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Tribuna
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Redistribuyendo el trabajo

El mercado laboral alemán es tomado como ejemplo en Europa y sus reformas tienen un gran valor. Las leyes Hartz permitieron orientar los servicios de empleo hacia lo que debe ser su principal función, buscar trabajo a los desempleados, al tiempo que los minijobs facilitaron el acceso al mercado laboral de ciertos colectivos y que otros no quedaran excluidos del mismo, sin olvidar que se cortaron de raíz ciertos abusos en los subsidios de desempleo.

El resultado, la segunda menor tasa de paro de la UE, 5,3%, aunque este logro esconde un mundo menos idílico. En Alemania ha aumentado el número de empleados hasta superar los 41,6 millones en 2012 frente a 38,7 millones en 1991, es decir, un 7,5%, al tiempo que las horas trabajadas retrocedían un 3,2%. La contrapartida, en 2012 el empleo a tiempo parcial en el caso de los trabajadores entre 15 y 64 años representaba el 25,7% del total frente al 13,8% de 1991, un crecimiento de 11,9 puntos que superaba los 6,1 puntos del conjunto de la UE.

Ahora, el trabajo a tiempo parcial en Alemania supera el promedio de la UEM (20,9%) y de la UE (19,2%), con cifras mayores solo en Holanda (49,2%) y Reino Unido (25,9%), donde el papel de los estudiantes en el mercado laboral es más destacado. Las reformas germanas han servido para repartir el trabajo, aunque también han tenido impacto en la temporalidad pero en menor medida. Desde principios de los noventa, la tasa de temporalidad alemana había sido algo menor que el promedio de la UE, pero en 2005 casi convergía tras aumentar en 1,8 puntos en un solo año, haciéndolo finalmente en 2007 para situarse actualmente algo por encima, 13,9% frente a 13,7%.

Luego la flexibilización a costa de un aumento contenido de la temporalidad y reparto de las horas trabajadas son las nuevas bases del modelo laboral alemán, aunque el esfuerzo de la división del trabajo ha recaído en el sector privado. En las dos últimas décadas, a la par que las horas trabajadas disminuían en la economía, se incrementaban en las áreas más vinculadas al sector público, como Administraciones, defensa, educación, salud y servicios sociales (+13,2%), quienes también veían aumentar sus empleados en un 24,9% (1,92 millones). Unos incrementos que han tenido continuidad en los últimos años, sumando 688.000 empleos desde 2005 y resaltando que lo público también ha sido crucial en la baja tasa de paro en Alemania.

Por otro lado, el número de personas que cuentan con dos trabajos casi se ha doblado desde 2004, teniendo en cuenta que estamos hablando de un país que ensalza su solidez económica. Luego no todo es tan bueno en el mercado laboral germano como parece y este hace frente a ciertas debilidades, aunque lo indudable es que las reformas han servido para dotarlo de estabilidad en periodos difíciles, destacando la contribución positiva del sistema kurzarbeit para flexibilizar las jornadas laborales. En la esfera germana, los resultados han sido favorables, solo el 16,9% de los trabajadores a tiempo parcial entre 15 y 64 años tiene involuntariamente este tipo de empleo frente al 27,7% en la UE o el 29,1% en la UEM. Otra cuestión es exportar el modelo a otros países.

En España sería muy positivo introducir mecanismos que permitiesen una rápida adaptación de las jornadas laborales, limitando el número de despidos, y articular una mejora temprana de los servicios de empleo, sin dejar de lado fórmulas como los minijobs, vinculadas a colectivos muy específicos, pero parece difícil avanzar hacia el modelo alemán. A diferencia de Alemania, hoy el sector público destruye empleo y la economía está en recesión. Es complicado repartir el empleo cuando el 60,9% de los trabajadores a tiempo parcial no desean esta situación y, si tomamos el rango de edad 15-74, el 54,5% se encuentra subempleado, es decir, desea trabajar más horas y está disponible para ello, al tiempo que las personas con dos trabajos han descendido en un 35% desde 2007.

Alemania ha optado por dividir el trabajo y ha generado un buen sistema para aliviar las fases bajas del ciclo, pero aún tiene que demostrar si es el apropiado para potenciar el crecimiento cuando lo peor quede atrás. Los minijobs no garantizan rentas sólidas para que las familias tomen importantes decisiones de gasto y el aumento de la temporalidad tampoco ayuda, poniendo ello coto al avance de la economía. El reparto del empleo es un parche temporal y no es una opción para España ni tampoco para la UE a largo plazo, el desafío es articular políticas que lo creen.

Francisco Vidal es economista de Intermoney 

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