corporativas de gobierno muy débiles, los inversores deberían estudiar los datos e hipótesis iniciales que usan en sus modelos de análisis fundamental.

Fernando Cano Camino es miembro de CFA Society Spain

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