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Lo que pasa cuando se hace política con Power Point

El estudio de Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff sobre la relación entre crecimiento y deuda no solo dio lugar a un libro superventas, sino que sus tesis también alimentaron, y mucho, los argumentos a favor del control del déficit y la deuda como prioridad en materia de política económica.

[Antes de nada, comentar que aunque soy economista tengo un tanto olvidadas las lecciones de econometría, y que mi lectura de los informes es por tanto superficial]

Por resumir un poco, los autores planteaban (entre otras cosas) que, cuando un país supera un nivel de deuda pública del 90%, el crecimiento se ralentiza de forma muy brusca. Tomando datos a partir de la Segunda Guerra Mundial, el crecimiento medio pasa del 3% para los países con deuda entre el 60% y el 90% al general a un -0,1% si se toman los países cuya deuda pública superaba el 90%.

Reinhart y Rogoff concluyeron que, posiblemente (y admiten que esta cuestión necesita ser comprobada y que correlación no implica causalidad), a partir de este umbral entra en juego la “intolerancia a la deuda”. Suben las primas de riesgo y los países, aunque se comprometan a pagar su deuda a cualquier precio, están forzados a aplicar ajustes fiscales “dramáticos”.

El problema es que el estudio no estaba bien hecho. En un informe hecho por tres economistas de Massachussetts (Herndon, Ash y Pollin) que intentaban replicar los datos del original, descubrieron que estaba mal hecho, y han publicado su propio contra-informe. Además, la ponderación de los datos no era muy ortodoxa: como explica Mike Konczal, al hacerse la media por países, tenía el mismo peso una serie de datos de 19 años del Reino Unido (con deuda por encima del 90% y crecimiento medio del 2,4%) que un dato aislado de Nueva Zelanda (recesión del 7,6%).

Según el segundo estudio, el informe de Reinhart y Rogoff sobreestimaba el impacto sobre el crecimiento de los niveles de deuda por encima del 90%: en vez de un -0,1% quedaba un 2,2%. Aun así, la correlación negativa entre deuda y crecimiento sigue apareciendo. Pero con los nuevos datos la relación es lineal, no se dispara a partir de umbral de deuda del 90%.

recisamente, el umbral ocupa la mayor parte de las conclusiones del estudio y, lo que es más importante ha sido esgrimido en numerosas ocasiones para justificar la reducción de déficit a toda costa. Si el crecimiento se hunde a partir del 90% de deuda, conviene hacer lo que sea para evitar llegar a ese nivel nominal de deuda. Pero, si la relación entre deuda y crecimiento es lineal, no es tan importante la velocidad de los ajustes.

El otro informe más esgrimido para aplicar los ajustes ha sido el de Alesina y Ardagna sobre los “multiplicadores fiscales negativos”, en el que planteaban que los ajustes estimulan el crecimiento. Tesis que fue, más o menos, contestada por el economista jefe del FMI, Olivier Blanchard.

En realidad, puede que todo esto de bastante lo mismo. Ni el sustrato ideológico detrás de la idea de la austeridad nació de estos informes, ni sus posibles errores u omisiones harán cambiar a nadie de opinión, ni dicha opinión necesita de estudios para mantenerse en pie. De cara a la galería, siempre se puede forzar lo suficiente una hoja Excel para conseguir una buena frase.

Es más, ni siquiera se puede culpar a Alesina, o a Reinhart, de que sus ideas, en manos de políticos sin formación económica como Rehn o Ryan, hayan dado lugar a medidas (sobre todo en Europa) que algunos consideramos equivocadas. Ellos aportaron, no sé si conscientemente o inconscientemente, un excelente titular, pero su estudio (y quizá ahí residió su éxito) no es tan ambicioso, técnico o detallado como para determinar respuesta a las preguntas más relevantes: qué debe hacer un país con deuda, cuál es el efecto de la divisa en la que se emite la deuda o qué sucede con la deuda cuando el ajuste fiscal contrae la economía (los famosos multiplicadores).

Aunque el estudio de Reinhart y Rogoff no recomendaba austeridad a cualquier precio, los autores nunca se molestaron en rebatir el abuso de éste para justificar políticas. Es más, su trabajo ni siquiera se había sometido a las revisiones preceptivas, y no por ello dejó de tener un peso descomunal en el debate político.

Así que, por un lado, creo que los que escribimos de esto no deberíamos arrojarnos correlaciones a la cabeza, y deberíamos reflexionar sobre el verdadero papel de los estudios económicos a la hora de sostener opciones políticas. Por otro, creo que cuando en estudios con tanta influencia se detectan errores u omisiones, tampoco es cuestión de limitarse a obviar el tema. Y aquí vuelvo al principio, tampoco soy nadie como para opinar sobre la calidad del trabajo técnico de grandes economistas. 

Pero, en el corto plazo, y fuera de la blogosfera, creo que poco cambiará. Posiblemente el enredo de Reinhart y Rogoff altere el debate académico, y eso condicione futuras políticas. Los autores defienden su estudio mientras personas tan brillantes o más que ellos lo atacan. Dejará de ser usado como referencia. Pero si y, si los líderes políticos cambian sus prioridades, será porque la realidad o los votos les empujan a ello. Y si no, harán otro Power Point.

Música contra la crisis. Hoy es especial. My Liitle Corner of the World, canción que pensaba que era de Yo La Tengo pero que, en realidad, se compuso en los 60. Anita Bryant

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