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Claves de Deutsche Bank

Los ocho errores más habituales del inversor

La psicología juega un papel determinante a la hora de definir qué decisiones y qué acciones lleva a cabo un inversor. Factores como la aversión al riesgo, el diferente efecto psicológico de las pérdidas y las ganancias, las conductas gregarias o incluso el pánico influyen en las decisiones de inversión. Está comprobado que el disgusto por las pérdidas es mucho mayor que la alegría por las ganancias. Cuando una inversión pierde el 10% de su valor, el efecto psicológico es más fuerte que si la misma inversión se hubiera revalorizado un 10%.

Santiago Daniel, director de productos de inversión del Centro de Inversiones de Deutsche Bank, explica los errores y falsos mitos más habituales.

1 Los inversores se vuelven arriesgados cuando los mercados suben y conservadores cuando bajan. Saberlo de antemano nos permite vigilar nuestros impulsos, de los que es saludable desconfiar. Acertar con el momento exacto para entrar o salir de un mercado es casi imposible; no lo consiguen ni los inversores institucionales. Warren Buffett nos exhorta a “dejar de intentar predecir la dirección de los mercados, la economía, los tipos de interés o las elecciones”. La clave para una inversión inteligente es haber definido correctamente desde el inicio los objetivos, el perfil de riesgo, los plazos, y una estrategia y distribución de cartera adecuados. Desconfiemos, pues, de las emociones y no dejemos que ni el pánico ni la avaricia nos desvíen de nuestro plan.

2 Se mantienen las posiciones que arrojan pérdidas y se venden aquéllas con ganancias. El disgusto por las pérdidas es grande… pero la esperanza de recuperar nos hace persistir en el error, de la misma forma que muchos matrimonios mal avenidos siguen celebrando aniversarios de boda. “Ya llevamos nueve años casados y no lo vamos a dejar ahora”… y así sumamos un año más de infelicidad. Sin embargo, las pérdidas y ganancias de parte de nuestra cartera (que estará adecuadamente diversificada) deben evaluarse con una óptica más amplia. ¿Estoy teniendo pérdidas en una parte de la inversión a largo plazo de la que ya preveía volatilidad alta? Entonces, si encaja en mi plan, puedo mantener esta inversión. Si no es así, debe revisarse la cartera. En las inversiones, el pasado no importa, sólo el futuro. El precio de compra es irrelevante a la hora de tomar decisiones de inversión.

3 Se analizan los activos uno a uno y no la cartera de forma agregada. Medimos tan sólo las pérdidas que se producen en el momento de vender, como si éstas no existiesen hasta entonces. Además, las evaluamos en euros, no en porcentaje sobre la cartera. Una vez más, lo que debemos evaluar es el conjunto de nuestra inversión… que los árboles no entorpezcan la visión del bosque.

4 Las decisiones de comprar se suelen tomar en base a rentabilidades pasadas. Y ello a pesar de que el aviso más frecuente en cualquier información sobre productos de inversión es “rentabilidades pasadas no garantizan rentabilidades futuras”. Es casi una letanía. Y persistimos en fijarnos en que tal fondo o tal valor han subido un 20% en un año. Pero… ¿qué pasó el año anterior? ¿y los cinco años anteriores? En el caso de los fondos, debemos evaluar aspectos como el volumen gestionado por el fondo, la trayectoria y coherencia de los resultados, el cuartil en el que se sitúa el fondo, su ranking, etc. Lo mismo en el caso de una acción: trayectoria, perspectivas de su sector, información del management… Es información pública que podemos y debemos contrastar.

5 Los inversores tienden a promediar a la baja el precio de adquisición a base de ir comprando más y más un activo que no deja de caer. El razonamiento que subyace es que de esta forma nos beneficiaremos cuando el activo vuelva a subir. Pero… ¿quién nos garantiza que este activo, en efecto, subirá? Que se lo pregunten a algunos de los inversores que compraron acciones de empresas puntocom en los años 90. El valor puede dispararse y podemos triplicar nuestro dinero, o podemos perderlo todo. Mantengamos la distribución de nuestra cartera en la proporción que hayamos fijado, y seamos constantes en nuestras inversiones.

6 “Conozco una empresa cotizada buenísima. Me he informado sobre su modelo de negocio, he seguido sus resultados año a año, he estudiado la biografía de su management y, además, soy un fan de sus productos. Me he enamorado de esta empresa y estoy convencido de que es una inversión que no puede fallar. Invertiré en ella el 50% de mi cartera”. Otro falso mito es que una buena empresa tenga que ser, necesariamente, una buena inversión. El funcionamiento de la bolsa está sometido a muchas variables. Puede ser que, en el momento de comprar, la empresa esté sobrevalorada y se produzca un ajuste. Pueden producirse accidentes, pueden surgir competidores inesperados, puede… No olvidemos que la diversificación es la mejor fórmula para mitigar riesgos.

7 Los precios de los activos ya incorporan todas las expectativas (“Teoría de la Eficiencia de los Mercados”,) por lo tanto nadie sabe más que el propio mercado (nadie sabe realmente nada). La estrategia de “comprar cuando sube” y “vender cuando cae” se comprueba, una vez más, una auténtica utopía. De hecho, ciclo tras ciclo comprobamos cómo los inversores tienen a invertir de forma agresiva en renta variable cuando la bolsa lleva tiempo subiendo, y pasándose de forma masiva a la renta fija cuando la bolsa baja. El resultado es haber comprado cara la renta variable, venderla barata, e invertir en renta fija cuando menos rentabilidad ofrece.

8 No es inteligente, por tanto, creerse más inteligente que el mercado, ni intentar predecir el movimiento a corto plazo del mercado. Sobre el largo plazo, sin embargo, podemos conocer algunas tendencias. No sabemos que harán las bolsas el año que viene, pero sabemos que en 20 años hay una alta probabilidad de que la renta variable haya batido a la renta fija. Utilicemos este conocimiento, una vez más, para construir una cartera ajustada a nuestras necesidades y perfil de riesgo.

Que se desengañe quien crea que invertir es como apostar en un casino, o que para ganar dinero sólo hay que saber donde está la información. La mejor fórmula para evitar poner en jaque nuestro bienestar futuro (el objetivo final del ahorro y la inversión) es elaborar un plan adecuado y cumplirlo. De la misma forma que no existen dietas milagrosas para adelgazar, invertir correctamente tiene que ver con planificación, disciplina y largo plazo.

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