La caída del dólar frente al euro agrava el efecto de los aranceles en las exportaciones
Los ingresos que obtengan las empresas por sus ventas en Estados Unidos valdrán menos cuando los conviertan a euros


La oleada de aranceles impuesta por Donald Trump ha sacudido los mercados financieros, desatando una reacción en cadena que amenaza con amplificar el efecto negativo de las tasas. Una de las primeras reacciones ha sido una fuerte depreciación del dólar frente al euro, que se ha moderado ligeramente este lunes, lo que supone un doble castigo para las empresas exportadoras: sus productos serán más caros en EE UU no solo por el impuesto a las importaciones; también para compensar el efecto del tipo de cambio en unos costes que las empresas pagan en euros. La decisión es endiablada: o subir precios o quedarse sin apenas margen de beneficio.
El paquete de medidas que ha diseñado el Gobierno de Estados Unidos incluye amplios gravámenes a las importaciones de sus socios comerciales (las tasas han alcanzado incluso a unas islas deshabitadas), que van desde un 10% pasando por un 20%, 34% y hasta un 49% según el país. Eso supone que en unos días los productos importados desde tierras estadounidenses serán más caros. La teoría económica, y el sentido común, sugiere que un incremento de precios previsiblemente se traducirá en una caída de las ventas y las exportaciones. A este efecto directo se suma otro desafío: la depreciación del dólar. La divisa estadounidense alcanzó su punto máximo anual en enero, cuando rozó la paridad con el euro (1 dólar se cambiaba por 1,0244 euros). Desde entonces, ha perdido un 6,5% de su valor.
“La apreciación del euro frente al dólar, combinada con la imposición de aranceles del 20%, representa un doble factor negativo para las empresas europeas. La fortaleza del euro encarece sus productos en el mercado estadounidense, que supone una pérdida de competitividad respecto a los productos americanos. Por otro lado, el aumento de las barreras comerciales mediante aranceles agrava aún más la pérdida de atractivo relativo de sus bienes y servicios. Esta convergencia de factores puede traducirse en una contracción de ingresos, una presión sobre los márgenes de beneficio y, en última instancia, una revisión a la baja de sus planes de inversión, contratación y expansión internacional”, explica Juan José del Valle, analista de Activotrade.
Para ilustrarlo, tomemos el caso de una empresa española que exporta tomates a Estados Unidos a un precio de un euro por kilo. En el mercado europeo, la compañía recibe íntegramente ese euro por cada unidad vendida. Sin embargo, en EE UU debe afrontar un arancel del 20%, lo que supone un coste adicional de 20 céntimos por kilo. Lo habitual es que las empresas trasladen el sobrecoste al consumidor final. Esto elevaría el precio de los tomates de 1 a 1,2 dólares por kilo y, previsiblemente, frenaría la demanda. Y a las menores ventas por la subida del precio, se suma el impacto de la apreciación del euro frente al dólar. Actualmente, el tipo de cambio se sitúa en 1,09 dólares por euro, pero si el billete verde se depreciara hasta 1,2 dólares por euro, el valor de cada kilo de tomates vendido en EE UU disminuiría de 0,91 a 0,83 euros. Esta diferencia de 8 céntimos por kilo se traduciría en una pérdida de 80.000 euros por cada millón de kilos exportados, únicamente debido al efecto cambiario.
El jueves, pocas horas después de que el presidente estadounidense mostrara una tabla con el importe de los aranceles a cada país, el dólar estadounidense cayó a su nivel más bajo en seis meses frente al euro. Pasó de cambiarse a 1,07 dólares cada euro el día previo a 1,1 dólares veinticuatro horas después del anuncio para moderarse este lunes a los 1,09 dólares. Este movimiento ha supuesto un cambio de guion en el mercado que pocos analistas preveían, ya que inicialmente consideraban que las políticas proteccionistas y desregulatorias de Trump fortalecerían el billete verde. “Creemos que el fortalecimiento del euro frente al dólar no solo ha sido contra intuitivo, sino también coyuntural. La caída del dólar ha estado motivada por los temores a un posible escenario de recesión en la economía estadounidense que creemos, de momento, que no están suficientemente justificados, ya que el mercado laboral sigue relativamente indemne. A pesar de ello, este pánico ha desatado una desbandada de los inversores de las Bolsas americanas, provocando las fuertes caídas del dólar”, explican los expertos de Ebury.
“De forma aislada, los aranceles deberían ser positivos para el dólar. Sin embargo, este efecto está siendo el opuesto por revisiones a la baja del crecimiento y las expectativas de tipos de interés en EE UU más pronunciadas que en otras regiones, flujos de diversificación que se alejan de los activos en dólares debido a la incertidumbre política, y porque los inversores están empezando a anticipar posibles represalias por parte de la UE y China. Una debilidad más prolongada del dólar podría surgir si los riesgos a la baja para las perspectivas de crecimiento vienen acompañados de recortes de tipos por parte de la Fed más agresivos de lo esperado”, valoran los analistas de UBS.
Según explican los operadores del mercado consultados, los hedge funds han reaccionado reduciendo su exposición en mercados emergentes y apostando por divisas refugio como el euro, el yen japonés y el franco suizo. Además, algunos han intensificado posiciones en corto contra monedas asiáticas, anticipando una mayor depreciación en la región, que será una de las más afectadas por las represalias comerciales de EE UU (los productos de Camboya afrontarán un arancel del 49%, los de China hasta un 54% incluyendo las medidas previas, y los de Tailandia un 37%). “El posicionamiento de los operadores de divisas se está volviendo bajista respecto del dólar y más alcista respecto de las monedas de los principales socios comerciales de Estados Unidos, a medida que Estados Unidos se prepara para lanzar una guerra comercial multinacional. Desde finales de octubre hasta la primera semana de marzo, la mayor parte del posicionamiento en euros fue largo en dólares, pero desde hace tres semanas, el posicionamiento neto es largo en euros”, ha expresado Joseph Brusuelas, economista jefe de RSM. Jordan Rochester, de Mizhuo Bank señaló a la CNBC que su previsión es que el euro pierda cierto terreno a entre 1,06 y 1,07 dólares antes de subir hasta los 1,12 dólares a finales de año.
La respuesta de la Unión Europea a las medidas proteccionistas de Trump sigue siendo incierta, pero los mercados ya especulan sobre cómo los bancos centrales ajustarán su política monetaria. Las posibles contrarrepresalias podrían elevar la inflación y en esa situación la Fed podría verse obligada a mantener los tipos altos, mientras que el BCE, enfrentando un crecimiento débil, podría inclinarse por recortes. Y algunos analistas advierten sobre el riesgo de una respuesta divergente entre los dos bancos centrales. “Si la inflación en EE UU repunta y el mercado laboral sigue fuerte, la Fed podría priorizar la estabilidad de precios y mantener los tipos de interés sin cambios. En cambio, el BCE, ante la debilidad de la Eurozona y su mayor exposición al comercio exterior, podría optar por un recorte de tipos en abril. Esta divergencia en la política monetaria podría impulsar al dólar frente al euro en los próximos meses”, concluyen los expertos de Ebury.
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