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Tribuna
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El capital riesgo en la política económica

Lo peor que tiene el Capital Riesgo es su nombre. En los países con actividad consolidada, se le llama capital privado, en contraposición al capital público negociado en mercados organizados y regulados, como la bolsa.

La crisis ha hecho que en España la actividad de los Fondos de Inversión en capital privado (en adelante, FCP) principal inversor en capital privado, haya caído a la cuarta parte en cinco años, y que el lanzamiento de nuevos fondos esté mermado y en riesgo de inanición.

Pero a diferencia de otros sectores, la inversión en capital privado genera importantes externalidades positivas en el resto de la economía, por lo que es especialmente relevante para la política económica. Éstas provienen de que los FCP:

-Son motor de consolidación de sectores de actividad y aportan capital para inversión, de difícil acceso de otra forma, a las empresas en que participan. Dada la importancia de la consolidación sectorial para la mejora competitiva general y la necesidad genérica de financiación y capital, apoyar a los FCP debiera ser prioritario.

-Son generadores de un importante efecto riqueza en los propietarios de empresas, especialmente pymes y empresas familiares. No requiere de una venta y se produce incluso en empresas no participadas por los fondos, por la percepción de valoración de las empresas y la expectativa de obtener liquidez para su capital. Al igual que con el residencial inmobiliario, su efecto tiene incidencia en el consumo y en los procesos de inversión empresariales. Se extiende a los ejecutivos que reciben remuneración en participaciones en capital (el llamado “sweat equity”) como parte de los sistemas de incentivos introducidos por los FCP.

-Son impulsores de prácticas modernas de gestión y transparencia, y de una industria complementaria de empresas de servicios de alto valor añadido; abogados y fiscalistas especializados en operaciones corporativas; consultores de negocio y de recursos humanos; auditores; expertos en ejecución de transacciones; asesores en fusiones y adquisiciones, etc.

-Por último, en España el sector ha sido siempre importador neto de capital y de deuda, con plazos de desinversión y repatriación largos, compitiendo internacionalmente con otros destinos. Dicha competencia ha de ser considerada dentro de los planteamientos de política económica general a la hora de valorar el interés y las formas de apoyar a los FCP.

Estas razones justifican que la política económica apoye el desarrollo de un mercado moderno y fluido de capital privado, y a los FCP que son su principal jugador. Tal apoyo se puede lograr sin distorsionar la eficiencia en la asignación de recursos, con medidas centradas en los ejes de su actividad. Algunos ejemplos de cómo hacerlo serían:

-Apoyando la captación de inversión, aportando fondos públicos a los suscritos por inversores privados, sometiendo así las condiciones y bondades de la inversión a los criterios impuestos por la inversión privada, de la que sería complementaria y no sustitutiva.

-Extendiendo el planteamiento anterior a la financiación bancaria, aportando financiación pública en las operaciones corporativas de inversión en condiciones de banca privada.

-Mejorando la cualificación de la inversión en los FCP en el cómputo de reservas técnicas de los grandes ahorradores institucionales; fondos de pensiones y sociedades aseguradoras, que son los grandes suscriptores internacionales de los FCP.

-Mejorando el tratamiento fiscal de los costes financieros de las operaciones de inversión y consolidación de los fondos, para equipararlos a los costes internacionales.

Estas ideas pretenden resaltar el valor de un sector que no siempre se valora por su contribución al desarrollo general, y cuya asimilación a operaciones especulativas no se corresponde con su realidad nacional ni internacional, y sugerir formas de aplicar políticas económicas eficaces. En un momento de restricción financiera, la política económica debe potenciar los mecanismos de captación e inyección de capital a las empresas, y los procesos de consolidación e inversión empresarial; lo que se puede lograr apoyando a los FCP.

Pero esto es sólo parte de un problema de mayor dimensión; España ha de decidir qué papel jugar en la industria internacional de capitales y desarrollar una política económica acorde. Se está reconfigurando el tablero internacional financiero, con la city londinense en momentos bajos, por su autoexclusión del euro y por la mayor intervención de EEUU a sus bancos en sus actividades dentro y fuera del país. Existe por tanto la oportunidad y la necesidad de desarrollar una política proactiva, en la que el capital privado es un epígrafe importante.

Teo Millán es doctor en Economía en la Universidad de Minnesota

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