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Sapere aude o la razón no se impone por la fuerza (Parte 2 y final)

Grecia, y con ella todo la Europa Meridional, se enfrenta actualmente a una situación en parte similar a la descrita en la primera parte de éste comentario (plasmada en el famoso cuadro de los fusilamientos de Goya).

Las élites que mantienen a éstos paises con estructuras económicas, sociales y políticas al margen de las sociedades modernas, continúan controlando su sociedad. Pensaron que éstas podrían sobrevivir sin cambios dentro de la UME.

La crisis en la Eurozona, ha evidenciado que no es posible. Se necesitan reformas.Es por ello que las necesidades de construcción europea han impulsado, acelerado e intensificado el proceso reformista dirigido por la innovadora Alemania que se niega a aceptar que el destino de estos países es mantenerse con estructuras que, en el mejor de los casos, pertenecen a una sociedad del siglo XIX. Han llegado a la conclusión de que mantener éste anacronismo absurdo dentro del euro es económica, social y políticamente imposible.

Es más, el cambio es inevitable, ya sea dentro o fuera de la UME, y no se va a desacelerar pues no hay tiempo.

Desde mayo del 2010, han venido cayendo bajo el peso de una Alemania que las empuja de manera violenta a mejorar en productividad, competitividad, flexibilidad de mercados, sostenibilidad de un estado de bienestar, recaudación tributaria. En definitiva los empuja al siglo XXI. Mucho me temo que el plan alemán para el futuro de la Eurozona implica más intervenciones. Los factores que hasta ahora han centrado la atención de todos (endeudamiento y déficit público, prima de riesgo, etc.) no son más que meros instrumentos que utiliza Alemania para forzar las reformas. Nosotros nos hemos acostumbrado a oír hablar de la “prima de riesgo” y la vemos como un problema cuando se dispara, Alemania lo ve como una solución pues a través de ésta hace inevitable que nos movamos.

¿Que se les pide a los griegos? Aunque todo se centra en lo económico, todo se resumen en: que construyan una sociedad moderna. El reto es importante, ya que las verdaderas reformas que necesita Grecia no creo que puedan ser llevadas a cabo por un sistema socio-político que está muy por debajo de lo que el reto exige. Antes de abordar los problemas económicos sería útil abordar un nuevo esquema de sociedad que entierre definitivamente los “apaños” y “juegos políticos” surgidos en Grecia en los años 70 tras el colapso de la “dictadura de los coroneles”(4). Eso no pueden hacerlo los griegos solos. Necesitan la ayuda de Europa, pero para ello, deberíamos exigirnos tener una interlocución directa con su sociedad, para que entiendan que las reformas, los sacrificios y las mejoras que se les pide, son inevitables si quieren sencillamente vivir en el entorno y en el tiempo que les corresponde.

Ahora me viene a la mente la escena final de “El jardín de los cerezos” de Chejov donde Liubov Andréievna Ranévskaya tras perder (por su vida disipada y despilfarradora) la finca que da nombre a la obra y verse obligada a abandonarla, pide de manera insistente no oír como talan los cerezos. Suena como el tic-tac de un reloj. En el fondo esta pidiendo que paren el reloj del tiempo y le permitan seguir viviendo en el mundo que ha desaparecido y donde su posición era otra. No va a ser posible. La opción de mantenerse al margen es inviable, solo existen en la mente de aquellos que quieren quedarse al margen de la historia. De aquellos que ponen por delante el mantenimiento de su poder local aunque ello suponga un perjuicio para el interés general de la comunidad.

Por último, quiero acabar reseñando la arriesgada, inteligente y audaz puesta en escena que del “Lohengrin” de Wagner dirigió Konwitschny el año 2000 para el Liceu de Barcelona(5). La acción se traslada a una escuela donde todos los personajes son adolescentes malcriados, incapaces de entender y seguir a Lohengrin, el único personaje adulto. Elsa de Brabante, la única adolescente que se atrevió a soñar con un mundo adulto (en definitiva, con Lohengrin) tendrá que enfrentarse al resto de compañeros de clase. A los que confunden sus verdaderos enemigos (Friedrich de Telramund, conde de Brabante) y sobretodo a aquellos que son el verdadero obstáculo para el progreso de la sociedad (Ortrud) ya que solo desean mantener las estructuras anticuadas de pensamiento que les mantienen en el poder. Las constantes referencias a dioses antiguos a lo largo de toda la obra de ést última (Ortrud) son sintomáticas. La obra es muy pesimista (al igual que el cuadro de Goya), triunfa Ortrud induciendo a Elsa a desconfiar de Lohengrin. La escena final en la que el hermano de Elsa reaparece (su desaparición al inicio de la obra es la causa del conflicto) como un niño con una ametralladora atemorizando a todos mientras Lohengrin se aleja, nos muestra que sucede cuando no queremos avanzar: retrocedemos.

Es una bella metáfora de la imposibilidad de que la utopía y el progreso se instalen si no se combaten previamente sus verdaderos obstáculos. El mundo de Liubov Andréievna Ranévskaya ya desapareció. El jardín de los cerezos es nuestro. Hagamos esta vez que Ortrud fracase. Hagamos que Goya ni Wagner tengan razón. Hagamos entre todos que Lohengrin se quede.

[4] Sería útil plantearnos lo mismo con otros países que en ésa década cambiaron de una dictadura a una democracia como Portugal y España, o vivieron con un Estado que vivió en un permanente “juego político” para contrarrestar el cada vez más fuerte Partido Comunista, como Italia o Francia .

[5] Representa una excelente metáfora del “Sapere aude” de la Ilustración.

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